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viernes, 22 de noviembre de 2024

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Chile se pone al día con la Reforma Tributaria: el porqué del impuesto digital

«El desafío para el legislador, además de obtener la recaudación tributaria correspondiente, consiste en regular la situación tributaria y que estas empresas relevantes resulten exitosas dado que ofrecen bienes y servicios nuevos o mejores que los existentes, pero no porque pagan menos impuestos…»

Hernán Peñafiel - 3 abril, 2019

Hernán Peñafiel

En las últimas semanas ha estado presente la interesante discusión sobre el impuesto digital que se pretende incorporar con la Reforma Tributaria presentada por el Gobierno. Así han surgido diversas opiniones, tanto de detractores como de quienes, por el contrario, apuestan no solo “nivelar la cancha” sino también por posicionar a Chile dentro de lo quE consideran la vanguardia tributaria.

Dado que vivimos en una era digitalizada, cada vez es más común la entrega de bienes y servicios digitales sin tener al proveedor dentro del mercado de destino. Esto ha permitido que muchas de estas actividades económicas no queden gravadas bajo ningún impuesto, a diferencia de las empresas establecidas que si lo hacen y con las cuales compiten. De esta forma las prestaciones de empresas como Spotify y Netflix según expertos debieran ser catalogadas como importación de servicios, Amazon y Alibaba como importadores de bienes y debiera regularse también la prestación de servicios profesionales de otros actores globales como Airbnb o Uber; aplicándoles aranceles, IVA, Impuesto Adicional, renta presunta, primera categoría, según el caso.

Hernán Peñafiel

Obviamente las nuevas tecnologías son deseables, ya que no solo incrementan el espectro de bienes y servicios disponibles para los consumidores, sino que incentivan la inversión extranjera en nuestro país. Por tanto, el desafío para el legislador, además debe obtener la recaudación tributaria correspondiente, consiste en regular la situación tributaria y que estas empresas relevantes resulten exitosas dado que ofrecen bienes y servicios nuevos o mejores que los existentes, pero no porque pagan menos impuestos.

Si no fuese así, existiría una competencia desleal causada por la permanencia de un sistema tributario que no se ajusta a los nuevos tiempos. Se debe entonces adecuar la legislación y poner en el mismo nivel, o similar, a empresas que ofrecen los mismos servicios, independiente si se basen o no en plataformas digitales.

Dentro de la Unión Europea países como España, Italia y Francia están trabajando en legislar sobre el tema, lo que no ha estado exento de polémicas. Mientras que unos proponen legislar sobre lo que es una realidad dentro de la sociedad de consumo de cada país, otros proponen que no se deben tomar medidas unilaterales ni discriminatorias gravando a empresas solo por ser plataformas digitales.

En nuestro país existen diversas propuestas sobre el tema. La que más llama la atención defiende el impuesto digital, y propone aplicar un tributo a algunas de estas plataformas, incluso llegando al 19% , equiparándolo así con el IVA, dado que estaríamos frente, a un impuesto al consumo.

En la misma línea se propone que lo mas eficiente sería recargar los tributos a quien realiza el pago. De esta forma, añaden, si la cifra sube del 10% propuesto por la reforma al 19% se podría pasar de una recaudación de US$ 251 millones a una cifra aproximada de US$ 500 millones. Con ello, de pasada se podría financiar la menor recaudación que estiman traerían otros capítulos de la reforma tributaria propuesta.

A la dificultad de la fiscalización del pago efectivo que corresponda, vía “establecimientos permanentes virtuales” o intermediarios como Bancos y administradores de tarjetas de crédito, se suma necesariamente el problema de evitar que estas medidas sean derecha e íntegramente traspasadas a los usuarios vía precio.

En definitiva, la modernización, además de fascinantes alternativas para el consumidor o usuario, trae consigo dilemas para políticos, abogados y economistas. Bienvenido sea el problema entonces.

 
*Hernán Peñafiel, abogado de la Universidad de Chile, socio del estudio jurídico Chirgwin
Peñafiel.

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