El Colegio de la Abogacía de Madrid estrena un nuevo espacio de exposiciones con una muestra de Antonio Mingote sobre...
Hablaré cuando esté muerto
Islandia lidera el ranking de la OCDE sobre adicción a los antidepresivos; casi el 12 % de sus habitantes los toma a diario. En Finlandia el alcohol es la causa del 14 % de las muertes.
1 agosto, 2018
-Arturo Ferrari
Arturo Ferrari es Gerente de comunicaciones de Muñiz, Olaya, Meléndez, Castro, Ono & Herrera Abogados.
“Los suecos solo matamos a nuestros familiares. No a los turistas”, afirmó Anna Jansson en una entrevista al diario online español Estrella Digital. La escritora, nacida en la isla sueca de Gotland, situada en el mar Báltico y una de las 21 provincias de dicho país, trabajó durante 30 años como enfermera especializada en pacientes con enfermedades terminales, quienes, señala Jansson, acostumbraban en su mayoría leer novela negra como una manera de enfrentarse a la muerte. Aclara, con cierto orgullo, que aunque suele estar incluida en una frondosa lista de escritores escandinavos que han invadido los anaqueles de las librerías europeas, ella se inició en este oficio mucho antes que varios de sus colegas, quienes aspiran con ansias ser incluidos en las huestes de esta suerte de, ya no tan reciente, boom literario.
“La perfección nórdica es solo una mentira: soledad, alcohol y antidepresivos”, dice el título de un artículo aparecido en El País hace poco más de un año. Cuatro de cada diez hogares en Suecia están conformados por solo una persona y una de cada cuatro muere sin que nadie reclame su cadáver. El documental La teoría sueca del amor del realizador Erik Gardini revela la causa: las políticas de los gobiernos socialdemócratas dirigidas a lograr que ninguna persona deba depender de otra para sobrevivir. El Estado puede sustituir a la familia y los amigos como red de protección.
Por su parte, Islandia lidera el ranking de la OCDE sobre adicción a los antidepresivos; casi el 12 % de sus habitantes los toma a diario. En Finlandia el alcohol es la causa del 14 % de las muertes. La apología de la autosuficiencia, la represión de los sentimientos y la soledad serían los culpables del alto consumo. Según la Organización Mundial de la Salud, Finlandia y Suecia tienen tasas de suicidios por encima de la media europea. Y no olvidemos la violencia doméstica y el acoso escolar.
Maj Sjöwall y su esposo Per Wahlöö escribieron una decena de novelas de corte policial años antes que el boom proveniente del norte de Europa empezará a abrirse paso. Su primera novela, Roseanna, fue publicada en 1965. La última, Los terroristas, en 1975. “Fue un proyecto que los dos teníamos claro que debía tener un principio y un fin”, declaró Sjöwall a El País. Cualquier listado o referencia sobre la literatura negra escandinava comienza obligatoriamente con ellos. “Queríamos denunciar una Suecia que de cara al exterior era idílica y que para nosotros (…) era una absoluta degradación de los que habíamos imaginado”, añade. Sjöwall tilda de “malísimos” y como imposibles de leer a la mayoría de obras de este género. La edición masiva de autores nórdicos obedecería a una estrategia puramente comercial dirigida sobre todo al mercado alemán.
Hablaré cuando esté muerto es la primera novela de Anna Jansson traducida al español. La trama se desarrolla en la localidad de Roma, ubicada cerca de Visby, la capital de Gotland. Frida Norrby, una anciana de 80 años, descubre el esqueleto de un niño enterrado en su jardín. Una vecina le confiesa que Helge, el esposo de Frida muerto hace algunos años, era el autor del entierro. Ella decide investigar para llegar a la verdad. Mientras tanto dos asesinatos rompen la tranquilidad del lugar y la casa de Frida queda reducida a cenizas luego de un repentino incendio. Aunque no encuentran su cuerpo la policía cree que ella es la tercera víctima debido a su misteriosa desaparición. La inspectora María Wern, personaje que aparece en la mayoría de novelas de Jansson, es la encargada de resolver el misterio.
Como telón de fondo aparecen los intereses inmobiliarios alrededor de un futuro centro geriátrico de lujo que sería levantado cerca de un lugar considerado patrimonio de la humanidad: el sitio donde supuestamente se encontraba la tumba del obispo de Unni, a quien se le encargó la difusión del cristianismo durante el siglo X en lo que ahora es Suecia. Sin embargo, el descubrimiento de sus restos en un sitio distinto al que originalmente se pensaba podían estar traería abajo el proyecto que se esperaba arrojara pingues ganancias para sus astutos promotores. Sin saberlo, y solo motivada por conocer si los restos de aquel niño -cuya respuesta pertenecían más a los dominios de la arqueología- tenían algo que ver con su amado Helge, Frida ayuda a poner al descubierto aquello que estaba detrás de las muertes que bruscamente habían interrumpido la paz de Roma.
La abundancia de personajes y de hechos que al final de cuentas resultan secundarios para entender la historia distrae al lector y perjudica la trama de la novela, introduciendo más pausas de las debidas. Jansson presenta una gama de personajes para quienes la soledad era quien dirigía cada uno de sus actos y decisiones. La obsesión por retroceder en el tiempo e indagar por hechos que ocurrieron siglos atrás marca el paso de varios de ellos. Pero sus motivaciones podrían ser no tan banales. Quizá no pasar sus últimos días esperando que alguien les dé un cucharón de sopa en la boca era lo que verdaderamente los gobernaba.