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jueves, 21 de noviembre de 2024

mercado legal

Sandra Garín, blockchain y el internet de los 90

La abogada uruguaya explica qué debemos entender por un proyecto blockchain, el lazo entre la tecnología y la abogacía, la posición del derecho internacional, nos presenta sus casos de éxito y realiza un ejercicio hipotético ante el covid-19.

- 29 abril, 2020

César Contreras Manzor

A principios de abril, Sandra Garín, abogada de la Universidad de la República de Uruguay, asesora legal de PowerLedgers en proyectos con base en blockchain, especialista en derecho procesal y profesora universitaria, concedió esta entrevista donde conversamos sobre su experiencia con esta tecnología.

Cuarentena en Chile y Uruguay, café mediante, la conversación la realizamos desde los computadores de cada hogar, a través de las nuevas plataformas que se han posicionado durante la pandemia.

Luego de planificar la estructura de la entrevista, la asesora legal en blockchain, cuenta que su primer vínculo con este mundo fueron las criptomonedas, sobre las que desde su mirada hay un montón de aspectos jurídicos vinculados.

«Es un fenómeno que generó un nuevo modelo porque las personas lo comenzaron a utilizar como reserva de valor o como medio de cambio, que tiene repercusiones y que causan incertidumbre sobre su calificación», comenta sobre ellas.

Detalla que con el paso del tiempo han aparecido posiciones que la califican como un bien —en este caso sería digital—, y otras que la consideran más semejante a una moneda.

Es el auge de las ICO —Initial Coin Offering—, una especie de «bolsa» basada en criptomonedas que funciona a modo de crowdfunding más intereses, de sus repercusiones tributarias y fiscales, cuando en 2017, dada la información que manejaba, decidió vincularse desde su profesión en proyectos de esta tecnología.

Regresando de un alto en la conversación por temas tecnológicos, Sandra se refiere a blockchain como una base de datos replicada, forma que usa para referirse a ella en términos más sencillos, y sobre sus repercusiones en temas como el registro de la información y/o su tratamiento previo.

«Estamos hablando de una tecnología verdaderamente descentralizada, donde solamente se puede agregar información, entre los participantes del principio y es de conocimiento público», precisa.

Identidad digital

Comienza la conversación de la segunda parte de la entrevista, comentando el boom del tratamiento de datos personales, disciplina que viene en auge, explicando el cuidado que debe tener al usarlos, porque no hay nada específico establecido; aunque, complementa, han salido algunos estudios bastante exhaustivos e interesantes por parte de la comisión europea.

«Existe una variedad de escenarios, dependiendo de qué blockchain sea y de cómo tenemos que tratar esa información, pero no sólo respecto de los datos personales sino también de la información comercial o de la que está abarcada por alguna reserva o secreto que merece su especial cuidado», comenta.

Independientemente de si se habla de una blockchain pública, privada, permisionada o no permisionada, aparecen importantes componentes de identidad digital, por la necesidad de tener el control de la identidad de con quién nos estaríamos interrelacionando, intercambiando información o activos en esa red.

Ejemplifica, «las blockchain públicas no permisionadas, no tienen ningún mecanismo de identidad más que la clave pública; si nosotros queremos saber con quién nos estamos relacionando vamos a tener que incluir hacer algún tipo de integración entre los mecanismo de identidad que están reconocidos a nivel jurídico, ya sea a una firma electrónica común, una firma electrónica avanzada, y/o a las diversas categorías que puedan haber según los niveles adentro de las comunes».

A continuación, aparecen componentes más sofisticados de automatización, de relaciones respecto de su potencial, donde hay bastantes proyectos encaminados en poder automatizar determinadas cláusulas contractuales en la blockchain.

Qué es un proyecto blockchain

«Todo el mundo dice que en blockchain estamos como en el Internet de los 90, entonces ¿estamos en las mismas preguntas?; existen blockchain e Internet, yo tengo una pyme ¿cómo hago para subirme a eso?; o ¿tengo una organización y quiero saber cómo uso esa tecnología para mis procesos?».

En tres preguntas, Sandra, posiciona la problemática inicial, mismas consultas que responde al evaluar proyectos.

Su respuesta: una metodología de construcción conjunta entre la persona que maneja la tecnología y la que conoce el negocio.

«Para que haya un proyecto blockchain, debe alguien tener interés en la tecnología, sumarse al interés de alguien que la produce para solucionar problemas de la vida real, y finalmente, juntarse esas dos partes», dice.

Como la tecnología lleva una curva de aprendizaje bastante compleja y larga de entender, de querer trabajar solo el interesado, su esfuerzo sería desmedido y poco rentable.

En esos momentos, la conversación, en su segunda taza de café, se centraliza en ejemplos de proyectos según tipo de blockchain —pública/privada, permisionada o no—, con un amplio menú de posibilidades dependiendo de su objetivo.

Un negocio, dice, al querer incorporar criptomonedas, no debe encargar un proyecto, simplemente debe seleccionar la mejor existente; se puede unir a una blockchain pública que ya está establecida, usando sus beneficios.

Si se quiere hacer un uso más sofisticado con intercambio de información o automatización de ciertas relaciones y no existen personas en la cadena de suministro que se quieran sumar, se decide subir a una plataforma ya establecida y que brinda determinado servicio; ahí el proyecto consiste en evaluar las características técnicas de la plataforma y ver las capas de programación que se necesitan implementar para integrarse.

Caso de éxito

«En Uruguay tenemos bastantes casos de éxitos, recientemente ha entrado con  mucha fuerza una blockchain pública, RSK, que es una capa superior sobre la blockchain de bitcoin, que permite potenciar el uso de smart contracts», dice Garín.

