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sábado, 18 de mayo de 2024

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Cambios en la abogacía, en tiempos de algoritmos

El fin del cobro por hora y una educación centrada en habilidades reflexivas son algunos de los cambios que podrían llegar debido al aumento del uso de inteligencias artificiales en el mercado jurídico.

- 28 julio, 2023

Con el inicio de la nueva década, el uso de inteligencias artificiales para la generación de textos e imágenes ha ganado popularidad. Entre estas plataformas, ChatGPT, creado por OpenAI, se destacó como una de las primeras en ganar una amplia aceptación, dando inicio a una carrera tecnológica entre diversas empresas para desarrollar algoritmos aún más avanzados y capaces de brindar respuestas a sus usuarios.

Rafael Mery

Google Bard, Bing y You son sólo algunos ejemplos de los sitios que han surgido en este nuevo mercado tecnológico.

El ámbito jurídico ha sido profundamente impactado, dado que las inteligencias artificiales ya se utilizan para pasar pruebas de abogados e incluso para ejercer la abogacía en juicios.

Al día de hoy, la implementación de algoritmos en el campo jurídico ha sido limitada, pero la presencia creciente de aplicaciones que permiten a las personas evitar la contratación de abogados para realizar trámites simples, como resolver controversias de consumo o generar contratos, refleja una clara tendencia de integración tecnológica en el mercado legal día tras día.

La situación plantea la pregunta: ¿cómo se adaptarán las firmas de abogados en los próximos años ante un mercado que se abre cada vez más a la implementación de inteligencia artificial? Rafael Mery, socio en Mirada 360 y profesor de análisis económico del Derecho de la Universidad Diego Portales, sostiene que esto podría significar el fin del modelo tradicional de las firmas. “No estamos hablando de un cambio en el año 2024, sino de un cambio inminente”, puntualizó durante el evento Día de la IA, organizado por la firma Chirgwin para su equipo de abogados.

En entrevista con idealex.press, Mery analiza que el modelo organizativo habitual en las firmas se ha basado en un sistema que emplea principalmente el trabajo de los asociados junior, quienes se encargan de las tareas más “cotidianas” de una firma, como la redacción de documentos legales. Esto permite a los socios ampliar su capacidad para atender clientes y casos, al contar con el respaldo de los abogados asociados. Este sistema es especialmente común en las firmas full service, mientras que en las firmas boutique se da con menor frecuencia, debido a que el trabajo es más especializado, lo que lleva a los socios a no necesitar una gran cantidad de abogados y, por consiguiente, el número de asociados es más reducido.

Sebastián Dueñas

El cambio que implicaría la aparición de la inteligencia artificial en tales estudios es que diversos algoritmos se emplearían para hacer el trabajo que habitualmente realizan los asociados junior. “La tecnología, además, permite que ese trabajo se haga mucho más rápido y, por lo tanto, la prestación del servicio legal se vuelva mucho más productiva, motivando más el remplazo. Cuando eso ocurra, las firmas necesitarían contratar menos juniors, como resultado, uno esperaría que la oferta para los abogados recién egresados de las Facultades de Derecho disminuya”.

Un factor de preocupación que se suma al auge de la IA es el aumento en el número de abogados con el paso de los años. Según un artículo de El Mercurio Legal en 2018, en Chile un total de 4.171 personas obtuvieron el título de abogado otorgado por la Corte Suprema del país, marcando un récord histórico, especialmente si se compara con el año 2008, cuando solo 1.473 profesionales juraron como abogados. “La consecuencia de todo esto es que dentro de unos 3 o 5 años tendremos una generación de abogados recién egresados que enfrentarán grandes dificultades para encontrar trabajo”, agrega Mery.

Sebastián Dueñas, investigador del programa Derecho, Ciencia y Tecnología de la Universidad Católica de Chile, opina que el reemplazo de algunas tareas por parte de las inteligencias artificiales no necesariamente significaría que los asociados junior no serán requeridos: “Ciertas tareas serían asumidas por estos sistemas, lo que requerirá reconsiderar cuáles serán las funciones de un asociado junior dentro de un estudio jurídico. Sin embargo, es cierto que se podría dar una reducción en la demanda de asociados si no se logra una migración de las tareas que actualmente realizan o si no es posible reconvertir lo que hacen en su tiempo”.

¿Educación desactualizada?

Rafael Mery considera que el desafío que presentará la IA al mercado jurídico deberá ser abordado desde las facultades de Derecho y la forma en que se forman a sus estudiantes como abogados. “Con la existencia de herramientas que permiten redactar documentos legales y revisar jurisprudencia, es necesario que los abogados se gradúen preparados para lidiar con estas tecnologías y saber cómo utilizar la información que brindan. Dado que el conocimiento está más accesible que nunca, considero que la formación legal debería avanzar hacia un modelo que no se enfoque tanto en la especialización, sino que proporcione a sus alumnos herramientas más generales”, dice.

El profesor recomienda una formación sólida de al menos 2 años en los fundamentos teóricos del Derecho, como el derecho civil, complementada con clases en humanidades y otras disciplinas que proporcionen a los estudiantes una base sólida de conocimientos. Luego, sugiere una formación más práctica, similar a la que reciben los médicos, donde los estudiantes puedan enfrentarse a problemas legales reales que los abogados encuentran en el mundo profesional y aprender a utilizar las herramientas tecnológicas que serán necesarias en el ejercicio de la profesión.

