Eduardo Tirado es abogado con especialidad en derecho comercial, inmobiliario y tributario de la Universidad de los Andes. Se especializa...
La importancia del inglés desde la óptica de un head hunter de abogados
Felipe Lavín, socio de una consultora de reclutamiento, analiza la realidad que le ha tocado experimentar de primera mano al medir a cientos de abogados chilenos en el manejo de ese idioma. Las diferencias, en general, vienen dadas por el colegio de origen y el área de práctica.
31 enero, 2013
-Acaba de cerrarse la etapa nacional de la competencia Jessup, en que el equipo de la Universidad Católica se anotó como ganador para representar a Chile en Washington entre el 25 y el 31 de marzo, y uno de los temas que es imposible pasar por alto es el nivel de inglés de los participantes.
Pero, obviamente, el manejo fluido de ese idioma trasciende los concursos internacionales; si nos salimos de este ámbito tan específico y miramos el ejercicio profesional, la importancia crece. Saber inglés no sólo permite acceder a mejores puestos o mejores sueldos: puede representar la real diferencia entre obtener un trabajo o no.
Para analizar este tema quisimos conversar con Felipe Lavín, socio de la consultora de head hunting legal Idealis, empresa que lleva reclutando abogados desde 2008 y que cuenta con una base de datos de más de 5.000 profesionales. Abogado de la U. de Los Andes, su curriculum muestra que ha trabajado para el Ministerio de Relaciones Exteriores en peritajes de traducción e interpretación legal al inglés y que participó en el Jessup, en 1998.
¿Cuál ha sido su experiencia en cuanto al nivel de los abogados que conforman su base de datos?
La mayoría de los abogados con los que trabajamos tienen un alto nivel de inglés, aunque se aprecian importantes diferencias según el área de práctica.
Si el entrevistado puede conversar sin problemas tanto en persona como por teléfono, expresarse por escrito con pocos errores en gramática avanzada y leer textos de dificultad avanzada con pocas dudas, tiene un inglés avanzado, que nosotros calificamos como un nivel equivalente a un 80% o más.
Partiendo de esa base y tomando la última publicación de Chambers and Partners, advertimos el siguiente nivel —aproximado— según áreas de práctica:
– Tributario, Band 1 y 2: en promedio 82%.
– Corporativo, Band 1 y 2 (juntando las áreas de Bancario y Financiero, Fusiones y Adquisiciones): el promedio es 81%.
– Propiedad Intelectual, Band 1 y 2: 79% promedio.
– Energía y Recursos Naturales, Band 1 y 2: 73% promedio.
– Judicial, Band 1, 2 y 3: el promedio es 71%.
– Laboral, Band 1 y 2: 70% promedio.
¿A qué lo atribuye?
El buen nivel de inglés que vemos en nuestros candidatos obedece a que trabajamos con el grupo más competitivo del país, pero aún en este grupo hay deficiencias en el manejo de esta importante herramienta.
En Idealis medimos el inglés de cada candidato en las entrevistas. Es importante verificar la información consignada en el currículum, puesto que muchas veces responde a una estimación que el propio abogado hace de su nivel de inglés, sin tener un parámetro real. Por ello, es muy recomendable que la persona pueda someterse a una evaluación objetiva, realizada por un especialista y entonces consignar el resultado de dicha evaluación en su currículum. También ayuda indicar cómo aprendió inglés: por haber estudiado en el extranjero, haberse ido a un programa de intercambio, haber tomado clases intensivas en Chile, etc.
Cuando hemos hecho coaching en las universidades o evaluamos abogados recién egresados, percibimos que existe poca conciencia de la importancia de un adecuado dominio del inglés. Normalmente el periodo de la universidad es una época en que se estanca el aprendizaje del idioma: en la educación superior tenían entre ocho y cuatro horas de inglés a la semana y en la mayoría de las facultades de Derecho tienen cero. Algunas universidades están empezando a hacerse cargo del tema, implementando programas de inglés, incluso de inglés legal. Desgraciadamente, un nivel fluido se adquiere con muchas horas de práctica; por eso es una experiencia recomendable, para los que pueden ausentarse algunos meses, el vivir en el extranjero para empaparse del idioma.