La abogada, que ha participado activamente, dado su alto componente jurídico, en casos de blockchain permisionados, comenta dos ejemplos de ellos.

Primero, un módulo piloto que se trató de hacer para organismos del Estado donde está el registro de inmuebles involucrado: «La idea propuesta es que se usara la blockchain, con todos sus atributos, para el registro de información entre el ciudadano y las entidades con las que se relacionan y que todas tienen información sobre determinado inmueble».

El ciudadano, prosigue, en vez de ir a distintos organismos o entrar a sus distintas web para obtener su información, lo haría en un único portal a hacer su solicitud de padrón, que «se mandaría a la blockchain, donde un smart contract —ejemplo de automatización— toma esa información, determina a qué organismo debe mandar las solicitudes y enviarlas». Cuando cada organismo recibe su solicitud, manda la información a blockchain y, finalmente, cuando el smart contract registra que tiene ya consolidada la información para devolvérsela al ciudadano, se la envía, explica.

En el piloto se cuidó jurídicamente que la información que fuese pública no tuviera problemas y si hubiese información con algún tipo de reserva tributaria u otra, la respuesta enviada respetara esas normas. Aún no está en producción, pero —cuenta la abogada— tiene bastante buenas perspectivas y ayudaría en la eficiencia de la burocracia.

El segundo caso de éxito corresponde al registro de títulos y certificados del Consejo de Educación Técnico Profesional, institución que se encarga de la educación técnico profesional en Uruguay, donde lo que se cuidó jurídicamente, dice Garín, fue el tratamiento de los datos, la validez de esos títulos y certificados que se registran en blockchain.

Destaca que uno de los mayores logros es que una entidad pública le reconoció la validez a los certificados que van firmados por el nodo.

«Estamos en el caso de una blockchain permisionada donde cada nodo tiene sus certificados, pero expedidos con el algoritmo de curvas elípticas, distintos al que usan los proveedores de firmas especializadas, por lo que no sería una firma electrónica avanzada», dice, añadiendo que debería tener una categoría «inferior». «Pero lo que se logró fue esa resolución, que es la primera norma pública que en Uruguay, hace un reconocimiento del valor de un documento registrado en una blockchain», precisa.

Derecho internacional

Pasados 45 minutos de conversación, ya en el tercer café, la conversación continúa sobre la regulación de las blockchain, para lo cual esta especialista vuelve a usar la analogía, citando la plataforma que crearon conjuntamente IBM y Mers, para la trazabilidad de los contenedores, como un ejemplo donde está involucrado el derecho internacional.

«En esos casos donde hay comercio internacional puede ser una buena vía utilizar blockchain para las normas más permanentes, pues podrían automatizar la interna de la base de datos y aplicarse directamente; además, los mecanismos de resolución de controversia permiten que si las partes se ponen de acuerdo se dilucide automáticamente», cuenta.

En este punto hay que tener especial cuidado, comenta, «porque cuando diseñamos algo nosotros no podemos ver el futuro, entonces debemos tener válvulas de escape, por ejemplo, pensemos que tenemos relaciones automatizadas, ya sea nacionales o internacionales, en una base con blockchain y tenemos esta contingencia internacional que estamos viviendo del coronavirus ¿cómo hacemos para frenar eso?».

Finaliza, «cuando diseñamos un proyecto que no nos ciegue la ilusión o aspiración de tener todo automatizado; empecemos automatizando lo más sencillo, lo que se sabe que va a permanecer así salvo circunstancias muy extremas y dejemos para que la sofisticación llegue con la maduración misma de la prueba de la tecnología».

Covid-19

Lo referenciado anteriormente es una hipótesis de dónde estamos, en un escenario de alta automatización de relaciones y que tenemos una contingencia externa, imprevisible y con sus consecuencias como el coronavirus.

En este escenario complejo de implementar un cálculo de catástrofe, se han lanzado iniciativas donde se está tratando de pensar con mente innovadora en cómo solucionar de alguna forma el tema del coronavirus. ¿Qué papel encuentra blockchain? IBM empezó una solución de blockchain para el coronavirus, por ejemplo.

Uno de los temas más delicados que se plantean es utilizar todas estas tecnologías para controlar rápidamente un escenario como el que estamos viviendo, aplicando reconocimiento facial, análisis de datos, perfilamiento, big data —con todas las herramientas de inteligencia artificial que se puedan utilizar— y la geolocalización; entonces, se ubican a todas las personas, se le hacen los análisis, termina la catástrofe y ¿qué harán con todos esos datos recopilados?.

«Especialistas están dando alertas sobre qué van a hacer con los datos después, porque tienen a toda la gente localizada, tendrán todos los datos biométricos, que dependiendo el estado en el que estemos puede ser más o menos cuestionable su uso posterior», dice Garín.

«Hay que alertar sobre el uso de blockchain para los temas que tengan derechos, pero por otra parte se habla de que se podría empoderar a las personas mediante la portabilidad de sus datos y por fin tener una herramienta que le devuelva a las personas la titularidad de sus datos personales y puedan realizar transacciones con ellos», continúa.

Concluye, «no conozco mayormente el tema de IBM para covid-19, pero pensaba que la trazabilidad puede ser una herramienta útil, se podría usar, pero si no se garantiza la destrucción de esos datos o su correcto uso posterior, puede ser un arma de doble filo. Todas estas iniciativas tecnológicas después pueden volverse en contra del ciudadano».

«Podría ser interesante investigar cómo blockchain podría ayudar en ese punto específico, porque sabemos que blockchain nunca olvida, es como una mujer, nunca va a olvidar lo que hiciste, entonces va a ir agregando infinitamente», parafrasea junto al último sorbo de café.

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