"No puedo dejar de pensar en ellos cuando veo que ciertas oficinas de abogados se precian de no conocer límites,...
El lado oscuro del Derecho. Y el nuestro
«… quienes estamos insertos en el mundo del derecho no podemos olvidar, en medio de los tecnicismos y el afán por el hablar críptico que, finalmente, el Derecho tiene que ver con el sufrimiento humano…»
Esteban Vilchez - 7 julio, 2018
Esteban Vilchez Celis
El discurso habitual en nuestras universidades, tribunales o seminarios académicos, es que el derecho ha sido uno de los principales elementos civilizatorios, una herramienta eficaz en contra de la barbarie, la opresión o la violencia.
Pero tengo muchas dudas al respecto.
El magnífico libro de Antonio Madrid, La política y la justicia del sufrimiento (Editorial Trotta, Madrid, 2010), contiene una reflexión interesantísima acerca de la profunda relación entre el Derecho y el sufrimiento de las personas. Sobre esta relación es que se construye todo el andamiaje indemnizatorio de aquello que llamamos “daño moral”, en el que el concepto dominante hasta hace poco era el del pretium doloris o precio del dolor. Es el sufrimiento humano, en sus manifestaciones más terribles, el que se enseñorea en un derecho penal que apenas disimula el pesar infinito de quienes pierden a seres queridos a manos de delincuentes o a manos de un Estado que se cree con el derecho de asesinar gracias a veredictos pomposamente leídos, manifestación extrema, esta última, de que la pena no es sino el sufrimiento estatalmente legitimado.
O se trata, si se quiere un último ejemplo, de las enormes dosis de sufrimiento que se respiran en los tribunales de familia, en donde parejas destrozadas en sus sueños deben añadir a ese dolor la amargura de disputarse el cuidado de los niños o los ingresos de cada quien para mantenerlos.
Lo que Madrid nos dice es que, en definitiva, quienes estamos insertos en el mundo del derecho no podemos olvidar, en medio de los tecnicismos y el afán por el hablar críptico que, finalmente, el Derecho tiene que ver con el sufrimiento humano. Y que el buen jurista, el auténtico amante del Derecho, debería ver cómo emplear sus conocimientos para disminuirlo.
Si usted puede leer, por nombrar al azar, a Norberto Bobbio o a Eugenio Raúl Zaffaroni, también puede leer, al otro lado del pensamiento jurídico, a Carl Schmitt, quizás el más importante ideólogo jurídico del nazismo, para quien causar sufrimiento a través del derecho es algo que, como para otros, puede ser perfectamente natural y justificado.
La legislación de grandes imperios que promovían y regulaban la esclavitud de los vencidos; las leyes promulgadas por las potencias colonialistas para mantener el yugo y la explotación; la abundante legislación que permitía condenar a brujas y herejes; las normas procesales que ponderaban el valor probatorio de confesiones obtenidas en medio de los espasmos del horrendo dolor del imputado sometido a tortura; las leyes de Nüremberg de 1935, redactadas por el jurista nazi Wilhem Frick, en el séptimo congreso anual de NSDAP, celebrado en esa ciudad; las especiales regulaciones para el maltrato de los detenidos en Guantánamo o Abu Ghraib; las legislaciones de las dictaduras latinoamericanas basadas en la doctrina de la seguridad nacional… ¿es necesario insistir con más ejemplos acerca de cómo el derecho puede ser instrumento de la barbarie y el sufrimiento?
En Chile, nuestro ordenamiento jurídico es cruel con los deudores, culpables o no de su insolvencia; es indolente con los ancianos a través de una legislación de seguridad social que los condena a la pobreza; es dañina con un medio ambiente que es asolado y que arroja a las comunidades a la contaminación y la falta de agua; y, cómo no, es despiadado con los que van a la cárcel, casi todos pobres y sometidos a una humillación muy por sobre la pérdida de libertad.
Esta forma despiadada de ver el derecho se cuela en todos los rincones de la sociedad: según una reciente encuesta, un 57% de los niños chilenos estarían de acuerdo con una dictadura aunque se violen los derechos humanos, si es que significara orden y seguridad, y un 52% lo estaría si trajese beneficios económicos; un 76% de los chilenos cree que un Carabinero está jurídicamente amparado por alguna norma para disparar a un joven de 20 años que comete el desatino de no obedecer a un control vehicular; una conductora de televisión, como Tonka Tomicic, y una panelista, como Macarena Tondreau, le dicen a todos los que las escuchen que les parece “merecido” (o sea, “justo”, “debido”, “correcto”) que a sujetos acusados de matar horriblemente a una mujer se les torture en la cárcel, con aplicación de electricidad de por medio. Esas no son solo afirmaciones tontas, sino sobreabundantes de crueldad.
Es hora, quizás, de preguntarnos por el lado oscuro del derecho. Y por el nuestro.
* Esteban Vilchez Celis es socio del estudio chileno AD Abogados. Se ha especializado en derecho penal, derecho eléctrico, derecho de la construcción y derecho administrativo sancionatorio.