"No puedo dejar de pensar en ellos cuando veo que ciertas oficinas de abogados se precian de no conocer límites,...
Justicia líquida
“En lugar de abordar el problema de raíz, se busca una solución que pueda ser implementada de manera rápida y sin una comprensión completa de la situación. Esto puede llevar a soluciones cortoplacistas y, en consecuencia, casi siempre ineficaces”.
Diego Palomo Vélez - 19 mayo, 2023
La idea de justicia líquida es un concepto acuñado por el sociólogo polaco Zigmund Bauman (otro de mis autores de velador) en su obra “Modernidad líquida”. El término hace referencia a la tendencia de nuestra sociedad actual de buscar soluciones rápidas y simplistas a los problemas complejos y a menudo inciertos que enfrentamos en el mundo contemporáneo.
En la era de la información y la tecnología, donde la comunicación y el acceso a la información están al alcance de todos, se espera que las respuestas a los problemas surjan de forma instantánea.
Vivimos en la sociedad de lo instantáneo, donde si la solución o respuesta a un problema no alcanza ese estándar de celeridad no es compatible con las expectativas de las personas, aun con el riesgo latente que un funcionamiento así expone a que la superficialidad y la precipitación sean protagonistas.
La justicia líquida, por lo tanto, se refiere a una forma de resolver los problemas que busca una solución rápida, postergando o sacrificando en cierta medida un análisis profundo o una comprensión completa del problema. Este enfoque se basa en una tendencia a la simplificación de la situación que debe resolverse, en lugar de una comprensión profunda y detallada con la mayor calidad de información posible que permita aumentar las posibilidades de una sentencia justa.
Bauman describe la justicia líquida como una forma de hacer frente a la complejidad del mundo actual, pero también la critica por su falta de rigor y su tendencia a generar más problemas a largo plazo. Según Bauman, la justicia líquida como paradigma no tiene en cuenta ni presente las complejidades de la vida real en el siglo XXI y, por lo tanto, no puede proporcionar soluciones a largo plazo.
La justicia líquida se basa y se conforma en la idea de que existen soluciones rápidas y sencillas a los problemas, como si se tratara de una nueva panacea. En lugar de abordar el problema de raíz, se busca una solución que pueda ser implementada de manera rápida y sin una comprensión completa de la situación. Esto puede llevar a soluciones cortoplacistas y, en consecuencia, casi siempre ineficaces.
Bauman sostiene además que la justicia líquida es una forma de “empobrecer la democracia” y limitar el potencial del ser humano para abordar los problemas complejos y cambiar la sociedad. La justicia líquida, esto lo agrego yo, como una máquina de moler carne, donde el factor humano va perdiendo relevancia y va dejando su lugar a otros objetivos. Como sea, como se sabe, en lugar de buscar soluciones rápidas y simples, Bauman aboga por un enfoque más completo y detallado que tenga en cuenta las complejidades cada vez más crecientes de la vida.
Además, el autor apuesta por una visión de la justicia mucho más a la altura de los desafíos que impone un estado democrático de derecho que a partir del resguardo absoluto de la independencia judicial y la adecuada dotación de los recursos necesarios, materiales y humanos, recuperando la imagen de la Justicia desde la convicción del trabajo bien hecho, con vocación de servicio y liberándose de una visión de la misma como si fuese una fábrica de salchichas producidas en serie que solo termina desprestigiando una actividad tan valiosa y trascendental como esta.
*Diego Palomo es abogado de la Universidad de Talca, fue decano de su Facultad de Derecho y es profesor de derecho procesal. También es doctor en Derecho de la Universidad Complutense de Madrid.
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