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domingo, 24 de noviembre de 2024

mercado legal

Expertos analizan por qué tantos abogados tienen problemas con el alcohol

La competencia juega un rol importante, pero la respuesta está más cerca de cómo es definido el éxito: mostrarse siempre fuerte. Los estudiantes de primer año reflejan a la población en general, pero al titularse, el número de abogados con serios problemas mentales y de abusos de sustancias se ha cuadruplicado, según un estudio de los años 90.

- 9 marzo, 2016

abogados tienen problemas con el alcoholPixabay

Susan Bandes conocida como erudita de jurisdicción federal, procedimiento criminal y derechos civiles, es profesora de DePaul University College of Law, y escribió una columna de opinión acerca de por qué tantos abogados tienen problemas con el alcohol, publicada en el sitio The National Law Journal.
 
Allí, la abogada presenta su análisis sobre los resultados de un informe publicado por Journal of Addiction Medicine, elaborado por Hazelden Betty Ford Foundation y la American Bar Association Commission on Lawyer Assistance Programs, en el cual se afirma que más de un tercio de los abogados tienen problemas con el alcohol y más de un cuarto tienen depresión clínica. Los abogados tendrían la mayor tasa de desorden depresivo comparado con los otros grupos de profesionales, y estarían entre las mayores tasas de alcoholismo (Leer nota relacionada).
 
“Los abogados somos un grupo competitivo, ¿pero es éste el concurso que queremos ganar? Estudiantes de medicina y médicos tienen tasas mucho más bajas de alcoholismo y depresión, aunque ellos también tienen que lidiar con una gran presión, una educación cara y un trabajo estresante, por lo que es poco probable que la causa de la disfunción de los abogados sea un trabajo demandante o una alta deuda en préstamos universitarios. Sin embargo, muchos han especulado que la causa es el ambiente cada vez más competitivo y la reducción de expectativas laborales, lo que también es poco probable. El porcentaje de abogados alcohólicos y depresivos es casi idéntico que el de hace 25 años”, dice Bandes.

Signo de debilidad

Una de las diferencias entre el Derecho y otras profesiones es la manera en la que el Derecho, como militares y uniformados, equipara fuerza con la competencia, explica Bandes. “En este ámbito pedir ayuda es visto como un signo de debilidad. Puede causar un caos en la reputación y en las carreras de cada uno”, dice.
 
Los riesgos de un cirujano o un piloto alcohólico o severamente deprimido son obvios, pero abogados con dificultades también conllevan serios problemas. “El 90% de los casos disciplinarios contra abogados tiene que ver con el alcoholismo, asíc omo el 60% de los casos son por negligencia. Abogados alcohólicos no cumplen con sus casos, roban a sus clientes y mandan al acusado al pasillo de la muerte”, sostiene esta académica.
 
“¿Qué causa toda esa miseria?”, se pregunta. Es atractivo suponer que la abogacía atrae a personas propensas a estos desórdenes, pero las investigaciones cuentan otra historia. Un estudio de la American Bar Foundation, de principios de los 90, concluyó que los estudiantes de primer año reflejan a la población en general. Al momento en que se gradúan, el número de abogados con serios problemas mentales y problemas de abusos de sustancias se ha cuadruplicado.
 
Una causa significtiva de esta aflicción sería una característica definitoria de la práctica legal: el concepto de “pensar como abogado”. Aprender rigurosas habilidades de raciocinio es una parte esencial de la educación jurídica. Pero en el ámbito legal, contrario a toda la evidencia reciente en campos como la sicología y la neurociencia, las emociones se tratan como enemigas de la razón. Y esto crea serios problemas cognitivos, que muchos abogados nunca terminarán de resolver por completo.

Emociones amuralladas

La profesora de Antropología y Derecho Elizabeth Mertz estudió durante 8 años las clases de contrato impartidas durante primer año, una muestra relevante de escuelas. Encontró que en cada una, enseñar a los estudiantes a pensar como abogados involucraba llevarlos a “subestimar sus propios valores morales” y sustituirlos por un acercamiento analítico. También se estimula a reemplazar su sentido de justicia y empatía por un diálogo combativo. Como resultado, ella concluyó que los estudiantes se vuelven desapegados de sus emociones y de sus valores éticos. También se aíslan y cada vez piden menos ayuda de otros.
 
“Los abogados necesitan entender y dirigir las emociones de sus clientes, muchos de los cuales están con una gran angustia. Necesitan estar en sintonía con las emociones de los jueces y sus propias emociones también. Ellos necesitan separar las emociones que ayudan (furia moral a la injusticia) de las dañinas (rabia reprimida, depresión no tratada); necesitan habilidades de negociación, tanto como talento para argumentar; necesitan un buen compás ético”, afirma Susan Bandes.
 
Es verdad que los abogados que reprimen sus emociones pueden hacerlo bien, pero hasta cierto punto. El sicólogo George Valliant encontró una referencia en su estudio sobre qué hace a la gente feliz. Las personas que intelectualizan (que se enfocan en hechos y lógica lineal, mientras que la intimidad la evaden) son frecuentemente exitosas en profesiones que valoran una atención al detalle y un análisis impersonal. Pero Valliant descubrió que sufren de abuso de sustancias, relaciones personales rotas y depresión. “Su vida duele”, fue su conclusión. Además, encontró que la represión emocional puede ser efectiva como estrategia a corto plazo para tener una carrera exitosa. Pero como un plan de vida, es altamente problemático personal y profesionalmente.
 
En resumen, “el mundo legal está plagado de dolor ignorado y no tratado, lo que es un problema para nuestro sistema de justicia”, dice Bandes, y aconseja que el primer paso es dejar de estar ciego. Si los abogados tienen problemas con el alcohol, deben buscar ayuda y no ser estigmatizados. Otro paso importante es que quienes hagan las entrevistas de trabajo no pregunten si la persona que postula ha tenido depresión o ha sido tratado por otros desórdenes; una pregunta que puede desalentar a quienes deben buscar ayuda. Los estudiantes de Derecho y los abogados necesitan un ambiente en el cual reconocer un dolor o una emoción en general no sea visto como algo fuera de su mundo.
 

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