La nueva firma se dedicará únicamente a asuntos penales, con especial énfasis en litigios penales económicos, fraudes, delitos ambientales y...
¿Por qué los clientes no entienden a los abogados?
José Domingo Monforte, socio director del estudio español Domingo Monforte Abogados Asociados escribió para el sitio Legal Today, una interesante columna sobre el lenguaje propio de los abogados, que no tiene como prioridad la comunicación, sino la imposición subliminal de una idea.
30 marzo, 2017
-José Domingo Monforte, socio director del estudio español Domingo Monforte Abogados Asociados escribió hace unos meses una nota en el sitio Legal Today lo que significan las palabras para los abogados.
«Las palabras del abogado, pronunciadas o escritas, no están destinadas a comunicar sino a convencer, persuadir y disuadir. A crear una realidad que encaje con sus objetivos», escribe al inicio de su columna. Luego, cita al novelista y filósofo italiano Humberto Eco: «un juicio es un escenario en el que se representa una comedia o un drama….y empieza la logomaquia». O sea, más que lo que se dice, importa el cómo se dice. Y comparte una teoría que articuló el filósofo, historiador y lingüista, Pancracio Celdrán, en una conferencia titulada «Las Palabras y los Abogados». El erudito entendía que, en ocasiones, los golpes de efecto tumban la verdad más verdadera. Y ponía como ejemplo una anécdota histórica que refleja perfectamente esta idea: Friné, prostituta griega del siglo IV a.C, acusada del crimen de impiedad, fue llevada ante los jueces atenienses; su abogado, Hipérides, viendo indecisos a los magistrados y casi condenada a su defendida, pidió a Friné que se desnudara y dijo: «Oh jueces de Atenas ¿condenareis por un crimen de impiedad a quien los dioses hicieron tan hermosa»…. y salió absuelta.
Por eso, Monforte, está convencido que los abogados escriben y hablan «primero para disuadir: quitar de la cabeza del juez, del abogado contrario e, incluso de nuestro cliente, las ideas que no encajan con la «verdad» que defendemos. Y en segundo lugar para persuadir: convencer a todos los que nos escuchan de que nuestros argumentos son los únicos con los que se puede hacer justicia».
Y agrega que el primer paso para convencer es transmitir seguridad, que los que nos escuchan perciban que estamos convencidos de lo que decimos; «primero, por deber, a nuestro cliente, de que le estamos dando la mejor defensa posible y, después, al tribunal de que tenemos razón en nuestros argumentos».
El abogado aconseja que durante el discurso, es fundamental estar pendiente del auditorio para asegurarnos de que está entendiendo el sentido de las palabras y el objetivo con el que las pronunciamos. Y evitar, en la medida de lo posible, equivocarse. Y cita a Cicerón «el error percibido es como una herida….de ella podemos morir y dejar a la intemperie nuestro tinglado o entramado retórico».
Pero cuando el abogado deja su entorno jurídico, añade Monforte, es cuando tendemos a llevar con nosotros ese lenguaje que, para una audiencia más generalista, puede resultar artificioso. «En este camino, el estilo jurídico puede sacrificar algunos tecnicismos, pero nunca perder su riqueza léxica. Hacer un discurso comprensible no implica rebajar la cultura del que se expresa. El lenguaje nunca se debe banalizar o degradar, ni siquiera en aras de un fin tan loable como es la comunicación. La sencillez no es simpleza», concluye.
* Este es un extracto de la nota titulada «¿Por qué no entendemos a los abogados?”, publicada en Legaltoday.com. Lee el artículo completo aquí.
** El texto fue escrito por José Domingo Monforte, socio director del estudio español Domingo Monforte Abogados Asociados.