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Legu: el algoritmo que busca hacer «match» entre abogados y clientes
Ante una consulta del usuario, el asistente de inteligencia artificial no solo ofrecerá sugerencias jurídicas, sino que también buscará en la base de abogados registrados en la plataforma, quienes son evaluados posteriormente por el cliente.
16 octubre, 2025
-Diversas inteligencias artificiales han irrumpido en el mercado jurídico con el objetivo de proporcionar información sobre cómo abordar problemas en distintas áreas del Derecho. Entre ellas se encuentran herramientas académicas, tales como Examen de GradoGPT, programas de consulta y debate legislativo, Parlamento AI y plataformas emergentes de asesoramiento jurídico mediante algoritmos, así como DoNotPay y Meeting Lawyers.

Recientemente, se dio a conocer una nueva propuesta de algoritmos de consulta: Legu. La plataforma fue desarrollada por los abogados Javier Correa y Pablo Tromben, compañeros de clases de Derecho en la Universidad Adolfo Ibáñez, quienes se reencontraron años después trabajando en firmas distintas, cada uno habiendo comenzado a explorar la incorporación de la tecnología en el ejercicio de la profesión jurídica.
“Desde temprano nos dimos cuenta de que existían muchas más herramientas que solo Office para abogados. Por eso, hace un par de años inicié procesos de automatización dentro de la gerencia legal en la que trabajo, mientras que Javier empezó a trabajar con inteligencia artificial mucho antes que yo”, comenta Pablo Tromben.
Tras encontrarse en el asado de un amigo en común, los dos abogados compartieron diversas ideas para una aplicación de legaltech, que finalmente dieron origen a Legu.
El algoritmo cuenta con dos tipos de usuarios: por un lado, personas con dudas o urgencias legales que pueden interactuar con Legu para resolver sus consultas; por otro, abogados que requieren captar clientes. El aspecto diferenciador de la plataforma aparecería justamente en este segundo caso, cuando el usuario necesita representación legal.
“Todos los abogados que no trabajan en empresas ni en el sector público —que representan la mayor parte del mercado jurídico— enfrentan el mismo problema: conseguir clientes con tiempo limitado. Por ello, buscamos conectar a estos dos grupos, los usuarios que necesitan servicios legales y los abogados que buscan clientes”, explica Tromben.
Puntuaciones y algoritmos
Los creadores explican que ante una consulta legal de un usuario, como “no me pagan mis horas extras, ¿qué puedo hacer?”, el asistente de inteligencia artificial no solo ofrecerá sugerencias jurídicas, sino que también buscará en la base de abogados registrados en la plataforma. El sistema filtra por especialidad y preferencias definidas según el plan contratado por cada profesional, para luego recomendar al usuario un abogado adecuado, con la esperanza de que se genere un “match” efectivo entre ambas partes.

El abogado recibe una notificación sobre este potencial cliente y puede decidir si le interesa o no atender el caso. El uso del chatbot para consultas generales es completamente gratuito para los usuarios, mientras que los abogados deben pagar una suscripción y pasar por un proceso de verificación, acreditando su título profesional y confirmando que no tienen inhabilidades.
Si el abogado acepta asumir el caso, al finalizarlo, el usuario puede evaluarlo con una puntuación de 1 a 10 y dejar comentarios, factores que el algoritmo considera para futuras recomendaciones.
“Una calificación negativa, ponderada a través del tiempo, hace que el abogado pierda posición en el algoritmo de asignación de casos. En situaciones excepcionales, como una evaluación de cero por mala conducta, podemos tomar medidas, incluyendo la suspensión de la suscripción, siempre siguiendo el debido proceso y contrastando ambas versiones”, explica Pablo Tromben. Añade que lo que más influye en la recomendación es la especialidad del abogado, seguida de su puntuación, y que los profesionales nuevos reciben un puntaje base para evitar que partan en desventaja.
“Debemos aclarar que Legu únicamente pone en contacto a abogados y usuarios; no intervenimos en los honorarios ni en los servicios prestados. Nuestro objetivo es ofrecer la mejor opción dentro de nuestra base de datos según el tipo de problema. Al igual que en Tinder, no garantizamos que uno encuentre el ‘amor’”, señala Javier Correa.
Además, Legu ofrece a los abogados suscritos la posibilidad de utilizar asistentes legales especializados. Según los creadores, los chatbots disponibles con suscripción entregan respuestas más técnicas que las que puede obtener un usuario común y permiten crear algoritmos de consulta personalizados, enfocados en áreas específicas del Derecho en las que un estudio o profesional concentra su práctica.
Una necesidad in crescendo
Ambos abogados coinciden en que los profesionales más tradicionales comienzan a reconocer el potencial de la inteligencia artificial, dado el profundo cambio que estas herramientas están generando en el sector jurídico. “Los abogados jóvenes son nativos digitales, han crecido con internet, por lo que estas tecnologías les resultan más accesibles y cotidianas. Al mismo tiempo, el junior corporativo puede verse afectado, porque los abogados senior ya no necesitarán su ayuda para tareas rutinarias que una IA puede realizar”, afirma Javier Correa.

El abogado considera que, en este contexto, el abogado junior tendrá un desafío adicional a sólo dominar la legislación, pues deberá aprender a convivir y trabajar con estas nuevas herramientas para poder insertarse en un mercado transformado: “Esto también implica un reto para las universidades y centros de educación jurídica, que deberán redefinir la formación de los abogados y prepararlos para enfrentar este nuevo entorno profesional».
Por su parte, Pablo Tromben explica que los sistemas de IA de conocimiento general no cubren completamente las necesidades de los abogados. “Lo que realmente aporta valor son los sistemas especializados, con curaduría específica en cada materia y una capa de personalización que va más allá de la herramienta básica”, señala.
«La especialización, la sostenibilidad y el uso ético de la inteligencia artificial son factores diferenciadores. Nosotros entrenamos a nuestros asistentes a partir de investigaciones propias, sin recurrir al scraping masivo de información de sistemas, como los de jurisprudencia del Poder Judicial, ni utilizando material protegido por derechos de autor. Podríamos haber subido un millón de libros, pero toda nuestra base de datos está construida a mano, con documentos seleccionados cuidadosamente», detalla Tromben.
El abogado añade que el scraping masivo suele generar errores, especialmente cuando se intenta evadir los mecanismos de protección de las páginas web. “Todos esos pequeños detalles marcan la diferencia entre un sistema y otro”, concluye.