Problemas en el hablamiento

Algunas, algunos de nosotros hemos tenido la experiencia de acompañar a alguien querido al médico, en el sistema hospitalario público chileno. Quien lo haya vivido, sabe de lo que hablo antes siquiera de comenzar. Quien no, lea acá una breve reseña.

No entraré en los detalles de lo que implica la solicitud de hora, la inscripción previa, la derivación, el médico tratante, la interconsulta, los exámenes que se vencieron, la presentación al comité, la necesidad de ir a retirar un papel de una secretaría para llevarlo presencialmente al otro pasillo donde está la otra secretaría. Y así.

Finalmente [si la salud y el ánimo han acompañado al enfermo], cuando se logra ingresar al sistema, el sistema funciona y bastante bien.

Pero quisiera llamar la atención sobre un punto, que en realidad son dos, y que si se suman a la travesía burocrática, llevarán a la desazón al ser humano con más templanza: el lenguaje y la entrega de información.

Protocolo de entrada, tratamiento concomitante, entre el 70 y el 80% versus el 20 y el 30, el avance que remite, los hallazgos clínicos, la recurrencia, la infiltración y el hablamiento médico que cree que por modular mejor y adoptar un tono de lectura de cuento infantil, el paciente firmará el formulario de consentimiento informado a plena conciencia, me van generando una especie de angustia social; una que no se soluciona cuando al salir de la consulta médica, sí apago la angustia del ser querido que me pregunta, a los pocos pasos: ¿Y me voy a mejorar o no?

Médicos, abogados, cirujanos, litigantes, comité médico, tribunal, enfermo, justiciable. ¿Es una utopía que una ciudadana entienda el texto de una ley? ¿Es un sueño que un demandado sepa qué le espera en las etapas de un juicio o que «la actora» entienda los riesgos de «impetrar una acción»? ¿Es ciencia ficción que una persona sin estudios universitarios comprenda si una sentencia judicial o arbitral le es favorable o adversa con solo leerla?

 
Sofía Martin Leyton
Directora
Idealex.press

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