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«La profesionalización de los esports y su reconocimiento como deporte es un camino necesario para poder llegar a competir en las grandes ligas, pero esto debe ser con el cuidado necesario aterrizado a la realidad del país».

Diego Pinto / Joaquín Mautz - 17 octubre, 2022

EsportsDiego Pinto

Dentro de las discusiones contemporáneas más relevantes en torno a los deportes electrónicos son las distintas formas que se han utilizado para regular el mercado.

En el año 2019 la Asociación Chilena de Esports —Hoy disuelta— solicitó al panel de reconocimiento del Ministerio del Deporte la inclusión de los esports a la categoría de deporte, formando un arduo debate en cuanto a la afectación —o no— a los distintos actores con la legislación aplicable al deporte. ¿El mercado está listo para afrontar los costos eventuales de esta forma de regulación? Paralelamente y mientras avanzaban distintos proyectos a nivel mundial para legislar los deportes electrónicos, a la pregunta anterior se sumó ¿cuál es la forma idónea para regular los esports?

Concordamos con que es una condición necesaria que los esports eventualmente sean reconocidos como deporte para su profesionalización o al menos así lo han hecho la mayoría de las legislaciones occidentales, sin embargo, pareciera ser que a nivel temporal no debe ser el primer paso. Lo ideal es generar espacios y marcos jurídicos previos —como en el caso de Andorra—, delimitando actores y formando mesas de trabajo en miras de un eventual reconocimiento.

Ahora bien, es necesario tener en cuenta ciertas consideraciones de un eventual reconocimiento de los esports como Deporte:

En primer lugar, es necesario confeccionar un marco jurídico específico para los deportes electrónicos, tal como en el derecho comparado, es necesario determinar los actores y dar principios definitorios del mercado. Esto, ya que los esports no cumplen los mismos presupuestos de los deportes tradicionales, requiriendo un enfoque especial y particular para adecuarlo a la normativa deportiva vigente. “La pelota no tiene dueño, en cambio, los videojuegos sí”.

EsportsJoaquín Mautz

En segundo lugar, la realidad del mercado nacional no se encuentra en condiciones de soportar los costos de la legislación aplicable al deporte. Esto, debido a que la estructura bajo la que se debería organizar un equipo de esports, necesitaría de un modelo administrativo y económico que mantenga la nueva estructura corporativa. Puntos importantes que deben cubrirse para que los profesionales, no necesiten preocuparse de temas distintos a la competición.

Acá es relevante detenerse debido a que, al pasar a ser categorizado como deporte profesional, necesita además cumplir con los mínimos laborales que exige la ley: Un sueldo mínimo por pertenecer a una organización deportiva; premios según resultados de las competiciones; asignaciones por uso de implementos personales (a menos que un buen sponsor pueda aportar mejores herramientas que las que ya tienen), entre otros. En Chile, los derechos laborales siguen aumentando y expandiendo el rango donde actúan, aumentando los costos eventuales para equipos bajo el supuesto de ser catalogados como deporte.

La realidad nacional del mercado de los deportes electrónicos aún es emergente, actualmente la mayoría —o todos— los jugadores están contratados a través de contratos civiles de duración por “split” o temporada con honorarios menores al sueldo mínimo —hay excepciones—.

Es en el último punto de la definición de deporte aportada por la Ley 19.712 donde debemos detenernos. Si queremos compararnos con países que están compitiendo a nivel profesional en deportes electrónicos —argumento que destacan para categorizarlo como deporte— primero debemos mirar la realidad nacional. ¿Será posible aquello, teniendo en cuenta que, por ejemplo, hay lugares donde ni siquiera hay conexión a internet, o donde la señal es intermitente y de mala calidad? O mejor aún repetir la pregunta ¿Cuándo deben catalogarse como deporte?

La profesionalización de los esports y su reconocimiento como deporte es un camino necesario para poder llegar a competir en las grandes ligas, pero esto debe ser con el cuidado necesario aterrizado a la realidad del país. Antes de velar por el reconocimiento como deporte deben existir pasos previos, a nivel ilustrativo: una ley que defina a los actores, mesas de trabajo en conjunto —tipo sandbox— y una federación creada por la comunidad.

Los deportes electrónicos están creciendo y avanzando a pasos agigantados, todos los años se unen nuevos actores y aumenta la información de la comunidad, pero esta última hay que cuidarla, siendo deber de los abogados actuar con base en el bien común del mercado y no presionar cambios para acelerar procesos que requieren tiempo.

 

Diego Pinto Bravo es abogado de la Universidad Adolfo Ibañez. Diplomado en nuevas tecnologías, innovación y derecho de la Universidad Andrés Bello. Asesor de Esports y cofundador de e-Lawyers.

Joaquín Mautz Sarzosa es abogado de la Universidad Adolfo Ibañez y abogado de empresa de la plataforma MisAbogados.
 
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