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viernes, 19 de abril de 2024

editorial

El cerebro corrupto: el abogado sicario

“Dejar la corrupción, en casos como el mío, debe ser similar a dejar un vicio, es como ser un ex adicto”, Eduardo Herrera, capítulo “El descenso”.

- 14 octubre, 2019

cerebro corruptoEditorial Mitin

La segunda vez que estuve en Lima, hace algunos años, me dijeron que tuviera mucho cuidado con los penalistas. Y me desarmé. Desde entonces no he sabido cómo reaccionar, qué creer, cuánto creer. Que los abogados “usen” a la prensa me parece bien, siempre que yo sepa que estamos jugando ese juego. Es la vida, es el mercado, es un intercambio justo. Y en Idealex.press decidiremos qué tomamos de la información entregada y cómo la presentamos.

Pero no saber quién tenemos al frente —sonriéndonos, entregándonos datos, visiones, opiniones que no tenemos cómo calibrar— es complejo.

La semana pasada me regañaron por no haberme leído todavía el libro “El cerebro corrupto”, que va en su segunda edición y que fue escrito por el abogado peruano Eduardo Herrera, con quien me reuní hace algunos meses y de donde salió la idea para grabar una conversación sobre ética entre él y la abogada chilena Maritza Castro (ver aquí).

Partí a una librería, lo compré y lo devoré.

En la página 46, el autor cuenta cómo abogados independientes y firmas usan a los penalistas como revólver en la mesa, como elementos de coacción en grandes casos corporativos: “Esta es la lección: si quieres meterle miedo a alguien, ponle una denuncia por cualquier huevada y ya en el camino se verá”.

“La cárcel no es el objetivo: para ir a prisión por un caso de cuello blanco hay que hundirse en un tema tributario o de lavado”, continúa Herrera, percibiéndose como un sicario.

cerebro corruptoEduardo Herrera

Vino a mi mente de inmediato un cuento de esos que salen entre vodkas y whisky, pero de Chile; el del abogado mercenario que le lleva temas penales a un estudio de gran prestigio, que apoya a un socio principal que aparece consultado siempre en reportajes de gran seriedad.

Según el cuento —y como todo cuento, no verificado—, el mercenario le avisó a un empresario que estaba mencionado en la carpeta de investigación de un caso que mezclaba delitos tributarios y financiamiento irregular de campañas políticas, ofreciéndole sus servicios para sacarlo de ahí por varios miles de dólares. El empresario pagó y al poco tiempo se le informó que estaba siendo muy difícil desaparecerlo de la investigación del Ministerio Público, así es que todavía corría riesgos. Le fueron cobrados varios miles de dólares más, tras lo cual se le aseguró que el tema había sido manejado y podía respirar tranquilo.

Pero el investigado nunca había estado en la mira de los fiscales, por la razón que fuera. Pagó para que desapareciera algo que nunca existió.

En su libro, Herrera saca y saca y saca historias de un sombrero abierto, dejando al lector no familiarizado con la materia abrumado. Yo diría que por sobre el asombro, los taninos se reflejan en una sensación de peso sobre los hombros frente una realidad que requiere de acuerdos transversales para el cambio. Porque cualquier medida aislada será una raya en el agua.

Imperdible.

 
Sofía Martin Leyton
Directora
Idealex.press
@Idealex_press

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