"No puedo dejar de pensar en ellos cuando veo que ciertas oficinas de abogados se precian de no conocer límites,...
La economía de la diversidad
«Al no impulsar una agenda de igualdad de género y diversidad, seguiremos privándonos de tener nuestros Tim Cook (Apple), Cher Wang (HTC) o Indra Nooyi (PepsiCo)…»
Juan Cristóbal Cibié - 13 diciembre, 2017
Juan Cristóbal Cibié
«En mi programa nos enfocaremos en crecimiento e innovación. La igualdad de género y todo eso sobre diversidad quedará en un segundo plano». Así comenzaba a explicarnos su programa de gobierno, un candidato a la presidencia de Chile, a un grupo de estudiantes de posgrado en la ciudad de Washington, D.C.
Esa postura, que simula basarse en asignar recursos a aquello que es prioritario, no es más que una excusa para retrasar el cambio inevitable en materia de igualdad de género y diversidad. Bajo el falso supuesto de que fomentar derechos sociales siempre significará limitar los recursos destinados al crecimiento económico, el conservador logra convencerse a sí mismo de que incluso fuera de toda discusión moral, su postura es la correcta al ser acorde con el norte rector: el crecimiento económico.
Si la agenda fuese realmente crecimiento económico e innovación (y no un sesgo ideológico), es difícil entender cómo se puede catapultar el crecimiento y la innovación sin ampliar (no sólo capacitar) el capital humano.
Las propuestas que escuchamos siempre se enfocan en mejorar el acceso a la educación y la calidad de la misma. Estas son propuestas que se basan en mejorar el capital humano existente, pero ¿basta con ello? Después de toda una inversión en educación, ¿qué pasa si el capital humano decide irse?
¿Qué está haciendo Chile para retener su capital humano? ¿Están las condiciones necesarias para que nuestro capital humano quiera quedarse? Y si nos ponemos ambiciosos, ¿qué estamos haciendo por atraer capital humano extranjero?
Creo que hay dos variables importantes: compensación y calidad de vida. En la primera, Chile tiene bastante que ofrecer a sus profesionales, en comparación a varios países de Latam e incluso Europa. En la segunda, tristemente, el ser un bastión conservador nos juega una mala pasada. Si eres mujer o eres de una etnia, religión o sexualidad distinta a la predominante, Chile se te hará un lugar difícil para vivir. A la mujer no la respetan y a los diversos no los aceptan.
Qué persona talentosa, no-mainstream, querría imigrar a un país así. Y si esa persona nació en Chile, qué razón tiene para quedarse. Ahora preguntémonos dónde están nuestros motores de emprendimiento e innovación de occidente. En las ciudades liberales, por supuesto: San Francisco, Seattle, Nueva York, Washington D.C., Londres, París, Amsterdam, Rotterdam, Dublín, São Paulo, Milán, Vancouver, Toronto, Helsinki, Berlín, Hamburgo, Copenhague, etc., etc.
No se puede catapultar el crecimiento y la innovación sin impulsar una agenda de igualdad de género y diversidad. Al no hacerlo, seguiremos privándonos de tener a nuestros Tim Cook (Apple), Cher Wang (HTC) o Indra Nooyi (PepsiCo) y lo más triste es que nos mentimos convenciéndonos de que postergamos dicha agenda para lograr un crecimiento mayor.
Termino con una experiencia personal: estoy trabajando para un equipo permanente de 15 personas que asesoran la parte tributaria en EE.UU. de lo que parece ser la segunda fusión mas grande de la década (en el mundo). Este equipo, que cuenta con 10 extranjeros o hijos de extranjeros, 8 mujeres, y tiene paridad 1-1 entre hombres y mujeres socios y gerentes, es un dream team de la diversidad y está sacando adelante una de las operaciones más complejas de la historia.
¿Podría en el Chile de hoy existir un equipo así? Claramente no.
* Juan Cristóbal Cibié es abogado de la Universidad Católica, tiene un LLM en Georgetown y trabaja como Tax Attorney en EY.