¿Influye realmente en las posibilidades de encontrar trabajo? ¿Para qué ámbitos no es relevante?
Influye muchísimo. La gran mayoría de nuestros clientes nos piden abogados completamente bilingües, e incluso, en ocasiones, nos han pedido algo bastante escaso en el mercado: abogados con inglés entre 95% y 100%, es decir, equivalente a nativo.
Solamente en áreas de práctica donde el inglés es menos importante, como en el derecho laboral o la práctica judicial, los clientes están dispuestos a relegar la importancia del idioma a un segundo plano, siempre y cuando lo técnico esté impecable. Aún así, el inglés va a ser un factor de diferenciación entre los distintos candidatos.
¿Hablar y escribir se valoran de igual manera o hay alguno que prime?
Depende de la naturaleza del trabajo y quién es el empleador. Si el trabajo es más de “back office”, el acento se pone en el inglés escrito, incluso “inglés legal” (o “inglés técnico”). Cabe señalar que son pocos los abogados que realmente pueden redactar, en forma autónoma, un contrato en inglés. Por eso algunos prefieren recurrir a traductores.
Por otra parte, los abogados que tienen contacto con clientes extranjeros, necesitan dominar el inglés oral. En esto, una de las pruebas más exigentes es hablar por teléfono, ya que el abogado queda desprovisto del lenguaje no verbal.
¿Se paga mejor un abogado que domina el inglés versus uno que no y en qué porcentaje?
En muchos empleadores no se aprecia una correlación directa entre el nivel de inglés y la remuneración. Sólo algunos incorporan un bono a los empleados que logran certificar su inglés por sobre un determinado nivel.
Sin embargo, el dominio del inglés habilita para acceder a trabajos mejor pagados. En los primeros tres o cuatro años de ejercicio de la profesión se aprecia que los abogados que dominan el inglés acceden a empleos que pagan hasta un 20% más. Esta diferencia se acentúa drásticamente al aumentar los años de experiencia, especialmente a nivel de empresas.
De acuerdo a su experiencia ¿Quiénes son los mejor preparados?
Las generaciones más nuevas vienen mejor preparadas en inglés, tal vez por influencia de los medios de comunicación y entre los recién egresados pesa muchísimo su formación escolar.
En abogados titulados, importa mucho la exposición al inglés que tengan en su trabajo y la posibilidad de estudiar y trabajar en el extranjero.
Respecto a las universidades, hemos observado que los planteles que tienen una mayor cantidad de matriculados provenientes de colegios particulares pagados, tienen normalmente alumnos con mejor nivel de inglés. Es interesante confrontar esta conclusión con los datos publicados por el Ministerio de Educación en www.futurolaboral.cl para los matriculados en Derecho el año 2010: para el caso de la PUC, un 80,5% provenía de colegios particulares pagados; en la U. de Chile, este porcentaje fue de 48,0%; en la UDP: 66,4%; y en la Universidad de Concepción: 21,4%.
De nuestra experiencia entrevistando abogados en inglés todos los días, lo que más nos impresiona, de manera positiva, son las personas que sin haber tenido una buena base en la etapa escolar, adquieren el idioma ya de adultos. Esto refleja esfuerzo y/o talento, ambos factores muy valorados a la hora de contratar a un profesional.
¿De qué depende dar un salto en el tema?
Primero generar conciencia entre los alumnos. Muy pocos saben, al momento de entrar a la carrera, que existen áreas que requieren mucho más inglés que otras.
Las universidades deberían incorporar programas de inglés, dar lecturas en dicho idioma, o incluso, como ya lo han hecho algunos profesores más adelantados: dictar ciertas clases en inglés.
Para los recién egresados: es un error común querer estudiar un postgrado, cuando aún no han capitalizado suficiente experiencia laboral, en vez de invertir esos recursos en mejorar su inglés. La experiencia nos ha mostrado que son más los abogados que no califican en un puesto de trabajo por no tener inglés suficiente, que por carecer de tal o cual título adicional al de abogado.
Sofía Martin LeytonEl Mercurio Legal