"No puedo dejar de pensar en ellos cuando veo que ciertas oficinas de abogados se precian de no conocer límites,...
Jornada de 40 horas semanales: no solo un tema de más productividad en menos tiempo
«La reducción del máximo de horas semanales es un objetivo loable desde el punto de vista del bienestar personal y al cual se debe aspirar, pero tiene consecuencias, entre ellas, que cada hora de trabajo, por el simple efecto de la reducción de horario, se vuelve más costosa».
Juan Pablo Mesías - 31 marzo, 2022
La ministra del trabajo, Jeannette Jara, señaló hace unos días que el proyecto de ley de reducción de la jornada laboral semanal de 45 a 40 horas -el “Proyecto”- “le hará bien a la productividad del país». En general, nadie discute que trabajar más horas signifique necesariamente mayor productividad. En esto, se puede estar de acuerdo con lo señalado por la ministra, pero no es el único aspecto para considerar, según analizaremos en las próximas líneas.
El fin último del Proyecto -de permitir más tiempo para la vida personal de trabajadores, trabajadoras y sus entornos cercanos- es indiscutiblemente bien intencionado. Pero tiene costos. Y tal vez este es el principal desafío del Proyecto: lograr su fin último minimizando sus efectos negativos.
Nuestro punto es que solo uno de esos posibles costos del Proyecto es la preocupación por una posible disminución en la productividad al trabajarse menos horas. Pero si entendemos que este es el único desafío para mitigar en el Proyecto a fin de lograr su fin último, podemos caer en un simplismo y eso es malo para esta política pública.
Si se quiere lograr un buen proyecto de reforma no puede soslayarse el hecho de que los rubros productivos tienen distintas realidades y, por ende, el impacto de la reducción de horas laborables por semana no solo se resuelve con trabajadores más focalizados y productivos en todos los casos.
Se trata de rubros en que la presencialidad o atención del puesto de trabajo por una determinada cantidad de horas tiene mayor relevancia que la productividad per se. Pensemos en el rubro de la seguridad física o el de los call centers, por dar un par de ejemplos. Se trata de simples matemáticas: la reducción de horas laborales semanales en estos casos obligará a incorporar nuevos turnos o más horas-hombre mediante la incorporación de nuevos trabajadores (que, aunque sea paradójico, en estos tiempos escasean) para cubrir los contratos vigentes. El sistema actual no funciona de otra forma. Entonces, cuando se alzan voces diciendo que el Proyecto debe contemplar ayudas a medianas y pequeñas empresas para que puedan mantener márgenes saludables, deben atenderse en serio y teniendo presente que frente a los efectos indeseados del Proyecto -que los tiene-, no todas las pymes requerirán del mismo tipo de ayuda. Por lo tanto, esta debe ser focalizada.
La reducción del máximo de horas semanales es un objetivo loable desde el punto de vista del bienestar personal y al cual se debe aspirar, pero tiene consecuencias, entre ellas, que cada hora de trabajo, por el simple efecto de la reducción de horario, se vuelve más costosa.
Para que resulte el fin último que la reducción de horas semanales propone, se debe pensar en una aplicación gradual en el tiempo de las disposiciones del Proyecto, se debe considerar la flexibilidad laboral, junto con efectuar una distinción entre aquellos rubros que pudieran ser más impactados respecto de otros, dirigiendo particularmente el apoyo del Estado hacia estos.
Juan Pablo Mesías es director del área laboral de NLD Abogados.
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