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jueves, 2 de mayo de 2024

editorial

Edad y autoridad II

“…Instantáneamente me produce más confianza el personaje que tiene confianza en sí mismo: voy a poder entregarle temas y sentiré que hay grandes probabilidades de que los resuelva; voy a saber que no se va a achicar ante los problemas y que para sacar la pega adelante va a llamar a quien sea, a visitar a quien sea, y va a golpear todas las puertas…”

- 28 junio, 2016

Hace unos 10 días entregamos la opinión de Idealis Lex Reports sobre el uso del “tú” y el “usted” en contextos laborales profesionales.
 
En aquella oportunidad rescatamos la opinión de un reclutador senior de Idealis, respecto de su impacto en la evaluación de las habilidades blandas de un abogado joven, que se presenta como candidato a un proceso de selección.
 
Aunque mucho se ha escrito en este medio y en otros sobre ellas, definamos habilidades blandas como aquellas que tienen que ver con tus capacidades de interacción con los demás —en este caso específico estamos hablando del plano laboral—, donde sea a nivel consciente o no, siempre evaluamos si quien tenemos al frente se comunica bien, o sea, logra transmitir con claridad sus ideas; si, mirándolo desde el punto de vista opuesto, es capaz también de entendernos a nosotros; si tiene sentido del humor; si detecta sus propios errores y aprende de ellos; y así, infinidad de puntos que no tienen que ver con las ganas de trabajar o lo mucho que haya estudiado.
 
¿Y por qué son importantes? Porque finalmente en una oficina de cualquier tipo, por muy cliché que suene, el trabajo en equipo es lo que lleva a mejores resultados y optimiza el tiempo de todos. Tiempo es dinero, como dicen los gringos, pero también hablamos de tiempo de calidad: todos queremos que las muchas horas que pasamos en la oficina sean en un buen ambiente de trabajo.
 
Tratar de usted, sea el efecto que se busca o no, marca una distancia entre el que lo dice y el que lo recibe. Y así lo dicen los entrevistados en una nota publicada en Las Últimas Noticias (LUN), escrita por el periodista Wilhem Krause el domingo pasado.
 
Si yo, que soy un adulto en la mitad de la vida y tengo mucha experiencia, no tengo problemas con que un niño, un adolescente o un profesional joven me trate de tú, es porque lo miro como un igual: es sólo un ser humano que nació después. Pero si él o ella me tratan de usted, yo me doy cuenta de que no se sienten a mi altura. La excusa típica es la del respeto, pero a mí me pasa que el usted me suena a un sentido de la autovalía menor.
 
Y podría no importarme, pero sí me importa, porque instantáneamente me produce más confianza el personaje que tiene confianza en sí mismo: voy a poder entregarle temas y sentiré que hay grandes probabilidades de que los resuelva; voy a saber que no se va a achicar ante los problemas y que para sacar la pega adelante va a llamar a quien sea, a visitar a quien sea, y va a golpear todas las puertas.
 
En el artículo de LUN hay opiniones variadas, que recomendamos leer, pero la mayoría apunta a la cercanía en el trabajo colaborativo.
 
Cuando tengo que hablar con un súper gerente o un abogado pituco, siempre confío más en la secretaria que se refiere a su jefe por el nombre y no la que lo trata de ‘don Juan’ o la ‘señora Carolina’. Porque esa secretaria en el fondo es una asistente y se para de igual a igual con su jefe. Tengo la certeza de que va a perseguirlo, de que entiende la relevancia de lo que le expliqué y de que finalmente gracias a su labor voy a conseguir lo que busco.
 
¿Se puede tratar siempre de tú? Se puede, pero si tu interlocutor es quien tiene el poder y te mira con odio, retrocede. Me tocó con una persona que era mi superior y que tiene unos 35 años más que yo. Me di cuenta de que le molestaba profundamente el tuteo y que prefería la sumisión. Si tienes que pagar un dividendo y alimentar a tus hijos, mientras no te cambies de trabajo, la respuesta es clara.
 
 
Sofía Martin Leyton
Directora
Idealis Lex Reports
@Idealex_press

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