Mientras que en Chile, el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia se encuentra limitado en su actuar ante empresas...
México: «Un alto índice de personas que estudiaron Derecho no lo volvería a hacer»
El ambiente competitivo y cómo se configuran las relaciones dentro de las facultades son un factor determinante para los abogados hoy.
4 abril, 2024
-Macarena Díaz de Valdés, doctora en Derecho de la Universidad de Los Andes y profesora de derecho civil de la Universidad Andrés Bello, dice que la creación de más programas de doctorado ha hecho que la competencia entre académicos para optar a una plaza se haya hecho más fuerte que años anteriores y ha aumentado la carga laboral.
“Creo que para la mujer que se dedica a la academia es más complicado, sobre todo si ella es jefa de hogar o no convive con el padre de sus hijos, dado que los sueldos, que en muchas universidades son más bajos que los que recibe un hombre con la misma experiencia, no alcanzan para cubrir todos los requerimientos del hogar y de los hijos, lo que obliga a buscar otras alternativas para complementar la renta. En esta línea, alcanzar el grado de productividad, y que, por cierto, las académicas siempre alcanzan, se transforma en un trabajo un poco más arduo y estresante”, dice.
Díaz de Valdés ha trabajado en universidades en las que existen protocolos y canales independientes o una forma de hacer que la escuela de Derecho demuestre que están más conscientes de estos temas, pero en su opinión aún están al debe: “Esto no ocurre en todas las universidades. Más allá de lo humano, una escala de sueldos objetiva ayudaría a igualar la cancha y a valorar realmente el trabajo de la mujer investigadora”.
Para ella, la investigación en Chile no está lo suficientemente valorada. “Tú como investigadora siempre te vas a sujetar a los lineamientos de la institución donde trabajas, y también va a influir qué importancia se le da a la investigación en la casa de estudios que te contrate», dice. Pero, añade, siempre se va a sumar los inconvenientes domésticos o externos que se tengan y, si el sueldo que pagan por investigar no cubre ese universo, «la carga se hace un poco más pesada y afecta la calma mental que se debe tener para cumplir con la productividad exigida”.
Otra académica, María Elisa Morales, de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Austral de Chile, destaca la importancia de trabajar en un ambiente armónico y cohesionado.
La carga de trabajo para los académicos es compleja, considerando que se deben cubrir exigencias de investigación, dar clases y desempeñar algún cargo. A pesar de ello, Morales cuenta cómo lo maneja: “Afortunadamente, lo llevo bien. Sin embargo, debo decir que me ocupo preventivamente de mi salud mental haciendo mucho deporte, alimentándome bien y procurando dormir lo suficiente”.
“Donde yo trabajo, el ambiente laboral es excelente. Lamentablemente, por experiencia propia, sé que eso no es así en otros lugares y puedo decir que efectivamente es un factor que afecta la salud mental, dado que el trabajo es un lugar en el que las personas pasamos gran parte del día y si el ambiente es hostil, lógicamente afectará tu salud mental”, dice.
También destaca que en la Universidad Austral existen protocolos e instancias para manejar situaciones de violencia y abusos, como la comisión para la intervención en situaciones de acoso, violencia y discriminación en la comunidad universitaria (Comisión AVD), la que cuenta con dos comisiones: una que es competente para intervenir entre estudiantes y otra que interviene cuando hay trabajadoras o trabajadores involucrados, sea como denunciantes o denunciados.
La competencia en la academia y el mercado
Juan Cristóbal Ríos, profesor de la cátedra de propiedad industrial en Derecho de la Universidad Diego Portales, afirma que la sobrecarga efectivamente tiene una relación en la salud mental, especialmente en los primeros años de carrera donde hay que demostrar que se es capaz de trabajar bajo presión: “Esto es parte de la curva de aprendizaje. Con la experiencia, vas fortaleciendo la tolerancia a condiciones, a veces, adversas como horarios largos, trabajo intenso y otros”.
Si bien Ríos se califica a sí mismo de ser de una generación en la que no se quejaban por el trabajo pesado, reconoce que las nuevas generaciones han exigido mejoras, lo que ha dado como resultado que las oficinas, facultades y empresas han tenido que adecuarse y hacer una transición desde el modelo clásico a uno que pueda entregar mejores condiciones, con la misma carga de trabajo.
“La carga es alta, pero se refuerzan aquellos aspectos emocionales como, por ejemplo, mantener cordialidad, respeto y tolerancia entre tus pares y de las jefaturas hacia abajo. La idea es generar un compromiso a través del buen trato”, dice Ríos, mencionando que también existen otras variantes esenciales como mejorar los sueldos para que sea atractivo incorporarse a una oficina nueva.
