"No puedo dejar de pensar en ellos cuando veo que ciertas oficinas de abogados se precian de no conocer límites,...
La superación del estereotipo del buen padre de familia
El derecho civil chileno se sirve de técnicas legislativas abstractas como una fórmula lingüística inteligible para las personas, quienes son los destinatarios del mensaje de la ley como fuente de derecho. Habermas caracteriza la relación entre el lenguaje y el Derecho a través del código común que representa el lenguaje ordinario, concomitantemente. Mantiene así una […]
Consuelo Serey - 29 julio, 2022
El derecho civil chileno se sirve de técnicas legislativas abstractas como una fórmula lingüística inteligible para las personas, quienes son los destinatarios del mensaje de la ley como fuente de derecho.
Habermas caracteriza la relación entre el lenguaje y el Derecho a través del código común que representa el lenguaje ordinario, concomitantemente. Mantiene así una referencia a la totalidad del mundo, de la vida, por lo que el instrumento necesario del que se sirve el Derecho es el lenguaje mismo, en consecuencia, todos los fenómenos que lo caracterizan y moldean.
Uno de los elementos que caracterizan al lenguaje es el dinamismo, funcionando como instrumento para la libre expresión y respuesta ante nuevas situaciones y cambios socio-culturales.
Los Tribunales Constitucionales y Cortes Supremas han tenido que someter sus normas a exámenes de constitucionalidad, toda vez que las categorías abstractas pueden presentar problemas semánticos o con efectos discriminatorios. Este es el caso de Colombia, cuya Corte Constitucional se ha pronunciado en una serie de sentencias en contra de contenidos semánticos que tienen efectos discriminatorios.
El concepto de “buen padre de familia” fue incorporado en el Código Civil chileno, como herencia del Código Civil francés, el cual a su vez lo tomó del derecho romano. Esta figura ha sido el estándar jurídico de conducta por excelencia de todos los ordenamientos de tradición romana desde hace siglos, en una sociedad organizada sobre un modelo patriarcal donde las mujeres estaban excluidas formalmente de la política.
Este estándar de comportamiento abstracto que representaría el jefe de hogar, donde para fines de siglo XX, el jefe de familia, es tomado en consideración por la prudencia o diligencia esperada para manejar negocios y bienes propios o ajenos que le fueran confiados, como correlato contrario a la culpa. Culpa o negligencia es la falta de cuidado que los hombres prudentes emplean ordinariamente en sus actos o negocios propios -Alessandri-.
En el derecho de responsabilidad civil podemos determinar si alguien fue o no diligente comparando la conducta del sujeto que causa el daño con el recaudo ordinario o esperable en un caso determinado, es decir, cotejando la conducta reprochada con este estándar normativo, a la que la ley denomina “El buen padre de familia”.
Hoy en Chile las jefas de hogar aumentaron 10 puntos porcentuales entre el 2002 y el 2017 y en los hogares monoparentales predominan las jefas de hogar, quienes representan 84% de estos, datos conforme al censo 2017 realizado por el INE.
Razones de igualdad, neutralidad de género y de mayor comprensibilidad son planteadas en la iniciativa de ley N.º 12143-34 para la sustitución del concepto “buen padre de familia” por el criterio de “lo razonable” o “persona razonable”. Así por ejemplo lo hizo Francia en virtud de la Ley de Igualdad entre mujeres y hombres, aprobada el año 2014, por considerarse el concepto de establecer dicho estándar de responsabilidad como de carácter sexista.
Los mandatos de género, que se iniciaron en la Modernidad con el pensamiento político y el nuevo contrato social-sexual, de los cuales el lenguaje es parte como fenómeno intrínsecamente humano, llegan a las mujeres modernas y contemporáneas, para lo cual propongo revisar la frase “madre suficientemente buena” de Donald Winnicott, psicoanalista y pediatra británico, que en el campo de la psicología analítica describe en forma de relación transpersonal entre la madre y sus hijos, de forma de que sea brindado lo que el niño necesita para que los procesos de crecimiento hereditarios se actualicen en su desarrollo.
El nivel de diligencia de un hombre común y corriente, es decir, ser tolerablemente bueno, no mecánico, ni perfecto, como lo son una madre o padre de familia, suficientemente buenos o como lo es una persona razonable; pareciera ser de igual forma contrario a la culpa.
Puede ser ventajoso adoptar una expresión lingüística que formalmente no discrimine según el género, como lo es aquella propuesta de “persona razonable”, aunque pareciera apartarse de la tradición continental romana y en el sistema anglosajón ha sido criticada por ser similar o no reemplazar del todo, la expresión del “reasonable man” por fundarse de igual manera, en estereotipos masculinos.
Con este análisis no pretendo ser exhaustiva ni mucho menos proponer reemplazar el concepto del buen padre de familia por la madre suficientemente buena, ni por persona razonable necesariamente, sino, enfatizar en la necesidad de revisar nuestras instituciones desde una óptica integral y feminista.
Consuelo Serey Sanguinett es Licenciada en Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Chile, ayudante del magister de derecho del trabajo de la misma universidad y miembro organizador del VII congreso estudiantil de derecho civil.
*Esta columna es parte de las publicaciones periódicas preparatorias del VII Congreso Estudiantil de Derecho Civil que organiza la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, en el marco del convenio con Idealex.press.
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