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martes, 16 de abril de 2024

mercado legal

Tres abogadas de tecnologías de la información cuentan sus secretos

Conocer cómo funciona el negocio es básico para actuar con tranquilidad y ser un real aporte para las empresas que necesitan de asesoría jurídica en esta materia. Si eres in house o trabajas desde un estudio jurídico, además de lo estrictamente legal, el inglés es siempre esencial.

- 4 abril, 2017

Pierina Cavalli/Sofía Martin

Ser abogado en tecnologías de la información o abogado TI tiene muchos y variados significados. Implica revisar términos de referencia y bases de licitación; luego asesorar en la elaboración de propuestas u ofertas. Pero no sólo en las comerciales, sino que —frecuentemente— en las técnicas.

Ser abogado en TI implica meterse a fondo a entender el negocio como un todo, como un mundo lleno de submundos, sin dejar de lado el análisis de la transacción en particular, para luego negociar cada una de las cláusulas de cada uno de los contratos que se firman para concretar una operación.

Pero también se trata de una industria donde la simetría de las partes tiene un alto peso a la hora de negociar. Si se tiene a una multinacional al frente, serán pocas las cláusulas a las cuales se les pueda mover una coma o agregar un párrafo. Y si hablamos del sector público…mejor no hablemos del sector público. Cuando el interlocutor es así de fuerte, la energía debe ponerse en lograr sólo un par de modificaciones específicas; muchas veces, mediante un Amendment o un Exhibit. Es ahí donde la experiencia del abogado puede mover la frontera de lo que en el mercado es posible o no, mejorando la capacidad de negociación de la empresa a la que asesora.

Contratos de compraventa de hardware, de licencias de software, de arriendo de licencias, o de software as a service —el conocido SaaS— se unen a los contratos de desarrollo de software a la medida. Y no hay que olvidar la adquisición de sistemas informáticos complejos, que incluyen el desarrollo, la implementación, los mantenimientos preventivos y correctivos, los soportes, actualizaciones y mejoras.

En contratos tan sofisticados como éstos, la responsabilidad, los límites a ésta, las garantías, el cumplimiento de plazos y niveles de servicio, las multas y los protocolos de cobro, son todos elementos de la mayor relevancia.

Pero hay otros que también entran al ruedo: generalmente, tratamiento tributario y propiedad intelectual. En esta última es fundamental proteger al fabricante del software de la copia o el mal uso. Y, cuando fue un desarrollo contratado a la medida, entregar la debida protección al cliente.

Es una rama del ejercicio profesional que mezcla Derecho, negocios y tecnología. Y, por la razón que sea, está compuesto principalmente por hombres. En este artículo se entrega la historia y la mirada de tres profesionales mujeres, y su experiencia en el mundo TI.

Un variado background

Belén Salvador

Si tuviéramos que hacer un resumen del currículum de Belén Salvador, diría que estudió Derecho en la Universidad de Granada, una de las más antiguas de España, fundada por Carlos V. El primer año de la carrera lo congeló un trimestre para mejorar su inglés y se fue a Londres, donde incluso trabajó en una cadena de comida rápida. En tercer año de carrera hizo un semestre de intercambio en Universidad de Berkeley. Al terminar sus estudios, en 1999, hizo un máster en inmigración, el primero que se impartía; recién comenzaba a ser importante el Derecho Migratorio en España, donde no había apenas regulación. Posteriormente, en 2007 tras vivir cinco años en Chile y volver a España, estudió un posgrado en Gestión Internacional de la Empresa. Ha trabajado en hostelería, en un estudio jurídico al terminar los estudios, en el departamento de exportación de una empresa de bebidas, como delegada comercial, como consultora legal, realizando auditorías en protección de datos, y principalmente, como asesora legal en empresas tecnológicas.

Hoy trabaja en In Motion, pero a este mundo llegó por casualidad, “como suelen ocurrir estas cosas…”, dice esta española, que al llegar a Chile en 2001 fue a una entrevista de trabajo en la empresa Orden —compañía que luego fue absorbida por Sonda)—, y que en ese momento estaba formando un Consorcio de Gestión Judicial. “Me contrataron y fui la directora ejecutiva en representación de Orden junto a otra consultora chilena y una fundación argentina”, cuenta. Orden se adjudicó el desarrollo informático de la reforma procesal penal para el Poder Judicial y el Ministerio Público, “y a partir de ahí fui, junto a la abogada in house de la empresa, abogada analista para el desarrollo del sistema informático”, añade. Una vez terminado el desarrollo, viajó por todo Chile impartiendo clases sobre el uso del sistema a los fiscales de las distintas regiones. En paralelo, colaboraba en la redacción, revisión y negociación de contratos tecnológicos.

“Lo que más me gusta de mi trabajo es que siempre hay temas a desarrollar, cosas que ni te habías planteado. Y hay que poner a funcionar la imaginación para que resulte algo coherente. Me gusta buscar soluciones. Además, el grupo humano con el que me ha tocado trabajar ha sido siempre excelente”.

¿Qué le recomendaría a una joven abogada que le interesa el mundo TI? Que tenga seguridad en sí misma y que expanda su mente. Porque lo que se enseña en la universidad es simplemente buscar e interpretar y, salvo excepciones, la práctica será distinta a la teoría. “Va a ser todo nuevo y está bien que así sea”, asegura.

Desde el mundo empresarial

Barros & Errázuriz

El primer contacto que tuvo Carolina Cabrera, abogada de la Universidad de Chile y Master in Business Law (MBL) de la Universidad Adolfo Ibañez fue en la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (Dibam). “Entré por un proyecto tecnológico asociado a Bill Gates que se denominó Biblioredes, para ayudar en el proyecto, contratación y bases”, cuenta.

