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viernes, 26 de abril de 2024

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Entender para regular, no al revés

“Estamos a tiempo de modificar el marco regulatorio y que, si entendemos mejor el contexto, podemos limitar el uso del Cannabis al ámbito medicinal, pero a su vez, ubicarnos como trend-setters en la industria”.

Felipe del Águila - 13 junio, 2019

Felipe del Águila

El objetivo de un marco regulatorio es proporcionar las reglas sobre las que podrán actuar las personas al realizar una actividad determinada. Nuestro marco regulatorio, por ejemplo, considera que matar está mal, por lo que prohíbe esa conducta y la sanciona.
La posición que debe adoptar el legislador suele ser bastante clara, sería ridículo pensar en un país que se permita matar libremente. Sin embargo, es en los temas ambiguos, o complicados, donde radica la importancia de entender y contextualizar para regular.

En el Perú, entre setiembre 2017 y febrero 2019, se aprobó la Ley y el marco regulatorio para la industria del Cannabis. El problema, sin embargo, es que las normas no han sabido reflejar, y por lo tanto aprovechar, la coyuntura y potencial de dicha industria.

Me explico. El Cannabis es, sin duda, el mejor ejemplo en la era moderna de una medicina que rompió el ciclo y que fue primero usada por pacientes, y sólo a su insistencia, desarrollada por universidades y laboratorios.

La “Ley que regula el uso medicinal y terapéutico del Cannabis y sus derivados” y su reglamento, han sido diseñados para atender a la creciente demanda de usuarios, o pacientes, que utilizan Cannabis. Sin embargo, este mismo marco regulatorio, no ha sabido explotar nuestras ventajas comparativas para posicionarnos como líderes en la industria; por el contrario, ha puesto diversas barreras para su desarrollo. Para nombrar algunos ejemplos: ha limitado la producción de Cannabis psicoactivo a las entidades públicas o laboratorios autorizados y certificados por DIGEMID y ha obligado a las empresas productoras de cáñamo a certificar cada cosecha ante el MINAGRI.

La industria del Cannabis o Green Rush, como ya se le conoce mundialmente, es la nueva industria de moda. Los índices de crecimiento que muestra son sorprendentes. Canopy Growth, una de las empresas más grande de Canadá, ha levantado en el mercado de capitales más de US$ 6 billones; esto, ¡en solo 5 años! Como si fuese poco, se estima que sólo el mercado norteamericano tendrá un valor cercano a los US$ 35 billones para el 2023. ¡Esto es al año siguiente del Mundial de Qatar… a la vuelta de la esquina!

Pero esto es sólo el horizonte próximo. Recién se ha despertado el interés de las grandes compañías para invertir en R&D en Cannabis. El resultado tangible, sin todavía sentir el impacto de la gran inversión, es que cada vez encuentran más usos para la planta. El Cannabis ya dejó de ser un simple remedio para pasar a ser algo más, y aún se explora “qué”. El CBD, compuesto no psicoactivo de la planta, es mainstream. Banqueros y deportistas por igual han optado por consumirlo abiertamente. Muchos se han vuelto embajadores, incluso. Y en ámbito del golf profesional, una de las instituciones más rígidas en sus procesos de cambiar reglas, existe hoy un debate con jugadores como Bubba Watson, defendiendo su consumo.

El Cannabis, además, ha empezado a impactar otras industrias. Hay una tendencia a empezar usar tejidos eco-friendly y utilizar el Cannabis como algodón. O en la industria de la belleza, o más curioso aún, en la de empaques. A medida que todo esto viene pasando, tenemos cada vez más países liberalizando el Cannabis.Uruguay es pionero en la región, pero también países considerados conservadores, como Corea del Sur, e incluso China, que tiene una operación a gran escala para la producción de CBD.

¿Cómo se justifica, entonces, no incluir el know-how y la experiencia del sector agrícola, que ha sabido poner el nombre del Perú en estantes y supermercados de todo el mundo?

¿Quién mejor que ellos para obtener y posicionar un producto premium a nivel mundial? ¿Por qué no favorecer el cultivo del Cannabis por parte de empresas nacionales y extranjeras y permitir así que el Perú se pueda convertir en trend-setter en la industria?

El impacto podría ser inmenso. La variedad de pisos ecológicos y climas con los que contamos favorecen el cultivo del Cannabis. El periodo fotovoltaico (factor que determina la producción de la planta) en algunas zonas del Perú permitiría tener hasta 5 cosechas al año, cuando en otros lugares el máximo que tienen son 2. La agricultura peruana, con sus productos, ya se ganó un nombre.

Hay mucho interés, por parte de capitales privados, locales e internacionales, en ingresar a la industria. ¡No nos quedemos dormidos!
La agricultura, además de ser una actividad fundamental de nuestra economía, aporta entre 7% y 11% al PBI e impacta de manera directa en la población más pobre. ¿Por qué no dotarla de herramientas y más cultivos? El principal problema de nuestra agricultura es su productividad, muy baja en comparación con los países industrializados, ¿por qué no beneficiarnos con las “transferencias tecnológicas”?

No es el objeto de este artículo entrar a una discusión sobre hasta qué punto legalizar el Cannabis, pero sí señalar que estamos a tiempo de modificar el marco regulatorio y que, si entendemos mejor el contexto, podemos limitar el uso del Cannabis al medicinal, pero a su vez, ubicarnos como ser trend-setters en la industria. Estemos atentos, como escuché decir por ahí, las ocasiones se presentan calvas.

 
* Felipe del Águila es abogado por la Universidad de Lima, tiene una maestría en Administración y Negocios (MBA) en Hult International Business School (London/Dubai). Se desempeñó como gerente legal de Acqua Energía (start-up dirigida al desarrollo de pequeñas centrales hidroeléctricas) y Electro Dunas (compañía privada de distribución de energía). Actualmente es asociado senior del estudio peruano García Sayán.

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