"No puedo dejar de pensar en ellos cuando veo que ciertas oficinas de abogados se precian de no conocer límites,...
Sexo, Compliance y Rock and Roll: the choice of the new generation
«Por experiencia profesional, puedo indicar que son los Millenials los más proclives y adaptables cuando hablamos de expansión organizacional de la cultura de compliance en el seno de las organizaciones».
Marco Antonio Ruiz - 23 mayo, 2019
Marco Antonio Ruiz
Los Baby Bommers hippies de finales de los años 60’s ya hicieron del sexo, drogas y rock and roll su lema y su estilo de vida, durante su particular revolución de las mentalidades. Para mediados de los años 80´s decidieron cambiar de actitud, volverse exitosos, enriquecerse y trabajar muy duro, cambiando valores y convirtiéndose en materialistas Yuppies. Jerry Rubin es un claro ejemplo de ello, siendo un activista social en los años 60´s, para luego volcarse a emprendedor y hombre de negocios, como uno de los primeros inversores de Apple Computer.
No es casualidad, que la ley estadounidense de prácticas corruptas en el extranjero (FCPA por su sigla en inglés) fuese expedida en EE.UU. en 1977, como consecuencia del escándalo de Watergate. Norma pionera en materia de compliance, cuyo objetivo principal es fijar las reglas para que los empresarios estadounidenses actúen de forma ética en la licitación de contratos en el extranjero.
Si hacemos una ecuación simple de X + Y = Z podríamos darnos cuenta que los individuos que han venido concentrando el poder y gobernando en nuestra región con altos grados de corrupción, son en su mayoría, aquellos Baby Bommers rendidos al dominio del dinero e investigados por delitos de corrupción. Para muestra un botón:
– Luiz Inácio Lula da Silva (ex presidente de Brasil), nacido el 27 de octubre de 1945.
– Otto Fernando Pérez Molina (ex presidente de Guatemala), nacido el 1 de diciembre de 1950.
– Ricardo Martinelli Berrocal (ex presidente de Panamá) nacido el 11 de marzo de 1952.
– Alejandro Toledo Manrique (ex presidente de Perú) nacido el 28 de marzo de 1946.
– Alan García Pérez (ex presidente de Perú) nacido el 23 de mayo de 1949.
– Cristina Fernández de Kirchner (ex presidenta de Argentina) nacida el 19 de febrero de 1953.
Hago hincapié en que no se trata que los Baby Bommers sean intrínsecamente una generación corrupta, por el contrario, necesitamos que se jubilen lo más tarde posible y que sigan aportando valor, ellos son los precursores de los adelantos tecnológicos y de la incorporación de la mujer al mercado laboral, sin embargo, como dijo el escritor y político británico Edmund Burke “Para que triunfe el mal, sólo es necesario que los buenos no hagan nada”, y no hacer nada, nos convierte en parte del sistema corrupto.
Por otro lado, tenemos a la Generación X y a los Millenials. Los miembros de la Generación X actualmente se encuentran atrapados entre las cargas propias de su edad, hijos, hipotecas… y la falta de proyección en sus carreras profesionales por el tapón de los Baby Boomers, se sienten estresados y desmotivados porque todo recae sobre ellos y pasan su día a día viendo como la corrupción se va infiltrando cada vez más en los ámbitos privados y públicos.
Los Millennials, protagonistas de centenas de estudios, es la generación que se hizo mayor de edad con la entrada del nuevo milenio y que ha producido una tormenta en el mundo laboral. Los Millennials, en comparación con los Baby Boomers o los X, son una especie distinta y muchas veces malinterpretada por su manera de pensar “cómodamente” y por su enfoque digital y acelerado ante la vida laboral. La revista Forbes la define como una generación que valora la participación y la colaboración, que prefiere compartir que competir y que exige mantener valores como la transparencia, la sostenibilidad y el compromiso social. Dejando atrás el chip de corrupción y acogiendo la cultura de compliance.
Por experiencia profesional, puedo indicar que son los Millennials los más proclives y adaptables cuando hablamos de expansión organizacional de la cultura de compliance en el seno de las organizaciones. Sin dejar de lado, que para lograrlo se requiere, pensar en la cultura de compliance como una criatura social que cuenta con legitimidad y una estrategia de largo plazo para sobrevivir y ser eficaz, con “respuestas” ad hoc a las condiciones relacionales específicas que enfrenta cada organización.
Si un programa de compliance es diseñado pensando solamente en atacar actos individuales, corre el peligro de fracasar o emprender una tarea inabarcable. Un programa de compliance requiere prepararse para operar contra un “rival colectivo” que es capaz de reaccionar, boicotear y deslegitimar al programa desde el momento en que la propuesta de creación es formulada.
Analizando la Ley 20.393 de Chile (2009), la Ley 30424 de Perú (2016) y la Ley 27.401 de Argentina (2017) observamos que todas sugieren que para que un programa de compliance se torne en eficaz, debe contar con Tone from the top como elemento indispensable.
En ese orden de ideas, concluyó que es preciso que sea la alta dirección de las organizaciones quien tome en cuenta que (i) actualmente convergen tres generaciones distintas en su fuerza laboral; (ii) la cultura de la corrupción es cosa del pasado y va quedando cada vez más atrás; y (iii) que fomenten una cultura disruptiva de compliance, modificando políticas, valores y códigos de conducta para adaptarse a los nuevos tiempos y atraer a los mejores talentos a su organización. Es de crucial importancia para la institucionalización y crecimiento de las organizaciones ser vistos como “the choice of the new generation”.
*Marco Antonio Ruiz Martínez es abogado de la Universidad de Lima e hizo un Máster de Derecho Internacional de los Negocios con especialidad en compliance corporativo por ESADE Business Law School (España). Es investigador y especialista en compliance y legislación anticorrupción. Es Fundador y Director de Black & White Compliance y Director de la Asociación Peruana de Ética y Compliance.