"No puedo dejar de pensar en ellos cuando veo que ciertas oficinas de abogados se precian de no conocer límites,...
No es LegalTech, son los clientes el motor del cambio en la industria legal
«Sostener que la tecnología y el LegalTech cambiará la fisonomía de la industria legal, es todavía muy aventurado. El gran salto se producirá si la industria del LegalTech logra abrirse paso en el mercado del one-to-many».
Rafael Mery - 14 mayo, 2021
Walter K. Earle, en su clásico libro Mr. Shearman and Mr. Sterling and How They Grew, publicado en 1963, cuenta la historia de Shearman & Sterling, la firma neoyorkina fundada en 1873. Al referirse a cómo se trabajaba a finales de la década de 1870, Earle cuenta que todo se escribía a mano, y el envío de cartas en un día significaba la salida a altas horas de la noche para los empleados. Las firmas de abogados de la década de 1870 eran simples y el equipamiento de las oficinas era mínimo. Los empleados, si los había, generalmente no eran remunerados, y si los abogados querían hablar con alguien fuera de la oficina, tenían tres opciones: concertar una reunión, enviar un telegrama o enviar un mensajero.
De un tiempo a esta parte, todo el mundo legal está hablando de LegalTech, como si el virus que hubiera infectado a los abogados no es el Covid-19, sino que la tecnología. Son días donde parece que usar el término “LegalTech” en alguna conferencia, columna de opinión, entrevista o post en redes sociales, es requisito para mostrarse como un conocedor de las tendencias que enfrenta la profesión legal. Con una liviandad envidiable, escuchamos a un sinnúmero de comentaristas predecir el futuro de los abogados, afirmando cosas como que estamos viviendo una verdadera transformación en la profesión legal o que los abogados del futuro ya no serán como los de hoy.
Pero basta con mirar la historia y ver cómo ha evolucionado la profesión legal para darse cuenta de que las cosas no son tan radicales como suelen afirmar muchos, y los cambios no se producen de un día para otro.
La mayor revolución tecnológica en la industria legal se produjo en el último cuarto del siglo XIX con el arribo de dos tecnologías que cambiarían radicalmente la forma de trabajo de los abogados. La máquina de escribir, inventada en 1868, comenzó a comercializarse en 1878 y ya para fines del siglo XIX, las principales firmas de abogados habían dejado atrás la escritura a mano para dar paso a esta nueva tecnología. Y el segundo gran invento que revolucionó a las oficinas de abogados fue el teléfono, patentado en 1876 por Alexander Bell.
Dejar atrás la pluma con que escribían los abogados fue, sin duda, una transformación en la manera como hacían su trabajo. La máquina de escribir fue la gran revolución industrial en el mercado legal, dejando atrás a todos los Bartleby, para dar paso a una nueva forma de trabajar.
Luego vinieron las grabadoras o máquinas de dictado, las computadoras de procesamiento de texto, el fax, la terminal “UBIQ” creada por Lexis en 1973, el correo electrónico (fines del siglo XX), el teléfono celular, la computadora personal, entre otras tecnologías que han ido cambiando la fisonomía del trabajo legal.
Hoy, después de más de un siglo de la llegada de la máquina de escribir a las firmas legales, se cree que la tecnología, de una vez por todas, cambiará la forma en que los abogados prestan sus servicios. Algunos se preguntan si es el fin de los abogados, si los jueces serán reemplazados por algoritmos, si las firmas legales se parecerán a Amazon, o, en fin, si la profesión legal de los próximos años será algo radicalmente diferente a lo que conocemos hoy.
Como no tenemos la bola de cristal que nos muestre el futuro ni el DeLorean que nos lleve al 2030 para ver cómo es ser abogado mañana, la única alternativa es mirar la historia y ver cómo los procesos de cambios se van dando.
