Liv Rivera: “Nice is a liability”

Es abogada, de tez morena, ojos oscuros y apellido latino, tal como Warner Bros espera que deban lucir los “hispanos” y sin que se parezca en nada a sus padres. Se dedica a la litigación en temas bursátiles y de valores en una firma de Nueva York. Aparte de lo talentosa, enfocada y estilosa, practica mindfulness.

Esa es Liv Rivera (Melissa Barrera, México), la protagonista de Keep Breathing, una serie de 6 episodios, disponible en Netflix, con todos los elementos de ritmo, diálogos y fotografía para atrapar nuestra atención.

Liv Rivera, personificada por la actriz mexicana Melissa Barrera

La vida nos pone a prueba. Una y otra vez. Se trata de una carrera de obstáculos, de resistencia y velocidad. Todo al mismo tiempo. Eso parece querer enseñarnos la serie, dirigida en algunos capítulos por Maggie Kiley y en otros, por Rebecca Rodríguez.

La producción tiene un aire a la película “The Edge” (“Al filo del peligro” o “El desafío” – 1997) —protagonizada por Anthony Hopkins, Alec Baldwin y Elle McPherson—, oso incluido y persona perdida muy inteligente y llena de recursos a los cuales acudir para salir con vida.

En este caso, Liv corre desesperadamente hacia Inuvik, al noroeste de Canadá, en busca de algo o alguien. Y si para llegar a destino, debe subirse a una avioneta con desconocidos, así lo hará.

La madre: Florencia Lozano (EEUU). El padre: Juan Pablo Epinosa (Colombia)

Nice is a liability

“Mira… está bien que seas amable, pero no nos pagan para cometer errores”, dice la protagonista, recordando tiempos de tranquilidad mientras contempla el desastre y la perspectiva de morir de frío y de hambre. “We need to be the best, and need to be that at all times”, añade.
“Si necesita a alguien que le tome la mano, que busque un grupo de apoyo”, remata, refiriéndose a un tercero.
— So, you think I’m nice— dice, coquetamente su interlocutor.
— Ser Nice no es un cumplido. Nice is a liability.
“¿Cómo llegaste a ser abogado con esa visión del mundo?”, le pregunta ella, escéptica.

Con todas sus bondades, la serie exagera los flashbacks hacia la niñez y los meses previos al incidente que tiene a Liv Rivera en los bosques del norte. De vez en cuando, muy de vez en cuando, habrían sido el complemento perfecto. Pero tal como se hizo, no queda más que acudir al utilísimo botón de adelantar cada 10 segundos hasta que lleguemos a lo que nos interesa.

La protagonista se enfrenta a la realidad.

¿Una de las lecciones? Aprende a nadar.
¿Otra? Aprende a contener la respiración como un buzo profesional.
¿Otra más? Enséñale a tus hijos a absorber toda técnica y conocimiento que puedan: nunca se sabe cuándo les podrán ser útiles.

Entretenida, capaz de sorprender, tiene giros interesantes, pero arrastra la carga de personajes sobreactuados, una actriz que tiene mucho por crecer aún y los ya comentados viajes mentales al pasado. De todas maneras, es recomendable para una tarde de domingo o una noche de desvelo.
 
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