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Historias de café según tres personajes

Un sultán, un rey y un escritor están relacionados directamente con este brebaje que despierta pasiones, pero también detractores. Léalas aquí.

- 3 mayo, 2016

Pierina Cavalli

 

historias de caféPixabay
El café es uno de los brebajes más consumidos en el mundo y sobre todo en invierno. Ideal para estos días frescos, en que este líquido oscuro devuelve el calor y el alma al cuerpo. En estas historias de café te contamos que esta bebida ha pasado por altos y bajos en el tiempo, desde que los turcos lo trajeron a occidente. Además de utilizarlo como mercancía en sus transacciones comerciales, inventaron la forma de tomarlo que se utiliza hasta hoy, como una infusión.
 
Tanto saben de café que incluso hay un proverbio turco que establece como beberlo: «El café debe ser negro como el infierno, fuerte como la muerte y dulce como el amor».
 
A continuación les contamos tres historias de café con anécdotas que personajes conocidos han tenido con esta bebida que muchas veces ha sido confundida con una droga, por algo los mormones no lo beben. La primera, por supuesto, es la relación que tuvo el brebaje con un turco. La segunda con un rey sueco y la tercera con un escritor francés.

1. Sultán Suleiman

El café fue introducido en Estambul en 1555 durante el reinado del sultán Suleiman, emperador otomano reconocido como «El Magnífico». Lo llevó a la capital del imperio el gobernador otomano de Yemen, que había probado la bebida durante su estadía allí.
 
El café tuvo tanta popularidad dentro del harem del sultán que se agregó un nuevo cargo a la lista de los funcionarios judiciales: Preparador en jefe de café. Este cargo era un privilegio, ya que esta persona debía prepararle el café del sultán, y era elegido por su lealtad y su capacidad para guardar secretos.
 
El procedimiento para preparar el café era el siguiente: los granos se tuestan sobre el fuego, luego se muelen como polvo y son calentados con agua sobre las cenizas del fuego hecho con carbón.
 
Y por supuesto, no sólo se preparaba en el palacio del sultán Suleiman. Los ricos compraban los granos verdes en el mercado y los tostaban en sartenes, los molían en morteros y hacían la infusión en un cezve, un cacharro de metal con un asa larga para evitar quemarse los dedos y una boquilla para servir el líquido. Pero paralelamente nacían los primeros cafés que revolucionaron la vida social, convirtiéndose en parte de la cultura. La gente llenaba las cafeterñias durante todo el día para leer libros, jugar ajedrez, backgammon y discutir sobre poesía, política y literatura.

2. Gustavo III de Suecia

Gustavo III fue rey desde 1771 en Suecia, cuando el café ya se había extendido por Europa, pero detestaba y no podía probar ni una sola gota de la bebida, pues tenía la firme creencia de que se trataba de una bebida mortal.
 
Para comprobar su teoría se le ocurrió ordenar a ejecutar a un preso condenado a muerte de una manera muy fuera de lo común: matarlo de manera lenta obligándolo a tomar 12 tazas diarias de café, mientras que un grupo médico fuera registrando el deterioro físico del preso.
 
Ni Gustavo III ni el equipo médico pudieron conocer el resultado de la creencia del rey, ya que todos murieron. El único que sobrevivió fue el reo, quien terminó siendo indultado.

3. Honoré de Balzac

Novelista francés de la primera mitad del siglo XIX, Honoré de Balzac, era un fiel representante de la novela realista. Logró escribir una obra monumental llamada «La Comedia Humana», gracias a su concentración al trabajar.
 
Su método era comer algo liviano entre 5 y 6 de la tarde, y luego dormir hasta medianoche. Al levantarse se sentaba a escribir por horas, durante 15 o más. ¿Cómo lograba tal dedicación? Gracias al café.
 
Balzac bebía cerca de 50 tazas diarias de café. En un artículo publicado en una revista francesa en la década de 1830, el escritor describe el efecto que tiene sobre él, su bebida favorita: «El café cae en tu estómago e inmediatamente se siente una conmoción. Las ideas comienzan a moverse como batallones de un gran ejército en el campo de batalla, y la batalla ocurre. Las cosas recordadas llegan a todo galope, trayendo consigo el viento».
 

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