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jueves, 21 de noviembre de 2024

editorial

¿Por qué Linkedin?

«No entenderás que los dogmas ya no son fiables ni que Andrés Bello no es un dogma. Ni siquiera podrás oler el moho que proyecta tu imagen en el espejo».

- 15 julio, 2023

“Atrás quedaron los tiempos en que los abogados tenían ciertas certezas en la vida”. Esta afirmación contiene la frase “atrás quedaron los tiempos”, pero podría ser “para nadie es un misterio” o “¡qué duda cabe!”. ¿Y qué? Bueno, que es una frase hecha, un cliché o como a algunos les gusta decir “un lugar común”.

Nuevamente ¿y qué con aquello? Que efectivamente atrás quedaron los tiempos en que los abogados tenían ciertas certezas en la vida: como tener un buen trabajo desde antes de terminar de estudiar hasta el día del retiro. O como que ser abogado conllevaba automáticamente prestigio; que la palabra abogado incluye a la palabra abogada; así como que que basta el antedicho prestigio —el trabajo bien hecho, la satisfacción del deber cumplido— para ser conocido y reconocido en el mercado.

¿Mercado? ¡pero cómo! ¿qué mercado? Las y los abogados ejercemos una profesión liberal del más alto nivel, se nos abren las puertas y las oportunidades por el solo hecho de ser quienes somos. ¿De qué mercado me hablan? Eso es para los economistas y para la segmentación de industrias (idealmente productivas). Nosotros ejercemos en una plaza.

¿Pueden ser todas estas afirmaciones correctas? Deberían leer la columna de Patricio Lazo «NotMilk: esto no es una pipa» y poner especial atención en el análisis de las paradojas.

Porque la abogacía sí arropa al ser humano que estudió Derecho, pero no basta. Porque dónde queda nuestra conciencia si distinguimos en nuestro fuero interno entre los abogados de calidad y un “pinganilla” cualquiera mientras somos accionistas, directores o profesores de estudiantes de Derecho primera generación en la universidad o en cuyas casas no hay libros; si cuando nosotros pudimos enseñar que la ética no es sólo un concepto, decidimos enseñar un par de artículos, hacernos los lesos y no explicarles a esos futuros abogados y abogadas en qué mercado trabajarán y a qué desafíos se enfrentarán cuando fijen y cobren sus honorarios.

Si has llegado hasta aquí y no entiendes nada; leíste el título y no ves un hilo conductor, pero, además, estás en desacuerdo con al menos la mitad de lo que he escrito, siento decirte que el mundo te está pasando por encima y ni siquiera lo sentiste. Llegarás a ser un orgulloso abuelo abogado, que ni siquiera hablará el mismo castellano que sus vástagos, subalternos o, incluso, tus pares.

Tampoco entenderás que este texto es coral. Como el rock progresivo. Éste es un compendio de conversaciones, columnas, editoriales, debates, posts y comentarios. Tampoco conocerás las obsesiones de ciertos académicos, no leerás los papers de ciertas académicas, no entrará en tu mundo nada que no esté en la prensa que elijas leer (o ver).

Quedarán fuera de tu radar los cambios de firma o la grúa de doctores de las universidades, los nombramientos de socios, el empoderamiento de las abogadas, la fuerza de las y los gerentes legales, las discusiones doctrinarias y las críticas a la jurisprudencia. No entenderás que los dogmas ya no son fiables ni que Andrés Bello no es un dogma. Ni siquiera podrás oler el moho que proyecta tu imagen en el espejo.

Te lo podría explicar mejor Luis Felipe Arze, porque ha trabajado el tema, pero te lo diré yo con mis propias palabras: tu marca personal será sol de invierno. Es decir.

No tendrás marca personal. Ni voz ni influencia. Y no te importará, porque para ti, bienaventurados los pobres de espíritu; porque de ellos es el reino de los cielos.

Y sin embargo. Sin embargo, toda esta filípica podrías habértela ahorrado entendiendo qué es Linkedin.

 
Sofía Martin Leyton
Directora
Idealex.press
 

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