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lunes, 16 de septiembre de 2024

editorial

Edad, éxito, prestigio: ética parte 2

“Se trata de mantenernos cuestionándonoslo todo y a la vez tener criterio. Y, por sobre todo, no permitir que nos inculquen desprecio hacia la justicia material”.

- 6 septiembre, 2024

Continuando con las reflexiones de la semana pasada, quisiera contar lo mucho que me estresa cuando un abogado joven se compra un precioso Mercedes azul. Uno de ellos, en Chile y al ver la reacción en mi cara, respondió a la pregunta muda con “es para los clientes; tú sabes…”. El otro fue en Perú y no hubo conversación al respecto, pero la duda que me rondó por meses fue “por qué este tipo tan joven [con suerte 32] y bien remunerado no se compra un jeep amarillo”, “qué le pasa a él, que necesita asimilarse a personas con 30 años más”.

Sería útil desgranar aquello que las generaciones de abogados mayores le están mostrando a las más jóvenes, en cuanto a valores, ya sea en los primeros trabajos o desde la educación universitaria, como profesores.

Ni tráfico de influencias ni lavado de activos: ética parte 1

Pero por ahora lo que tenemos es la encuesta CADEM de percepción de la profesión legal, lanzada en agosto, elaborada en Chile, en la cual sobre opciones ya dadas se consultó a la muestra cuál de ciertas opciones era condición necesaria para el “desarrollo exitoso de la carrera de abogado”.

Si no definimos el “éxito” para estos efectos, todos podremos enumerar una serie de elementos muy equilibrados y con perfecto sentido, donde entren la gratificación personal por el deber cumplido, el conocimiento adquirido, lograr la solución de problemas que afecten a los más desposeídos y así. Todos también podremos entenderlo como dinero, nombre, poder e influencia.

La pregunta siguiente fue cuán importante para el éxito profesional eran los siguientes ámbitos: red de contactos, universidad de la que se egresó, dedicar muchas horas al trabajo, tener un buen mentor y la forma de vestirse.

Cambiándonos levemente de concepto, otro de los temas abordados en la encuesta fue el prestigio. Se formuló una pregunta sobre cuánto importaba para que un abogado fuera considerado prestigioso algunas de estas variables: ser experto en algún tema específico, tener una red de contactos transversal, hacer clases en la universidad o publicar y aparecer en algún ranking de abogados, para preguntar después qué áreas son las que tienen más prestigio hoy, donde ganaron por lejos derecho corporativo o financiero, derecho tributario y derecho comercial / de los negocios / concursal.

No se trata de ser “abajista” ni “caviar” ni del “red set”, sino de no volvernos tan cínicos con la edad; de mantener algo del idealismo que teníamos cuando estudiábamos; de pensar en grande [no necesariamente en términos monetarios]; de mantenernos cuestionándonoslo todo y a la vez tener criterio. Y, por sobre todo, no permitir que nos inculquen desprecio hacia la justicia material.

Si los conflictos de interés y el tráfico de influencias son dos de las principales preocupaciones de los abogados en temas de ética profesional, bien podríamos atribuirlo a la contingencia que se está viviendo en Chile; el problema es que si el abogado que responde encuestas como ésta le asigna un altísimo valor a las redes de contacto y se analiza a sí mismo en términos de éxito y prestigio —dinero y poder—, causa y efecto se comienzan a confundir.
 

Sofía Martin Leyton
Directora
Idealex.press
 
 

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