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miércoles, 18 de septiembre de 2024

columnas opinión

La importancia de la ética corporativa en la era digital

En un mundo hiperconectado, las empresas que no logren alinearse con las exigencias de transparencia y responsabilidad estarán en desventaja y corren el riesgo de perder la confianza del público.

Carolina Álvarez - 17 septiembre, 2024

En la era de la información, las empresas ya no pueden operar en la sombra. La transparencia, la responsabilidad social y el buen gobierno corporativo han dejado de ser aspectos opcionales; se han convertido en requisitos fundamentales para el éxito y la sostenibilidad de cualquier organización. La ética corporativa, un pilar habitualmente importante en el mundo empresarial, cobra ahora una relevancia sin precedentes en un entorno donde la información es accesible de manera inmediata y donde los consumidores, accionistas y autoridades exigen rendición de cuentas.

ética corporativaCarolina Álvarez

En este contexto, Chile no es una excepción. La creciente digitalización ha transformado las relaciones entre las empresas y sus públicos, haciendo que las acciones corporativas sean observadas más de cerca. Recientes episodios de controversias empresariales en el país—como los relacionados con colusión o malas prácticas ambientales— han revelado la importancia de adoptar una ética sólida que no solo busque el cumplimiento legal, sino también prácticas transparentes y responsables.

De igual forma, este proceso ha traído consigo una visibilidad sin precedentes para las operaciones internas de las empresas. Plataformas de redes sociales, foros en línea y aplicaciones de monitoreo permiten que cualquier ciudadano con acceso a internet se convierta en un auditor. Esto significa que, más allá de las normativas gubernamentales, las empresas están sometidas a una evaluación pública constante.

El caso de la constructora brasileña Odebrecht es un ejemplo de cómo las malas prácticas empresariales pueden estar expuestas a una escala global. El escándalo de corrupción que sacudió a varios países de América Latina, incluyendo Chile, muestra cómo las acciones deshonestas pueden afectar la reputación de una empresa y su capacidad para operar. La corrupción y los conflictos de intereses ya no pueden ocultarse con facilidad, y los consumidores y autoridades ahora tienen más herramientas para exigir explicaciones y, en su caso, sancionar.

En Chile, la creciente demanda por parte de los ciudadanos y el Estado de una mayor transparencia se ha reflejado en la implementación de normativas más estrictas para el cumplimiento ético y la responsabilidad social. Ejemplos de esto incluyen la Ley 20.393 sobre la Responsabilidad Penal de las Personas Jurídicas, que obliga a las empresas a adoptar programas de cumplimiento para prevenir delitos como el lavado de activos, la corrupción y el financiamiento del terrorismo.

La era digital también trae consigo nuevos desafíos éticos relacionados con la gestión de datos y la privacidad. El Reglamento General de Protección de Datos (GDPR) en Europa ha marcado un precedente global en la protección de la información personal. En Chile, la Ley de Protección de la Vida Privada (Ley 19.628) regula el tratamiento de los datos personales, pero la sociedad civil y las autoridades han comenzado a exigir reformas más profundas para adaptarse a los nuevos tiempos.

Las empresas que no respetan la privacidad de los usuarios pueden sufrir sanciones no solo legales, sino también reputacionales. Un caso emblemático es el de Facebook y Cambridge Analytica, donde el uso indebido de datos personales provocó una crisis de confianza a nivel mundial. En este sentido, la ética corporativa no solo implica el cumplimiento legal, sino también una gestión responsable de la información.

Afortunadamente, muchas empresas han reconocido la importancia de la ética en sus operaciones diarias y han implementado programas de cumplimiento y responsabilidad social que van más allá de las exigencias legales. En Chile, empresas como Codelco y BCI han sido destacadas por sus iniciativas en transparencia y sostenibilidad, convirtiéndose en modelos a seguir en cuanto a la adopción de mejores prácticas corporativas.

Algunas de las mejores prácticas que las empresas pueden seguir en la era digital incluyen la transparencia y rendición de cuentas, proporcionando informes claros y accesibles sobre las operaciones, prácticas y resultados de la empresa, tanto a sus accionistas como al público general. También deben comprometerse con la sostenibilidad, asegurándose de que sus prácticas minimicen el impacto ambiental y contribuyan al bienestar social.

Otro punto crucial es la protección de los datos personales, implementando políticas claras y estrictas sobre el manejo de la información sensible de empleados, clientes y socios comerciales. Finalmente, es importante desarrollar una cultura de ética y cumplimiento, donde esta conducta no sea vista como un simple requisito normativo, sino como una parte integral de la toma de decisiones diarias.

La ética corporativa ha dejado de ser un aspecto opcional o periférico en la gestión empresarial, especialmente en la era digital. En un mundo hiperconectado, las empresas que no logren alinearse con las exigencias de transparencia y responsabilidad estarán en desventaja y corren el riesgo de perder la confianza del público. En Chile, como en el resto del mundo, la sostenibilidad de las empresas dependerá no solo de su capacidad para generar beneficios, sino también de su compromiso con una ética sólida que responda a las nuevas demandas sociales y tecnológicas.

 
Carolina Álvarez es asociada senior de Admiral Compliance y cuenta con un Effective Compliance Programs del University of Pennsylvania.

 
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