Respecto de la competencia que existe entre pares considera que es otro aspecto que se trabaja dentro de las empresas en el que se promueve el compañerismo y la camaradería, pero que existen caminos en los que se vuelve muy individualista, como por ejemplo, el ser socio, ya que genera mucho estrés en las personas que lo viven: “Inevitablemente termina agotando a los abogados, y la mayoría, me atrevo a decir, termina optando por caminos mas sanos para mezclar el trabajo con la vida personal, que incluye hijos, amigos y deportes”.
Por otro lado, Juan Jesús Garza, profesor de estudios avanzados en derechos humanos, argumentación jurídica y doctor en filosofía del Derecho en México, considera que el problema en las facultades radica propiamente en las actitudes y tradiciones que van generando hábitos que no suelen estar en línea propiamente con lo que exige un ejercicio intelectual en torno a una disciplina.
“Pareciera que el ambiente particular que se vive en ciertas escuelas de Derecho, es uno donde se practican actitudes de fuerte competencia, hasta en algunos momentos de violencia, por querer destacar en un ámbito que suele ser profundamente argumentativo. La mayoría se centra en tener o no la razón, ahí es donde pueden generarse afectaciones propiamente a la salud mental, como el ser una persona ruin, violenta o que no escuche”, dice.
Frente a este tipo de actitudes menciona que pueden decantar en hábitos y costumbres a futuro como la relación con cierto tipo de drogas o el consumo de alcohol, que es un tema tradicional en la salud mental de los abogados, “de ahí un alto índice de personas que estudiaron Derecho no lo volverían a hacer o no quieren que sus hijos lo estudien”, sostiene.
Garza hace hincapié en el ámbito especializado en el que se ejerce el trabajo, pero que por lo menos en su país la carga laboral para los abogados es alta, incluso en periodos de vacaciones. “Es un problema más bien de corte estructural en donde el gobierno las instituciones de justicia no han sabido organizar de la mejor manera los servicios y el trabajo jurídico de la mayoría de las personas”. Respecto de ello, destaca que por lo general Estados Unidos es prioritario en realizar investigaciones en cuanto a las enfermedades de los abogados en donde miden propiamente cómo están las cuestiones al interior de la profesión.
Un informe elaborado el 2021 por el grupo de trabajo presidencial de la IBA sobre bienestar mental en la profesión jurídica a nivel global, reveló que la mayoría de las organizaciones considera un asunto prioritario la salud mental de sus trabajadores, con un 82% de los encuestados.
La fatiga y la interrupción del sueño fueron uno de los problemas más cotidianos entre los encuestados, con un 57%. Le seguía con un 56%, la ansiedad.
Individualismo, aislamiento y carga laboral
¿Cómo deberían ser las relaciones interpersonales para que los abogados puedan sacar el máximo provecho a sus capacidades y al hecho de poder trabajar en equipo?, Marisa Méndez, española formada en Derecho, psicoterapeuta y profesora especializada en bienestar emocional, recalca que existe una tendencia al individualismo generalizado en esta profesión, lo que puede tener efectos negativos, ya que no potencia el trabajo en equipo, no potencia la delegación. Puede incluso afectar los niveles de confianza, lo que también terminaría afectando al cross-selling.
Frente al individualismo, dice, “cada cual afronta estas situaciones de exceso de trabajo, que pueden derivar en situaciones de amenaza y pueden llevar a situaciones de un estrés malo”. “El distrés, como lo llamamos, va a depender si uno tiene personalmente más tendencia a necesitar apoyo social, o más tendencia al aislamiento, o más tendencia a exteriorizar lo que está sucediendo o a internalizarlo”, agrega.
En ese sentido, reitera la importancia de las relaciones transparentes, claras, honestas y asertivas en un ambiente que no esté a la defensiva y que no sea pasivo-agresivo: “Lo que se busca es que cada profesional tenga las mejores capacidades al servicio del trabajo que está haciendo en un momento determinado, y con ello pueda aportar la máxima calidad al trabajo que hace”.
Es por ello, que fomentar el compromiso, mantener la comunicación y crear diálogos resulta sumamente necesario para lograr, gradualmente, erradicar los problemas que trae la carga de trabajo de los juristas. Es una obligación para los directivos de cada organización la aceptación y el compromiso para dar forma a las conductas y prácticas laborales saludables que promocionan.
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