Luego fue fiscal en SAP, compañía alemana de software, donde se enfrentó por primera vez a negociar contratos de licencias de software e implementación de proyectos. Lo importante fue entender desde el primer momento el producto SAP. Para poder interactuar con equipos multidisciplinarios fue imprescindible ser parte del equipo de venta: el trabajo con las políticas de reconocimiento de venta en el software fue un desfío importante, algo bastante alejado del derecho tradicional. Luego vino el cambio a Hewlett Packard, compañía en la que fue fiscal entre los años 2008 y 2012. Las exigencias de una multinacional de ese tamaño incluyeron integrar el ámbito legal en términos del compliance, políticas internas, homologación de procesos de compra para la legislación chilena,y también trabajo pro bono. “HP fue un tremendo desafío”, agrega.

Para ser respetada en los equipos de venta y pricnicipalmente para generar confianza en el negocio, Carolina dice que es sumamente importante entender el proyecto, cómo funciona, cuáles son sus costos, los impactos de garantías en los márgenes y mucho más. Pero además es muy relevante conocer los aspectos técnicos de lo que estás vendiendo: hay que mezclar el lenguaje jurídico con el comercial. Para saber si se cumplen los contratos, tienes que entender muy bien el negocio”, comenta.

Hasta el 2015 fue fiscal responsable para Chile y Perú en Accenture, multinacional estadounidense que representó para ella el desafío de entender y aprender sobre un portafolio de servicios tecnológicos enorme, “cuidar celosamente las políticas de la compañía, y lograr el cierre de contratos exitosos desde el punto de vista de acotar riesgos y generar confianza entre las partes”. Actualmente está liderando el área de Tecnología y Protección de Datos en el estudio Barros & Errázuriz .

Sus consejos para sobresalir en esta área son, primero, no tener temor. “Es un mundo bastante masculino, con muchos ingenieros civiles en la toma de decisiones técnicas y comerciales. Mi consejo es no tener miedo y tener la convicción que nuestra mirada se puede complementar y desde ese punto ser un tremendo aporte en el cierre de negocios. Hay que romper el paradigma de que el abogado no entiende de números y tecnología, eso quedó atrás. Mujeres y hombres abogados estamos preparados para desafiarnos en cualquier área. Poner el área humanista en los negocios de temas de innovación es un desafío. La clave es hablar desde el lenguaje del cliente, para simplificar los procesos de negociación y ser un aporte en el avance de la tecnología”.

¿Segundo? Tener habilidades para encontrar la forma de aportar al contrato en el que se está trabajando. “Dar ideas para encontrar nuevos tratos, pero para esto es fundamental conocer el área bastante bien, no solo la ley, sino el negocio”.

Un camino independiente

Rossi Asociados
Claudia Rossi estudió Derecho en la Universidad Gabriela Mistral. Al licenciarse entró a estudiar a la Academia Diplomática. Tras dos años, quiso retomar las leyes y su primer trabajo como abogada fue en un estudio, donde la primera tarea que le dieron fue revisar un contrato de desarrollo de software en inglés: “Quise morir, porque el lenguaje era muy técnico, pero al mismo tiempo fue un desafío”.

Después de eso, se fue a trabajar como abogado in house en Adexus. Allí estuvo un par de años. “Me encanté tanto con lo tecnológico, que decidí irme a estudiar un curso de verano en Information Technoogy y IP, en Franklin Pierce Law Center, Concord, en New Hampshire, Estados Unidos”, cuenta.

Luego de 4 meses regresó a Chile y entró al estudio jurídico Otero donde trabajó 4 años, para volver a Washington a estudiar un LLM en Georgetown. Al terminarlo, se quedó trabajando un par de meses en la consultora, Telecommunications Management Group, pero cuando regresó a Chile, lo hizo con ganas de independizarse.

En paralelo, realizó un Magister en Gestión y Planificación Tributaria en la en la Universidad Adolfo Ibáñez. “Quería prestar una asesoría corporativa más integral; siempre en los contratos o cuando estaba negociando cualquier tipo de dealing salía el tema tributario a colación”.

Hoy tiene su propia empresa de asesorías, Rossi Asociados, donde presta servicios fundamentalmente en el área TI. “Tomar este riesgo ha sido lo más difícil de mi carrera: renuncié a un sueldo estable y las vacaciones”, dice. Y añade: “Al principio fue duro, los clientes no llegaban y todos mis cercanos me decían que mejor buscara trabajo en un estudio o una empresa. Incluso me decían que era más difícil porque era mujer”.

¿Qué hizo para convertirse en una destacada abogada en TI? “Empecé a estudiar el tema. Y gracias a internet pude tener acceso a mucha información. Y pregunté. Pregunté mucho, pero tratando de no tener que preguntar, en lo posible, más de una vez”, cuenta. “También tuve buenos maestros, agradeceré siempre el rigor y la generosidad de mis jefes”, agrega.

Claudia destaca que el área está en permanente evolución: “Es muy difícil aburrirse, ya que combina aspectos de negocios —estratégicos, tendencias de la industria e impacto legal, por ejemplo— y leyes, lo que resulta muy entretenido, porque debes estar al tanto no solo de la realidad de tu cliente sino que de la industria en general”. Paradójicamente, hay una característica que no le gusta de las tecnologías de la información: estar disponible 7×24. “No me parece justo ni sano”.

Ser estudiosa y aplicada, y tener una personalidad fuerte basada en el conocimiento, son sus consejos para las abogadas jóvenes. Además, es fundamental dominar el inglés, tanto para la lectura de rigor, como para la práctica, sobre todo si parten a especializarse a EE.UU. “al menos un curso de 6 meses”, recomienda.

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