ScimagoMaría Francisca Elgueta

Además, Mery destaca la importancia que tendrán las herramientas de negocios y emprendimiento en esta nueva fórmula, las cuales no son enseñadas en muchas facultades. “Es poco probable que todos los abogados que egresen, aproximadamente 5.000 al año, consigan un trabajo remunerado con contrato. Muchos de ellos tendrán que emprender por cuenta propia, y si no cuentan con las herramientas necesarias, les resultará muy difícil, ya que la competencia en este ámbito es muy intensa”.

María Francisca Elgueta, investigadora de pedagogía del Derecho en la Universidad de Chile, ofrece una visión distinta. Para ella gran parte del trabajo de los asociados junior recién egresados va más allá de una función meramente descriptiva y poco reflexiva que puede realizar un algoritmo: “Las inteligencias artificiales pueden responder una prueba de Derecho, pero no lo hacen de manera óptima desde el principio; más bien, lo intentan varias veces y van adquiriendo conocimiento cada vez más preciso. Sin embargo, todas las habilidades cognitivas superiores se ven limitadas por el tamaño de sus bases de datos”.

Aun así, la profesora considera que se pueden efectuar mejoras en la formación de los abogados, ya que la educación jurídica actual falla en generar procesos reflexivos, en brindar un conocimiento integral humano y en ser más transdisciplinaria: “Opino que no tenemos una educación jurídica que realmente se centre en eso, y sobre todo una en la que también autogestionemos nuestro aprendizaje. Actualmente, el gran desafío es comprender que lo que aprendemos habitualmente debe actualizarse, ya que las leyes cambian permanentemente y el contexto mundial está en constante transformación”.

DoNotPay en un teléfono. La aplicacion pretende ofrecer servicios legales por medio de bots en vez de un abogado

“No veo que se produzca una crisis como tal, porque lo que realmente debemos hacer es prepararnos para la incertidumbre y la innovación. La inteligencia artificial, si se regula adecuadamente, será un estupendo instrumento y no más que eso”, dice Elgueta, quien estima que los estudiantes de Derecho tienen conciencia de que no necesariamente obtendrán éxito en la vida sólo por conseguir el título de abogados, por lo que deberán ser capaces de innovar y aprovechar las oportunidades que surgen en esta nueva realidad de inteligencias artificiales, siempre que haya comprensión y colaboración.

Una recomendación que Rafael Mery da a los estudiantes es que aprendan inglés de manera exhaustiva para destacar en el mercado globalizado de la abogacía, lo que también les dará acceso a diversas herramientas y cursos que se encuentran mayormente en ese idioma. Además, les sugiere que tengan una mentalidad abierta y se adentren en el mundo de las inteligencias artificiales para comprender cómo estas tecnologías afectan al mercado. “Es cuestión de navegar por internet, tomar cursos gratuitos sobre el tema, escuchar podcasts o conferencias en línea. No hay ninguna barrera para formarse correctamente en la profesión legal, pero deben saber y entender que están siendo formados para un mercado diferente al que les tocará enfrentar”.

“Creo que si tenemos una formación descriptiva basada en la repetición de leyes, obviamente será insuficiente. La inteligencia artificial no ha llegado al ámbito cognitivo y considero que nunca lo hará. Por lo tanto, las situaciones humanas que están detrás, las emociones, los sentimientos, las percepciones de contexto, la ética, el apretón de manos para generar un acuerdo, el diálogo, la mediación, es imposible que la inteligencia artificial las pueda resolver, al menos por ahora”, añade María Francisca Elgueta.

Nuevas estrategias en un mercado mutante

Rafael Mery señala que se está volviendo una tendencia en el mercado que varios asociados senior y socios están abandonando las grandes firmas para formar sus propios estudios boutique. Una posible explicación es que, debido al aumento del número de abogados y al auge de la inteligencia artificial, la carrera como socio en una gran firma ya no promete las ganancias que solía asegurar hace 20 o 30 años.

“Va a existir una necesidad casi obligada de formar su propia oficina porque los abogados no van a encontrar trabajo en las grandes firmas debido a la reducción de la demanda, ya que estas oficinas comenzarán a utilizar tecnología para las tareas más mecánicas”, sostiene Mery.

Otro cambio que deberá hacerse, añade, es dejar de emplear el cobro por hora. “Los algoritmos hacen el negocio más productivo, lo que afectará la hora facturable. Los abogados se enfrentarán a la pregunta ‘¿cómo le cobraré a un cliente si me toma sólo 5 minutos crear un contrato, si mi modelo de cobro es por hora?’. Rápidamente, los abogados tendrán que cambiar su sistema de facturación para adoptar tarifas más planas, ya que el tiempo ya no será relevante; en cambio, lo relevante será la calidad del trabajo y la rapidez, y ahí es donde la tecnología será una aliada”. dice.

Según Mery, esta transformación en la facturación sería algo positivo, puesto que el cobro por hora promueve la ineficiencia: “Los abogados tienen un incentivo para demorarse o ser menos productivos al generar el documento legal para poder cobrar más”.

Sebastián Dueñas considera que el cambio que se acerca producto de las inteligencias artificiales implicará plantearse preguntas difíciles sobre la utilidad de ciertos roles en las oficinas. “Va a ser una discusión interesante sobre qué hacer con aquella mano de obra que sólo puede hacer trabajos menos eficientes que los que podría hacer una inteligencia artificial. Será necesario llevar a cabo una gran labor de capacitación y reinvención de especialidades, lo que ocasionará la creación efectiva de nuevos trabajos legales. De hecho, ahora está muy en boca lo que se llama ‘legal prompt engineering‘, que busca mejorar los comandos que se les dan a los chatbots para que puedan utilizarse en tareas jurídicas”.

 
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