“Claro está que si se pacta una cláusula de no discriminación, ella debe respetarse. Pero, ¿qué ocurriría si ella no...
¿Y si respetamos la presunción de inocencia?
“El ‘yo te creo’, en un sentido jurídico-penal, atendiendo a su tenor literal y evidente, se opone radicalmente al principio de inocencia. Significa, en términos más o menos simples, que una denunciante de uno de los llamados delitos sexuales debe ser creída. Por lo mismo, invirtiendo el principio, la culpabilidad se presume y el denunciado será quien deberá demostrar su inocencia”.
Silvio Cuneo Nash - 10 diciembre, 2024
Un viejo maestro de derecho penal solía repetir, con razón, que en materia de delitos y penas el medioevo no se había acabado. Y es que los triunfos de la ilustración, como el fin de la pena de muerte, el derecho a un juicio justo o la presunción de inocencia no deben encender demasiado nuestro optimismo y hay que recibirlos con cautela, ya que la inquisición y sus prácticas inhumanas aparecen como un fantasma que amenaza con volver y que anima ideas de vastos sectores.
Algo parecido pasa con la tortura: siempre hay que estar vigilantes de que vuelva. Son las tendencias antisociales las que pueden llegar a preponderar y que constituyen una amenaza para las libertades individuales. La popularidad de Bukele y sus cárceles que recuerdan el holocausto son solo un ejemplo de cómo el miedo y las pasiones pueden hacernos retroceder hasta el punto de desconocer que todas las personas tienen dignidad.
La inquisición y el punitivismo no requieren, como pareciera, de un traje militar o eclesiástico. También en democracia, e incluso en un malentendido progresismo, afloran ideas que pretenden darle la espalda a la humanidad, sacrificando a las personas por la protección de un colectivo que busca alinear pensamientos y conductas.
El “yo te creo”, como movimiento que busca sensibilizar sobre una realidad oculta de constantes abusos, acosos y violaciones que históricamente han sufrido mujeres, constituye una ayuda fundamental y solidaria para muchísimas víctimas heridas que han debido sufrir en soledad.
Sin embargo, el “yo te creo”, en un sentido jurídico-penal, atendiendo a su tenor literal y evidente, se opone radicalmente al principio de inocencia. Significa, en términos más o menos simples, que una denunciante de uno de los llamados delitos sexuales debe ser creída. Por lo mismo, invirtiendo el principio, la culpabilidad se presume y el denunciado será quien deberá demostrar su inocencia.
El autoritarismo moral y jurídico resulta evidente, pero una lucha por un malentendido feminismo pareciera justificarlo. Es cierto que en materia de violencia sexual la impunidad ha sido la regla y resulta imperioso corregir estas injusticias. Las víctimas, por ende, deben ser escuchadas, respetadas, protegidas y se deben utilizar todos los esfuerzos para reparar las heridas de las víctimas y sancionar a los agresores. Sin embargo, no será el derecho penal el que resuelva un problema estructural que requiere ser abordado con inteligencia en sus causas más profundas.
Una verdadera democracia debe siempre proteger a las víctimas. No obstante, si para esto renunciamos al reconocimiento de la dignidad humana, habremos, consciente o inconscientemente, abierto la puerta al punitivismo que, como bien enseña la historia, buscará expandir su violencia punitiva masacrando primero a personas desvaloradas socialmente para proseguir persiguiendo disidencias hasta que sólo quede sumisión a un supuesto ideal colectivo cuyo cimiento no será otro que la violencia, la irracionalidad y la tiranía.
Silvio Cuneo Nash es abogado de la Universidad de Valparaíso, doctor en Derecho por la Universitat Pompeu Fabra, España y la Universita degli Studi di Trento, Italia. Actualmente, es académico del área de derecho público de la Universidad Central de Chile.
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