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viernes, 26 de abril de 2024

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Peritajes en tiempos de cuarentena

“Los psicólogos forenses y los trabajadores sociales capaces de realizar la prueba pericial más idónea para despejar los fenómenos psicosociales de los cuales hablamos, nos encontramos limitados por las circunstancias…”

Lucía Torres Baeza - 8 abril, 2020

peritajes en cuarentenaLucía Torres
Lucía Torres Baeza

El mundo está en pausa y los que trabajamos otorgando servicios –no esenciales para la subsistencia– también. Hoy nos enfrentamos a la tarea de sobrevivir como trabajadores independientes, esperando que el chaparrón no nos doblegue en nuestro empeño de aportar a través de nuestras habilidades y competencias, a la vez que mantenemos la economía familiar a flote.

La incertidumbre es un estado psíquico que nos aterra y paraliza en algunos casos y, si bien sabemos que esta situación no durará por siempre, nos invita a repensarnos.

Ya habíamos sufrido un primer frenazo con la crisis social en Chile, de octubre 2019, que nos mantenía un poco en vilo. Y cuando creíamos que el panorama se estaba aclarando, llega un pandemia a sumar dificultades: misma meta, pero debemos cambiar el plan.

Los operadores jurídicos en la base de la larga cadena de la Justicia nos enfrentamos entonces a un punto de inflexión que nos obliga a ingeniárselas para servir a aquellas personas que siguen necesitando de abogados y peritos para resolver dolorosas problemáticas que requieren terceros para resolver sus litigios y controversias.

Los tribunales de familia siguen funcionando a media máquina; la violencia en todas sus expresiones al interior de una familia, así como las vulneraciones de derechos de niños y niñas siguen ocurriendo y su resolución no es aplazable. No así las causas donde la comunicación y el entendimiento han fallado, causas contenciosas donde el régimen comunicacional, la fijación de los alimentos o el cuidado personal de un niño pueden esperar tiempos mejores y esto no es una apreciación personal sino lo que tribunales de familia han resuelto postergar.

Y ahora bien, en condiciones de cuarentena, ¿cómo hacemos para realizar los peritajes que el aparato judicial necesita para resolver aquellas causas ya definidas como impostergables si hemos perdido la posibilidad de encontrarnos, de reunirnos? ¿Cuál es la alternativa que podemos ofrecerles a aquellas personas atrapadas en sus casas con su maltratador(a) a la espera de un dictamen judicial que los rescate de la amenaza latente o patente de una nueva agresión?

Los psicólogos forenses y los trabajadores sociales capaces de realizar la prueba pericial más idónea en conjunto para despejar los fenómenos psicosociales de los cuales hablamos a través de un dictamen pericial, nos encontramos limitados por las circunstancias.

Existen temores razonables de cómo podríamos resguardar que la información que obtengamos por medios alternativos al contacto cara a cara se ajuste a los requerimientos del método forense. “Se pierde mucha información relevante al evaluar a distancia”, dijo por ahí una consejero técnico de un tribunal de familia cuando se le propuso la posibilidad de periciar – antes del COVID-19 – a una persona residente en Miami; “¿cómo se le podría aplicar una prueba proyectiva de manera válida a esta persona?”, dijo una psicóloga, y en virtud de esas observaciones el juez decidió que si no podía tener todo, prefería resolver con nada.

Lo cierto es que un proceso de evaluación forense a distancia corre con algunas desventajas; no podemos aplicar ciertas pruebas, no existen protocolos aún para garantizar, por ejemplo, que la persona esté a solas con su entrevistador conectado a una plataforma web, no todas las personas disponen de medios tecnológicos y en el caso de los niños, es un territorio inexplorado.

Sin embargo, la coyuntura nos exige salir de la zona de confort, superar el idealismo y purismo para hacer lo que se debe hacer, reconociendo los alcances y las limitaciones de una metodología que se debe readecuar y que para ello tenemos que trabajar sobre la marcha, lo que no significa que lo tomemos a la ligera.

De manera particular, en algunas causas proteccionales, principalmente con niños pequeños, lo que despejará las interrogantes no es precisamente la evaluación del ajuste psicológico o posible daño psíquico del niño en cuestión, sino el rastreo concienzudo de las huellas psicosociales a través de testimonios, antecedentes médicos, escolares, terapéuticos si los hay, los informes y reportes de las agencias sociales intervinientes, nos permitirá reconstruir el fenómeno por el cual se nos pregunta y articular una opinión profesional fundada en evidencias y verificadores.

La clave una vez más está en el método forense y su herramienta central que es) la triangulación de la información. En algunos casos esto será posible de realizar a pesar de la cuarentena.

Entonces, manos a la obra pues como dijo Darwin: “No es el más fuerte ni el más inteligente de la especie el que sobrevive, sino el más adaptable al cambio”. #openmind

 
* Lucía Torres Baeza es Directora de Centro de Estudios y Servicios Periciales, psicóloga, postitulada en peritajes en abuso sexual infantil, diplomada en pericia psicológica forense y test de Rorschach, con experiencia de 12 años en evaluación pericial en centros de la red pública y del ámbito privado (contacto@centropericial.cl).

 
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