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viernes, 22 de noviembre de 2024

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Legal Project Management, la cultura del “negocio jurídico”

«Es aplicable tanto a las grandes firmas, como a los despachos unipersonales, pero también a los departamentos legales de empresas (in-house) y lo que se busca es una mayor eficiencia y control, sea de las tareas internas como de outsourcing…»

Luigi Woschion - 28 febrero, 2017

Luigi Woschion Espínola
Luigi Woschion Espínola

Ya es parte de lo cotidiano ver plasmado en cada una de los distintos sectores los conceptos de “innovación”, “eficiencia”, “tecnología”, “era digital”.

Estos proponen y materializan el uso de herramientas y sistemas de racionalización que permiten optimizar el quehacer y las tareas en la producción de servicios. Todos utilizamos a diario las nuevas formas de negocios que se han desarrollado gracias a estos conceptos y nuevas visiones en la aplicación de tecnología y negocios.

Sin embargo, algo muy particular sucede en el sector legal: pareciera que mira estos nuevos conceptos, pero desde otra perspectiva, en donde estos no se internalizan dentro de la cultura del “negocio jurídico” (The Business of Law). Solo lo vemos como parte del quehacer de nuestros clientes en sus asuntos y negocios.

Si vemos una fotografía de un despacho del 1930, salvo por pequeños cambios, esta imagen es muy similar a la fotografía que podemos obtener de un despacho en la actualidad.

En septiembre de 2008, en EE.UU. algo sucedió, el tradicional modelo de más de 100 años de una firma o despacho jurídico y las dinámicas del mercado legal, que hasta ese momento había tenido ganancias históricas, entró en recesión, grandes firmas quebraron, el negocio jurídico entró en crisis y desde ese momento el paradigma cambió. Algo muy similar sucedió en España, Reino Unido y otros países europeos.

Había que preguntarse el porqué de esta situación, de quién es la culpa, qué vamos a hacer. Ante todas estas interrogantes, y sobre todo, ante los nuevos requerimientos de los clientes y el nuevo escenario económico surgió una nueva visión con un método que venía a racionalizar y a empalmar con las necesidades de los clientes dentro de un mercado cada vez más competitivo, en donde los costos, el tiempo, el alcance, la calidad y los precios de la labor legal tenían que adaptarse a este nuevo escenario y exigencias del mercado. De ahí nace el Legal Project Management (LPM).

Si bien no es una rama del Derecho propiamente tal, es, en mi opinión, una herramienta de la abogacía, del quehacer legal de quienes prestamos servicios legales en pos de buscar una mayor racionalización que nos permita ser más competitivos, eficientes, más rentables e innovadores.

Queremos entregar un mayor valor a nuestros clientes mediante herramientas digitales que nos permiten incluso poder generar nuevos modelos de negocios legales.

Todo es aplicable tanto a las grandes firmas, como a los despachos unipersonales, pero también a los departamentos legales de empresas (in-house) y lo que se busca es una mayor eficiencia y control, sea de las tareas internas como de outsourcing, cuando la especialidad del asunto lo requiere.

El Legal Project Management tiene la virtud de cambiar la cultura de negocios y organización de tareas al interior de la firma o del departamento legal, pero adaptándose a su vez a las particularidades propias del ADN de la organización, sus personas y sus características: aquello que lo identifica y destaca.

Con el LPM nace un nuevo perfil, el Legal Project Manager, quien es una especie de director de orquesta que viene a coordinar y sistematizar la cadena productiva de servicios jurídicos, quien hace entrar y salir en los tiempos correctos a los distintos actores que intervienen en un proyecto legal (el encargo de nuestro cliente) dentro de un entorno multiproyecto y quien es responsable de alcanzar los objetivos planteados al cliente.

El Legal Project Management nos permite adaptarnos al universo de particularidades de cada uno de nuestros clientes y sus especiales necesidades y características de su encargo, a su realidad y posibilidades económicas, controlando racionalmente los costos, alcance del trabajo y el tiempo, siempre enfocados en la calidad del servicio, entregando al cliente precios claros, descripción precisa del trabajo a realizar, plazos de entrega y otros parámetros que el mercado actual nos exige.

Nos permite ser más competitivos y entregar el mayor valor en nuestros servicios, que hace que la experiencia del cliente sea superior a lo satisfactorio, obteniendo su fidelización y recomendación.

El LPM entrega la posibilidad de obtener más utilidades para las firmas o despachos, o traspasar esta eficiencia a los clientes a través de precios más competitivos. Y, para el caso de los departamentos legales de las compañías, su uso redunda en una mayor eficiencia con menores gastos y mayor control de las externalizaciones.

Es fundamental para el sector legal en la región que se innove y que nuestros abogados, firmas y oficinas estén preparados para competir en un mercado cada vez más complejo frente a los cambios económicos y las nuevas realidades de los clientes y sus requerimientos.

 

* Luigi Woschion Espínola es abogado fundador y CEO de LegalNovus.com y es Legal Project Manager. También es director y fundador de Legal Project Management Chile: «Improving The Legal Work».

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