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miércoles, 24 de abril de 2024

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Ghrelina, la hormona que querrás tener controlada

Debido a ella puedes subir todo lo bajado después de días y días de restricción, además de acumular lípidos. ¿Cómo mantenerla a raya? “Lo primero es no hacer dietas suicidas”, dice un experto.

- 13 julio, 2016

ghrelinaPixabay
 
Cuando queremos adelgazar, muchos hacemos dietas en que bajamos rápido de peso, pero luego subimos todo lo perdido en poco tiempo. Una de las causas es la ghrelina, también llamada “hormona del apetito” u “hormona del hambre”, que puede haber tenido sus momentos de gloria en la prehistoria, pero que con la sobreoferta calórica actual ya tiene su trabajo cubierto.
 
La ghrelina es producida en el estómago en grandes cantidades y en menor medida en el páncreas, riñones, hígado, glándula pituitaria e hipotálamo. Tiene una importante función en la sensación de apetito, ya que es la encargada de informar al cerebro, específicamente al hipotálamo, de que el cuerpo está ya sin reservas y debe alimentarse.
 
De este modo, el nivel de la hormona aumenta antes de comer y disminuye una vez que hemos ingerido alimentos. Al ser la responsable de estimular el apetito, podría hacer más difícil el control del peso, se puede leer al hacer una búsqueda en Google sobre ella.
 
Otra de las características de la ghrelina es que facilita la acumulación de lípidos, concretamente en la grasa visceral, con el consiguiente peligro de enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo II y aparición de síndrome metabólico.
 
La ghrelina siempre circula en el organismo, pero tiene que mantenerse en su nivel basal. Mientras menos calorías se consumen, más alto está el índice de la hormona en la sangre y más hambre nos da, según un estudio realizado en ratones a los cuales les fue inyectada la hormona. ¿El resultado? Ratones obesos.
 
Lamentablemente, en la actualidad no existe ningún fármaco que actúe sobre esta hormona, pero se pueden tomar medidas para mantener los niveles adecuados. “Lo primero es no hacer dietas suicidas, excesivamente restrictivas, en que la ingesta de calorías es muy inferior a la necesaria”, dice José Gómez, CEO del centro de entrenamiento y nutrición Motion, quien estudió un máster en Entrenamiento y Nutrición Deportiva en la Universidad Europea de Madrid.
 
Gómez, quien también se especializó en alimentación en la Universidad de Barcelona, aconseja comer de forma frecuente, pero en la cantidad justa que necesita cada cuerpo dependiendo de la cantidad de calorías que gasta en reposo y la cantidad de ejercicio que realiza.
 
Estos consejos pueden ayudar a controlar la sensación de hambre:
– comer productos integrales para potenciar el contenido en fibra
– eliminar los azúcares refinados
– preferir la comida hecha en casa
– realizar entre 5 y 6 comidas al día, evitando las grandes ingestas para no provocar aumentos bruscos en los niveles de glucosa en sangre
– tomar suficiente agua o infusiones (1,5 a 2 litros diarios).
– utilizar, en pequeñas cantidades, activadores del proceso digestivo, como pueden ser el jengibre, la canela y la pimienta cayena
– dormir de 6 a 8 horas diarias, pues los hábitos de sueño pueden influir en la pérdida de peso y en la segregación de esta hormona
– hacer ejercicio físico (caminar, bailar, gimnasia, natación) durante 45 minutos, idealmente todos los días.
 
Pero además, en el sitio web Entrenamiento.com se recomienda crear ciclos para la ingesta de calorías: los períodos de mayor consumo de calorías pueden reducir la hormona del hambre y aumentar la leptina, otra hormona cuya función principal es regular el apetito.
 
Un estudio encontró que consumir durante 2 semanas entre 29-45 % más de calorías genera una disminución de los niveles de ghrelina en hasta un 18%.
 

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