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sábado, 20 de abril de 2024

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Estudiar en Suiza, lo que debes saber (2a parte)

“Una vez obtenida una beca, el primer gran desafío es encontrar un lugar donde vivir. La primera opción es llegar a una residencia estudiantil administrada por una fundación o por la propia universidad: habitación de 15 metros cuadrados, más espacios comunes compartidos con otras 3 o 4 personas, por alrededor de US$450 mensuales…”

Pablo Cornejo - 11 julio, 2016

SuizaHarasić y López
Pablo Cornejo

En una columna anterior traté de exponer algunas de las ventajas que tenía el ir a estudiar a Suiza, destacando los méritos de su sistema universitario –sobre todo en el ámbito del derecho internacional–, la posibilidad de acceder a becas y las ventajas que conlleva el vivir en un país multicultural, frontera entre el mundo latino y el germano.

Sin embargo, como puede dar fe cualquier persona que vuelva de hacer sus estudios en el extranjero, las cuestiones académicas –aunque importantes– no son las únicas que deben ser consideradas al momento de definir el lugar donde partir. En este punto, creo que la experiencia suiza resulta especialmente enriquecedora, aunque obliga a tener en cuenta algunas cuestiones previas.

Con todo, antes de comenzar a describir la vida en Suiza, es necesario hacer una prevención inicial: en el país coexisten diversas entidades, existiendo una desconcentración de funciones importantes. Por esta razón, independientemente de que el visado para estudiar lo concede la confederación, es necesario realizar a la llegada al país trámites adicionales ante las autoridades comunales, quienes otorgan un carnet de residente, que tiene una duración limitada y que hay que renovarlo en la medida que se avanza en los estudios.

Esta es una cuestión fundamental, porque además de las multas, quienes no se encuentren registrados no pueden contratar servicios indispensables, como un teléfono celular o una cuenta bancaria (o para evitar mayores gastos, una cuenta “vista” en la Poste).

Una vez obtenida una beca para cursar los estudios, el primer gran desafío es encontrar un lugar donde vivir. La primera opción, sobre todo para gente joven, es llegar a una residencia estudiantil administrada por una fundación o por la propia universidad, las cuales están bien equipadas y son cómodas, proporcionando una habitación de alrededor de 15 metros cuadrados, más espacios comunes que deben ser compartidos con otras 3 o 4 personas, por alrededor de US$450 mensuales. La mayor ventaja de este sistema es que se trata de una vivienda que cuenta con acceso a internet incluido, además de encontrarse por regla generalísima en las inmediaciones de la Universidad, lo que reduce los costos de desplazamiento.

La alternativa en caso que no se pueda optar a una residencia, es arrendar un departamento. Sin embargo, hay que tener en consideración que esto no solamente puede llegar a ser muy caro –sobre todo en ciudades como Ginebra o Zúrich–, sino que además se suelen exigir garantías que pueden dificultar la operación, como pagos anticipados. Por eso, si la idea es instalarse “en familia”, necesariamente quien quiera estudiar en Suiza deberá contar con ahorros previos. Con todo, esta dificultad puede ser disminuida, si uno está dispuesto a instalarse en ciudades más pequeñas en los alrededores de los centros universitarios, las cuales cuentan con excelentes conexiones, vía tren.

Por lo general, el costo de la vida en Suiza es caro. Sin ir más lejos, en el cantón en que viví (Vaud) el ingreso mínimo rondaba los US$3.500, cuestión que permite dimensionar los costos que implica vivir en ese país. Productos como la carne de vacuno, son lujos, que pueden alcanzar los US$55 por un kilo de filete; o US$9 por un kilo de fruta. Por esta razón, una opción que debe considerarse son las cadenas de supermercado más económicas, que manejan marcas propias y descuentos al por mayor. Para los estudiantes, una excelente opción son las cafeterías universitarias, las cuales ofrecen menús variados, por alrededor de US$12/17.

Si uno vive cerca de la universidad, no será necesario comprar un ticket mensual para el transporte público, pudiendo uno desenvolverse perfectamente caminando. En ese caso, el precio de un ticket –que dura una hora– es de alrededor de US$4, para adultos; y US$2 para niños y mascotas. Por el contrario, si uno vive en una ciudad de los alrededores o a una distancia que impide ir a pie a la Universidad, el pase mensual es indispensable para acceder a las rebajas en el transporte público.

Finalmente, un hecho a destacar es que todo el transporte público se encuentra interconectado: a modo de ejemplo, cuando volví a Chile, tomé el metro que une Lausanne con Chavannes, a dos cuadras del lugar donde vivía, me bajé en una estación que servía de conexión con la Gare, donde tomé un tren que llegaba justo hasta el aeropuerto, en Ginebra; todo en un tiempo razonable y sabiendo de antemano la hora de llegada y salida de cada metro y tren.
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Más allá de todo lo expuesto, Suiza es un país que destaca por su excelente calidad de vida, por sus ciudades limpias y por un entorno natural privilegiado. Sus ciudades, además de conservar arquitectura medieval intacta, destacan por encontrarse todas ellas próximas a algún lugar de atractivo natural o por tener todas ellas áreas verdes que permiten disfrutar los días de sol. Por lo mismo, no es de extrañar que en el país exista una profunda conciencia ecológica, siendo el reciclaje una práctica extendida hasta el extremo que en ciertas comunas se aplica un impuesto por bolsa de basura.

Con todo, sin ánimo de generalizar, los suizos no suelen ser personas muy abiertas a los extraños, ni muy extrovertidos, por lo que es difícil hacerse amigo de los locales. Por lo general, en la Universidad uno se termina juntando con otros extranjeros. Por lo mismo, las ciudades suizas tienen muy poca vida nocturna (el comercio cierra a las 18:00), cuestión que se replica los fines de semana (los domingos está todo cerrado) o los días festivos. Caminar cerca del Palais des Nations en Ginebra la tarde de un 25 de diciembre permite imaginar que uno está en una película de un apocalipsis zombie, cuadras y cuadras sin cruzarse con ninguna otra persona.

* Pablo Cornejo Aguilera es abogado de la Universidad de Chile y es master de la Université de Lausanne, en Suiza (2014). Da clases de derecho civil en la U. de Chile y de derecho internacional privado, en la U. Alberto Hurtado. Trabaja también en el estudio Harasić y López.

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