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viernes, 22 de noviembre de 2024

columnas opinión

Repensar el Derecho, desde los ojos del In House

«Si sabemos que la sociedad nos percibe distantes de cualquier noble propósito ¿no será momento de repensar nuestro oficio? Seguir mirándonos la nariz, no parece una actitud a la altura de las circunstancias…»

Alejandro Arrieta - 19 octubre, 2018

Alejandro ArrietaAlejandro Arrieta
Alejandro Arrieta

Hablemos de dos eventos. El primero, un proceso de Planeamiento Estratégico. La consultora (una Big Four) exhibe una lámina con los denominados “pilares” de un plan estratégico: Finanzas, TI, Gestión Humana, MKT, SCM y Comercial. Entrelíneas: legal no es un pilar estratégico.

Segundo evento. En un comité un gerente afirma categóricamente que en todas las empresas el área legal “es un cuello de botella”.

Historias como estas nos recuerdan las expresiones “los abogados son un mal necesario” o “más vale un mal arreglo que un buen juicio”.

Si sabemos que la sociedad nos percibe distantes de cualquier noble propósito ¿no será momento de repensar nuestro oficio? Seguir mirándonos la nariz, no parece una actitud a la altura de las circunstancias.

Estos apuntes son un intento por entender esta realidad en el caso de los abogados de empresa o in house, para que su adecuada comprensión nos permita ser agentes de cambio.

Con este fin voy a abordar separadamente las razones por las cuales considero que ni la universidad ni los estudios de abogados te preparan para el rol in house.

Empecemos por la universidad.

1. Educamos puristas. Enseñar que los abogados deben concentrarse en el aspecto legal y suprimir otros puntos de vista, solo ahonda el abismo que nos separa de la realidad.

Basta revisar el diseño curricular, la falta de espacios para interactuar con otras carreras o la propia actitud y bromas de facultad hacia otras profesiones.

2. Nocivo lenguaje. ¡Hable como abogado! exigimos en clases y exámenes. Luego en el trabajo ese es el lenguaje que nos termina aislando en una oficina a la que solo visitan los problemas o una consulta “legal”. Y si cuesta mucho escucharnos, qué podemos decir de leernos…

Nos olvidamos que la comunicación efectiva es esencial para las organizaciones. Al final solitariamente emprendemos el reto de hablar y escribir más sencillo.

3. Competencia por el tercio y quinto superior. Su resultado es la exclusión de los dos tercios restantes o el ochenta por ciento de alumnos. Además del enfrentamiento que genera hábitos de competencia poco sana, que luego cuesta reconocer superar.

Una actitud que no fomenta el espíritu cooperativo que necesitan las organizaciones

4. Buscar la (correcta) verdad.Nos enseñan que el universitario está comprometido con la búsqueda de la verdad. Se olvidan de decirnos que para aprobar esa verdad debe coincidir con la verdad que del profesor.

Entonces aparecen respuestas correctas o incorrectas (que atemorizan porque te llevan a perder puntos o jalar). Mientras las empresas buscan perfiles diversos, opiniones distintas, divergentes.

5. Nadie espera nuestro mayor esfuerzo.Automáticamente solemos decir que la obligación legal no es de resultados, sino de medios. En una empresa, casi el cien por ciento de obligaciones que se asumen son de resultados.

Hasta los litigios judiciales podrían ser vistos en términos de resultados si somos capaces de pensar fuera de la caja.

Ahora los estudios de abogados.

1. Especialistas Los estudios demandan máxima especialización en sus abogados. Enfocarse en una rama específica y llevarla al nivel master o dios.

En las empresas a casi nadie se le ocurre pensar en términos de especialidad legal. No basta dominar una rama sino conocer el árbol.

2. El deslinde del asesor externoUn externo busca blindar su opinión para deslindar responsabilidad.
Rehúyen a involucrarse en la decisión. Muchas veces con razones, muchas otras sin justificación.

Llevar al terreno in house esta actitud es nocivo pues el “problema” nunca es de un área o persona sino de toda la organización. Si la empresa pierde, todos perdemos sin importar tu opinión purista.

3. Una pulgada.Se dice que los asesores externos suelen tener un radio de alcance de una milla de distancia por una pulgada de profundidad del negocio. Los in house deben hacer el trabajo inverso.

No somos área de soporte. Debemos conocer el negocio para poder integrarnos a la organización, participar del planeamiento y acompañar la ejecución.

4. Opinión y no decisión. Los abogados somos entrenados para ser adversos al riesgo. Opinamos basados en la jurisprudencia, la doctrina o cualquier pronunciamiento que sirva para acotar la posibilidad de error o para tener de donde agarrarnos si las cosas no resultan como dijimos.

En las organizaciones las decisiones (no opiniones) trascendentes se toman sobre la base de incertidumbres. Ahí radica el riesgo y también la oportunidad.

5. Caso vs. Negocio. El externo busca entender los antecedentes del caso para emitir: opinión.

El in house, para aportar valor, necesita de forma imperiosa entender el negocio, el entorno y la cultura de la organización. No basta con armarse de papeles.

Esta necesidad se agudiza cuando se debe gerenciar un área legal pues los abogados (por formación o experiencia en estudios), no tenemos las herramientas necesarias para ese rol y corremos el riesgo de destruir valor en lugar de crearlo o preservarlo.

En general, no se puede ser un buen in house si solo se piensa como abogado de estudio o apelando a la formación universitaria.

Esta entrega no pretende agotar el fenómeno in house. Solo que seamos conscientes de una realidad que ha llegado para quedarse. Y que la exposición honesta de estos apuntes sirva para que repensemos nuestro oficio.

Quizá de esta manera juntos podamos encontrar un camino parar entregar un servicio que nos aporte satisfacción sabiendo que estamos generando valor real a las organizaciones. Y ojalá que así empecemos a ser considerados un pilar estratégico para el futuro de las organizaciones y la construcción de una menor so

 
*Alejandro Arrieta es Gerente Legal, de Asuntos Corporativos y Cumplimiento de Camposol para sus divisiones agrícola, acuícola y comercial. Estudió Derecho en la Universidad de Piura y ha trabajado en prestigiosas firmas legales en Perú.

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