Los avances tecnológicos de finales del siglo XIX desempeñaron un papel clave en el desarrollo de las firmas de abogados. Las nuevas tecnologías afectaron a las firmas de abogados de dos maneras. Primero, hubo inventos que ayudaron directamente o cambiaron el trabajo legal del día a día. Y segundo, el rápido desarrollo de la tecnología en general contribuyó a una ideología de la ciencia que tuvo influencias tanto directas como indirectas en la profesión legal.
Las nuevas tecnologías aumentaron los costos generales de las oficinas, lo que llevó a los abogados a asociarse en lo que hoy conocemos como las grandes firmas legales, para así aprovechar las economías de escala.
Cambios más, cambios menos, lo claro es que las firmas legales vienen funcionando de la misma manera que lo hacían a fines del siglo XIX. Ha sido un largo camino y la tecnología no ha estado al margen. Y si comparamos el escritorio de un abogado de principios del siglo XX con uno de hoy, nos daremos cuenta de que el equipamiento es radicalmente diferente, pero el servicio que ofrece y las respuestas que entrega a sus clientes no son muy distintas. El Derecho, a fin de cuentas, no ha cambiado mucho.
Con todo, el gran cambio que han experimentado las firmas legales, mirando la historia, es que hoy se mueven en un mercado mucho más competitivo. La competencia en el sector legal nunca ha sido mayor, con un flujo continuo de nuevos participantes que ingresan al mercado legal. Además, durante las últimas tres décadas, hemos visto una reasignación del trabajo legal desde las grandes firmas de abogados hacia los departamentos legales in-house, y en el último tiempo han aparecido proveedores alternativos de servicios legales (ALSP) que han segmentado y desagregado aún más la industria legal.
Sin embargo, sostener que la tecnología y el LegalTech cambiará la fisonomía de la industria legal, es todavía muy aventurado. El gran salto se producirá si la industria del LegalTech logra abrirse paso en el mercado del one-to-many.
Hoy, la industria del LegalTech se centra principalmente en el mercado B2C, en circunstancias que el sector legal es principalmente un sector B2B: los principales clientes de las firmas legales son empresas y corporaciones. Tres de cada cuatro emprendimientos de LegalTech se dirigen al mercado B2C (v.gr. LegalZoom, Incfile, Avvo, Rocket Lawyer).
El mercado de servicios legales tiene dos segmentos principales: clientes individuales (personas) y clientes corporativos (empresas o corporaciones). El primero representa ¼ del mercado, por lo que gran parte del trabajo legal que ofrecen las firmas legales se destina a atender clientes corporativos, donde tanto compradores como vendedores son mayoritariamente abogados.
Esa puede ser la explicación para la escasa innovación en las firmas legales. Se trata de organizaciones que vienen funcionando igual desde hace más de un siglo y, seguramente, serán las últimas en cambiar en este nuevo escenario. Mientras la asesoría legal a grandes clientes corporativos siga siendo un negocio rentable —como lo es hasta el día de hoy— no veremos cambios en esta industria.
La fantasía de que una pandemia cambiará el mundo, o que la irrupción del LegalTech obligará a las firmas legales a modificar su modelo de negocio, parece todavía lejana.
Con todo, las firmas legales seguirán experimentando una creciente presión competitiva, lo que las obliga a invertir —hoy más que nunca— en la modernización de la práctica legal y la prestación de servicios. En lugar de creer que deben subirse al tren del LegalTech para sobrevivir, deben centrar sus esfuerzos en mejorar su rendimiento y la satisfacción del cliente, invirtiendo en tecnología que las ayude a hacer mejor su trabajo en lugar de tecnología de frontera (v.gr. inteligencia artificial). El futuro para las firmas legales no está en el LegalTech, está en sus clientes. Como dice Jeff Bezos, “obsesiónate con el cliente y no con los competidores”.
Rafael Mery Nieto es Director LATAM en Mirada 360º, se dedica a la consultoría en estrategias para Firmas Legales, es profesor de análisis económico del Derecho y miembro de la ALACDE.