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La materia olvidada de la abogacía española: la salud mental

«Cuando me diagnosticaron el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) a finales de 2010, una de las primeras cuestiones que me planteé fue la siguiente: ¿con quién debo compartir esta información?…»

Manel Atserias Luque - 25 abril, 2017

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Manel Atserias Luque

Cuando me diagnosticaron el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) a finales de 2010, una de las primeras cuestiones que me planteé fue la siguiente: ¿con quién debo compartir esta información?

En aquel entonces, estaba cursando el tercer año de la licenciatura en Derecho en la Universidad Pompeu Fabra (Barcelona, España) y mi inserción en el mundo laboral ya no estaba tan lejos. Pero créanme cuando les digo que era la menor de mis preocupaciones. Bastante tenía con luchar contra mi trastorno mental y hacer una vida normal.

Respondí dicha pregunta nada más llegar a casa. Lo haría público, sin esconderme de nadie. Mi familia y amistades más cercanas se opusieron en un primer instante, bajo el argumento de que tenía que sopesar todas las consecuencias de mi actitud. Pero cuando vieron aquella determinación y compromiso a la concienciación, lo entendieron.

Teniendo en cuenta que la estigmatización por razones de salud mental es una de las mayores lacras que padece la sociedad española, algunos podrían considerar que la decisión que tomé en su momento fue imprudente y contraproducente. Y más en el ámbito profesional en el que, supuestamente, tengo que trabajar.

Tal como explica la plataforma Obertament, una organización catalana muy comprometida con la salud mental, el estigma es “la atribución de cualidades negativas y despectivas sobre un colectivo de personas, las cuales pasan a ser vistas, pensadas y tratadas a través de un prisma construido a base de prejuicios y falta de información”.

Ahora bien, salvo un caso mediático de titulaciones deportivas, no tengo experiencia en un despacho. Pero soy plenamente consciente que el mundo de la abogacía es altamente competitivo y exigente. Los abogados tienen que estar acostumbrados a trabajar muchas horas y bajo presión.

Pero, sobre todo, si ejercen en grandes despachos, asumen muchas responsabilidades. No pueden equivocarse. No pueden mostrar ningún signo de debilidad ante su cliente o compañero. De lo contrario, el primero desconfiaría y acudiría a la competencia, mientras que el segundo podría utilizar esta circunstancia para obtener una ventaja profesional. A propósito de este último caso, un hombre de leyes muy sabio me dijo una vez: «A diferencia de otros colectivos, los abogados no somos tan corporativistas».

No obstante, también existen aquellos casos en los que el «defecto no es de fábrica» (como el de un servidor), sino que nacen o se manifiestan como consecuencia del acceso a la profesión y el entorno laboral. Los datos proporcionados por Bibelhausen, M. Bender y Barret en el estudio “Reducing the Stigma: The Deadly Effect of Untreated Mental Illness and New Strategies for Changing Outcomes in Law Students” ―respecto del cual Idealex.press ya ha publicado dos artículos―, demuestran claramente lo que estoy exponiendo.

Más de un avispado se habrá percatado de que dicho estudio solo refleja la realidad norteamericana y canadiense. Sin miedo, pregunten: ¿Y cuál es la situación en España?

Pues bien, lamento decirles que no disponemos de ningún estudio. De todos modos merece la pena analizar el informe “El Estigma y la Discriminación en Salud Mental en Cataluña 2016”, pues, aunque sea de ámbito autonómico, dudo que los datos cambien en el resto de España.

En cuanto a la profesión, lo único que sabemos es que la Fundación Instituto de Investigación aplicada a la Abogacía publicó un informe sobre el “Análisis de las Características de las Patologías y Lesiones del Abogado en España”, contratado a Antares Consulting. Y de los resultados parciales que arroja ―ya advierte del fenómeno del subregistro― nos permite confirmar, por extraño que pudiera parecer, que el eslogan “Spain is different” no se puede utilizar en nuestro colectivo.

Pero siempre estamos a tiempo de cambiar. En junio, el Ilustre Colegio de Abogados de Barcelona (ICAB), una de las instituciones con más prestigio a nivel internacional, tendrá una nueva Junta. La candidatura de Jordi Pintó Sala ha mostrado mucha sensibilidad y un especial interés en esta materia y, haciendo alusión a su eslogan “Cambio 180 Grados”, le pido al candidato que la salud mental de los estudiantes de Derecho y abogados/as barceloneses también debe cambiar los mismos grados. En mí, encontrará un amigo, compañero y aliado.

 

* Manel Atserias Luque es abogado de la Universidad Pompeu Fabra, España, y actualmente cursa el Máster Avanzado en Ciencias Jurídicas, en ese mismo plantel. Es Consejero legal de la Asociación TOC 2.0, de Barcelona, y también es Defensor de la International Obsessive Compulsive Disorder Foundation (Boston, EE.UU.).

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