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El debate al servicio de la docencia procesal
“A través del razonamiento y la presentación de pruebas contundentes, los participantes aprenden a influir en el pensamiento de los demás, potenciando así su capacidad para comunicarse de manera efectiva”.
Diego Palomo Vélez - 31 julio, 2023
La incorporación de un módulo electivo sobre el Debate como herramienta en la docencia procesal representa una oportunidad invaluable para los estudiantes de desarrollar destrezas y habilidades prácticas que trascienden el ámbito académico.
Este enfoque fundamentalmente práctico permite a los estudiantes adquirir un conjunto diverso de competencias que van más allá de la mera adquisición de conocimientos teóricos.
En primer lugar, el debate es una plataforma idónea para que los estudiantes aprendan a expresar sus ideas y tomar posición frente a temas controvertidos. Al asumir roles específicos, como defensor o contraparte, los alumnos se ven impulsados a investigar exhaustivamente y preparar argumentos sólidos para respaldar sus puntos de vista.
Este proceso promueve la formación de conductas y actitudes proactivas hacia el aprendizaje, alentando a los estudiantes a buscar información de manera crítica y a formar juicios basados en evidencias.
La argumentación y la contraargumentación son habilidades cruciales en el debate, ya que los estudiantes deben persuadir y convencer a su audiencia. A través del razonamiento y la presentación de pruebas contundentes, los participantes aprenden a influir en el pensamiento de los demás, potenciando así su capacidad para comunicarse de manera efectiva.
Estas habilidades comunicativas no solo son valiosas en el ámbito académico, sino que también se extienden a la vida profesional y personal, ya que facilitan la resolución de conflictos y el trabajo en equipo.
De hecho, el debate como herramienta de enseñanza no solo favorece el desarrollo intelectual, sino que también tiene un impacto positivo en la personalidad de los estudiantes. Al interactuar en un entorno que valora la expresión individual, los alumnos pueden fortalecer su autoestima, seguridad y confianza. La habilidad para expresarse verbal y corporalmente con claridad y eficacia también se ve beneficiada, lo que potencia la capacidad de los estudiantes para desenvolverse con éxito en distintas situaciones sociales y profesionales.
Para llevar a cabo un debate efectivo, es esencial seguir una serie de pasos previos. En primer lugar, se debe definir el tema a debatir, eligiendo una controversia relevante que estimule el interés y la participación de los estudiantes. Además, el docente juega un papel fundamental al establecer reglas de trabajo claras, que incluyan aspectos como los tiempos de intervención, el comportamiento durante el debate y los roles asignados a cada estudiante.
La investigación es una fase crucial en la preparación del debate. Los estudiantes deben informarse a través de diversas fuentes confiables, como textos y entrevistas, para asegurarse de contar con argumentos sólidos y bien fundamentados. Asimismo, es importante considerar la audiencia potencial y el jurado que evaluará el desempeño de los equipos, para adaptar la argumentación de manera efectiva.
Las etapas de análisis y redacción de argumentos son fundamentales para estructurar y respaldar las posiciones de cada equipo. Definir las tesis principales, secundarias y complementarias es esencial para una presentación coherente y persuasiva.
Además, la preparación de la contraargumentación permite a los estudiantes desarrollar habilidades de pensamiento crítico, ya que deben examinar y refutar los argumentos del equipo contrario de manera fundamentada.
El momento de la puesta en escena es la culminación de todo el proceso preparatorio. En este momento, los estudiantes deben demostrar diversas competencias, como el dominio escénico, el uso adecuado de la voz y los gestos, así como la capacidad de retener la atención del público. Estas habilidades comunicativas y de presentación son valiosas en todas las áreas de la vida y favorecen una comunicación efectiva.
En el desarrollo del debate, se desempeñan diferentes roles que enriquecen la experiencia de los participantes. Los estudiantes asumen los roles de defensor o contraparte, mientras que el moderador garantiza el buen desarrollo de la discusión y el respeto entre los participantes. El evaluador juega un papel crítico al analizar objetivamente las intervenciones y evaluar la igualdad de oportunidades para todos los sectores participantes.
En conclusión, el debate como herramienta en la docencia procesal es un recurso pedagógico poderoso que permite a los estudiantes adquirir habilidades y actitudes fundamentales para su desarrollo académico y personal.
Al promover el razonamiento crítico, la expresión efectiva y el trabajo en equipo, el debate se convierte en una herramienta valiosa para el aprendizaje integral.
Los estudiantes que participan en debates bien estructurados y organizados salen fortalecidos con una preparación más sólida para enfrentar los desafíos del mundo académico y profesional, y se convierten en ciudadanos informados y comprometidos con la sociedad.
Diego Palomo es abogado de la Universidad de Talca, fue Decano de su Facultad de Derecho y es profesor de derecho procesal en la institución.
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