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martes, 23 de abril de 2024

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Habilidades digitales del abogado (parte 2)

“Los riesgos de no dar respuesta a los retos digitales son evidentes: ignorancia que deriva en incumplimientos normativos; en ineficiencias y en intrusismos, que harán peligrar la calidad de los servicios y a la postre que se tambalee el sistema…”

habilidades digitalesEmprendeLaw
María Jesús González-Espejp

Ya abordamos los conocimientos digitales que todo abogado debe tener a estas alturas del siglo 21. Ahora, en lo que respecta a las habilidades, pensamos que son esencialmente 10 las habilidades que debemos adquirir y practicar en nuestro día a día virtual:

1. Escribir con el registro adecuado: Cuando uno tiene delante al cliente es relativamente sencillo identificar el registro a utilizar para que nos entienda; sin embargo, la interrelación virtual no permite en la mayoría de los casos profundizar en ella, ni conocer el nivel cultural o social de nuestro interlocutor.

Por ello, en general es aconsejable utilizar un registro común y no uno técnico, al difundir conocimientos en las redes sociales o en blogs, salvo que realmente se trate de foros claramente destinados a profesionales capaces de comunicarse en ese registro técnico jurídico.

No es fácil dejar aparcado el lenguaje técnico y académico que habitualmente utilizamos, pero es necesario si queremos lograr que se nos entienda y empatizar con la mayoría de los internautas.

2. Tener empatía virtual: En una ocasión le pregunté a uno de los abogados pioneros en el emprendimiento de base tecnología legal, Lorenzo Guirado, fundador del sitio www.contratarabogados.com si me podía decir cuál era la clave del éxito de los abogados más frecuentemente escogidos por los clientes en su web y me contestó: la empatía.

Al igual que en el mundo real, hay personas más y menos empáticas en el mundo virtual. También es posible distinguir entre quienes son y no empáticos. Ya sabemos lo que por empatía entendemos en el mundo real: saber ponerse en el lugar del otro; algo que, por ejemplo, se materializa en la práctica con la capacidad de expresamos con los sentidos del tacto, como abrazando o acariciando; la vista (mirando de la forma adecuada); el oído (con la escucha activa) o con la expresión de discursos que muestren que eres capaz de ponerte en el lugar del otro, de entender lo que le ocurre, mostrándole que realmente te preocupa.

Pero, ¿qué significa en la práctica tener empatía virtual? Saber convencer a quien nos leerá de que hemos comprendido su necesidad y que podemos atenderla mejor que los demás: se trata de generar confianza a través del lenguaje.

3. Tener simpatía virtual. ¿Quién resulta simpático en las redes sociales? En nuestra opinión varias son las formas que se utilizan para comunicar simpatía en estos medios. Una de las más obvias es la publicación en nuestro perfil de una fotografía amable, que trasmita simpatía y cercanía; pero además, el acto de citar contenido de otros; el de agradecer a quien viraliza tu contenido que lo haga o el de participar de forma positiva en los debates abiertos por otros. Es decir, aprovechar todas las herramientas que tienen las redes para demostrar a otros que compartimos gustos, aficiones, intereses, sueños, opiniones o preocupaciones.

4. Ser proactivo virtual. Esto es, estar informado de lo que ocurre e interactuar cuando se debe. Esta habilidad exige dedicación de tiempo y esfuerzo. Exige presencia en las redes y la generosidad de interesarse por lo que otros escriben, recomiendan o comentan. Es decir, exige comentar, contestar, agradecer y dinamizar los contenidos de aquellos que nos interesan.

5. Practicar la escucha activa. Esta habilidad conlleva vigilar el comportamiento de tus sitios webs y blogs, de tus perfiles sociales, para entender lo que interesa y gusta a tus clientes; vigilar las analíticas de tus sitios y estudiar qué comparten tus clientes; conocer en suma lo qué realmente interesa a tus clientes. Y una vez que lo conoces, ejercitando además la habilidad de la proactividad, empatía y simpatía virtual, modificar lo necesario, incluir nuevos contenidos que respondan a lo que nos estaban pidiendo y compartirlo para que se sepa que escuchamos de verdad.

6. Profesionalidad. La demuestra quien habla cuando sabe y no quien habla por hablar. No son pocos los que en las redes sociales ejercen cierto presencialismo insustancial. En nuestra opinión no son positivos estos comportamientos, pero obviamente, cada uno es libre de manifestarse como considere. Otra forma de manifestar profesionalidad se logra escribiendo con corrección, sin erratas.

7. Seriedad y prudencia: Que se demuestra a través de tus fotografías y vídeos publicados, de tus comentarios y comportamientos. Todo ello debería transmitir profesionalidad, una imagen acorde con los valores inherentes a las profesiones jurídicas.

8. Consistencia: La construcción de una reputación sólida exige mucha constancia y consistencia en lo que comunicamos. Los canales virtuales nos ofrecen muchas posibilidades pero es importante tener objetivos claros.

9. Honestidad: Que se demuestra por ejemplo ante comportamientos como el reconocimiento de las titularidades de los derechos de las imágenes y textos de otros que citamos o incluimos en nuestras publicaciones.

10. Claridad: se te entiende, eres sintético y concreto. En mi experiencia una de las mayores dificultades que encontramos los juristas a la hora de escribir para los entornos digitales estriba en la necesidad de ser sintéticos y claros. Desarrollar esta habilidad requiere primero una capacidad de adaptación a las exigencias del entorno digital y la dedicación del tiempo y esfuerzo necesario.

Adquirir todos estos conocimientos y habilidades no es sencillo, pero sí cada vez más necesario.

Si dejamos aparte a EE.UU., en España y Latinoamérica no conocemos de prescripciones que obliguen a estar al dia, salvo algunas iniciativas políticas como aprobar una ley destinada a regular el derecho a la formación digital, el derecho a la neutralidad de red, el derecho a la privacidad y protección de datos personales, el derecho a la seguridad y secreto absoluto de las comunicaciones electrónicas y de los datos que circulan por la red, el derecho al conocimiento, acceso y reutilización de los datos generados y el poder de las administraciones públicas o el derecho al olvido.

El futuro está aquí y no deberíamos seguir mirando al otro lado. Los riesgos de no dar respuesta a los retos digitales son evidentes: ignorancia que deriva en incumplimientos normativos; en ineficiencias y en intrusismos, que harán peligrar la calidad de los servicios y a la postre que se tambalee el sistema. Ojalá esta vez el Derecho, los de Derecho no lleguemos tarde.

La oportunidad está ahí y sólo tenemos que aprovecharla. Desde el Instituto de Innovación Legal estamos promoviendo la definición del nuevo perfil profesional que debe tener el abogado para responder a los retos que acarrea la tecnología y estamos desarrollando cursos para capacitar a quienes desean formarse en las nuevas habilidades que exige la profesión.

 
* María Jesús González-Espejo es socia fundadora del Instituto de Innovación Legal y es socia directora de EmprendeLaw.

 
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