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Patología forense: los muertos hablan
Arturo Ferrari reseña la novela Niebla Roja de la autora Patricia Cornwell, cuya historia se centra en la doctora Kay Scarpetta, quien tendrá que resolver un caso de asesinatos en serie.
31 agosto, 2022
-Reseña escrita por Arturo Ferrari.
¿Dónde están los millones perdidos de Patricia Cornwell?, decía un titular del diario El País de España (2013). La escritora acababa de demandar a una firma de contabilidad de Nueva York para exigir una indemnización de USD 100 millones. Un cúmulo de errores la habían llevado, alegaba ella, a pagar más impuestos de los que debía e invertir en activos que resultaron ser demasiado riesgosos. Los demandados no se anduvieron con medias tintas. “La señora Cornwell y su mujer, la doctora Gruber, se lo gastaron todo. Deben tener en cuenta sus hábitos de consumo y que son compradoras compulsivas”, alegaron.
Cornwell no había dado puntada sin hilo. Un jurado de Boston dispuso que la escritora debía ser indemnizada con un poco más de USD 50 millones. Parte del dinero fue donado a la Unidad de Investigación de Psiquiatría del hospital McLean, lugar en el que trabajaba su esposa. Clarín de Argentina tradujo al español (2016) una entrevista que Cornwell había dado al británico The Guardian. El diario la define como una extraña bestia mitológica que hace mucho dinero con sus libros. Su padre se fue de su casa cuando apenas tenía años y su madre terminó internada en una clínica psiquiátrica. Colecciona cuchillos, dagas y espadas —su obsesión por Jack el Destripador la ha llevado a realizar una serie de experimentos destinados a conocer la manera exacta en la que él acababa con sus víctimas—.
Su cuenta en Twitter supera el millón de seguidores. Y ya anuncia el lanzamiento para octubre de este año de la nueva novela de la escritora: Livid. A Scarpetta novel. Kay Scarpetta es una patóloga forense —Cornwell trabajó como analista de la Oficina de Medicina Forense en Virginia y estuvo a cargo de las noticias policiales en The Charlotte Observer— que es protagonista de un número de libros que le reportan a su autora ganancias anuales de USD 10 millones aproximadamente. “Nunca he sentido la necesidad de matar a Scarpetta y, honestamente, no puedo imaginarme matándola”, respondió la escritora al diario ABC (2016) cuando le sugirieron que quizás era el momento de empezar con un nuevo personaje. “Scarpetta es como yo sería si fuera más inteligente”, agregó.
“Soy una experta en determinar el mecanismo de lo que mata o por qué algo no lo hace, ya se trate de una enfermedad, un veneno, una mala praxis médica, un acto divino, una pistola o un artefacto explosivo improvisado” (p. 11), es la manera como Scarpetta se presenta a los lectores apenas uno revisa las primeras páginas de Niebla roja.
Kathleen Lawler, convicta en una prisión de Georgia, quiere hablar con Scarpetta sobre Jack Fielding, un antiguo jefe que fue asesinado por su propia hija, Dawn Kincaid, fruto de una relación con Lawler. La investigadora, a pesar de los consejos de su marido para que de una buena vez olvide este caso, acude a la cita. La mujer, cuidando que los guardias no se percaten, le entrega un número telefónico. A partir de ese momento Scarpetta se involucra en una historia que termina con la vida, por envenenamiento, de una buena cantidad de personas. Los hechos ocurren en Savannah, Georgia, una ciudad del sur de los EE.UU. Este lugar, parte de lo que llaman el deep south (sur profundo), es ampliamente conocido por conservar una gran cantidad de casas anteriores a la Guerra de Secesión (el término comprende a Alabama, Georgia, Louisiana, Mississippi y Carolina del Sur).
El exterminio de una familia entera mientras dormía en su residencia, una típica joya arquitectónica de la Savannah, es otro de los crímenes que Scarpetta se empeña en descifrar aun cuando ya habían transcurrido varios años, pero que parece extrañamente ligado a otros asesinatos. Las sospechas que recaen sobre quien podría ser el verdadero autor de la masacre empujan a Scarpetta a seguir tercamente investigando. Sus conocimientos forenses hacen que, en verdad, los muertos hablen.
Cornwell no presenta personajes construidos a duras penas o la ligera. Las dudas, certezas, temores y rencores de Scarpetta a un cierto punto empiezan a agobiarnos. No solo se trata de resolver uno o varios asesinatos. Los entretelones de su vida íntima, familiar y profesional no la dejan en paz. La perturban y se entrometen en su trabajo. Tanto como si fuera una niebla. Pero esta vez roja.
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