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lunes, 6 de mayo de 2024

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El bienestar de los abogados ya genera medidas concretas en firmas de EE.UU.

“…Inmediatamente les ofrecimos lo que uno de los socios llamó un ‘welcome back bonus check’, comprometernos a no molestarlos más allá de las 7 de la tarde y abrirles un espacio de recreación donde puedan relajarse cuando sientan que necesiten un respiro…”

Joaquín Muñoz - 25 octubre, 2017

Joaquín Muñoz

A leer el artículo publicado en Idealex.press “Las firmas están haciendo colapsar por stress y ansiedad a sus abogados”, no pude dejar de escribir esta columna sobre la oportunidad que tuve hace un par semanas atrás de reunirme con clientes situados en San Francisco y Nueva York. Se trata de estudios jurídicos a los cuales asesoro en diversas materias corporativas civiles y comerciales, en relación con los negocios de sus clientes en Chile.

No era la primera vez que visitaba sus oficinas y siempre después de completar la agenda laboral del día solemos compartir un café. En todos esos encuentros tuve la oportunidad de señalarles a los socios que notaba un ambiente distinto en sus oficinas; la gente, sobre todo los más jóvenes, se veían con más energía, más en grupos que trabajando individualmente frente a sus computadores, e incluso –en algunos casos- espacios de recreación dentro de las mismas oficinas.

Lo más notable, sin embargo, cuestión que le hice notar a prácticamente todos mis interlocutores, fue señalarles lo curioso pero admirable a la vez que todas las oficinas, incluso las situadas en la costa este, se notaran prácticamente vacías después de las 8 de la noche. No era aquello una característica que recordara en mis últimos viajes a tierras norteamericanas y ciertamente no es lo que se me viene a la mente cuando pienso en el trabajo de un abogado –cualquiera sea su rango– en un estudio jurídico en Chile.

¿Qué cambió? Me limito a reproducir en parte lo que fue una conversación con un importante socio de una prestigiosa firma en Nueva York acerca del tema: “Nos dimos cuenta, Joaquín, de que estamos perdiendo y se no está yendo mucha gente. Y eso no es lo más grave de todo, si al final, (al igual que aquí en Chile) abogados sobran. Se nos están yendo jóvenes que tienen un tremendo potencial, grandes habilidades blandas como jurídicas y talentos innatos para el estudio, el trabajo y la destreza jurídica. Nos dimos cuenta de aquello tarde, pero hoy estamos tratando de remediarlo”.

¿Cómo? “Verás, nosotros los americanos siempre hemos tomado el trabajo como algo sagrado y algo por lo cual vivimos. El gran sueño americano se funda en esa idea: si eres talentoso, respetuoso y por sobre todo trabajas duro, entonces tendrás una vida fantástica.

El tema es que esta noción no la comparten los más jóvenes, a muchos de los cuales se les hacía referencia como millenials en relación a su generación.

Y así continuaba: “Hoy, los jóvenes no buscan el dinero, buscan la felicidad. Y nosotros fuimos tercos y probablemente algo idiotas al pensar que, trabajando más, íbamos a generar más riqueza. Lo cual es cierto, pero tarde nos dimos cuenta de que si no tienes tiempo para disfrutarla, ya sea contigo o con otros, eso no vale nada”.

“Y he ahí el tema estos jóvenes, a muchos de los cuales se les tilda de flojos, impacientes y exigentes. Ellos entendieron, quizás mucho antes que nosotros, que más trabajo y más riqueza, no es necesariamente lo que buscamos en la vida. Es por eso que adaptábamos medidas tanto como para reclutar a aquellos jóvenes abogados talentosos que nos dejaron, para mantener y fortalecer el vínculo laboral y personal con los menos jóvenes, y recompensar a los que (en tono gracioso) nos han tolerado más tiempo y no son precisamente los más jóvenes.

A los que nos dejaron porque trabajaban en exceso –por culpa nuestra– había que señalarles que no solamente nos interesaba que volvieran por su talento, cuestión que no puede ser más cierta, pero que también por su calidad humana. Inmediatamente les ofrecimos lo que uno de los socios llamó un “welcome back bonus check”, comprometernos a no molestarlos más allá de las 7 de la tarde y abrirles un espacio de recreación donde puedan relajarse cuando sientan que necesiten un respiro”.

Y así me sorprendió ver en oficinas (sí, de abogados) salones no solamente con televisiones, sino con consolas de video juegos, meses de pool e incluso alguna más innovadora con una cama saltarina.

Después continuaban: “A los que no se nos habían alcanzado a ir, generalmente jóvenes aun de 30 a 40 años, les aplicamos las mismas condiciones, agregándoles beneficios y dejándolos ir también a la hora que deseen. Y respecto a los más viejos como yo, bueno, me dijo, para nosotros ya es demasiado tarde, no lo logramos entender antes y ahora es un poco tarde para volver atrás. La máquina que como socios hemos creado ya nos ha absorbido a tal punto que muchos vivimos para trabajar y no al revés. Ya estoy muy viejo para dejar la oficina a las 7, ir al gimnasio a medio día o simplemente conversar, como lo estoy haciendo contigo, más tiempo del estrictamente necesario”.

“Con todo, añadió, soy feliz y moriré tranquilo. Pero tarde nos dimos cuenta que la otra alternativa, trabajar para vivir, suena interesante, debo decirte, mientras esbozaba una sonrisa. Por eso les dimos todo esto a nuestra gente. Nuestra familia. Ahora vienen encantados a trabajar. Muchos me dicen que no diferencian entre un lunes y un viernes por la noche. Los tiempos han cambiado y nosotros tuvimos que adaptarnos”.

Si no, dijo, “íbamos a quedarnos los mismos viejos”, haciendo las mismas cosas, de la misma manera. Estos jóvenes millenials, “podrán ser un poco flojos y demandantes, es cierto, pero al final comprendieron muchas cosas antes que tú y yo juntos: feliz gano menos si eso significa ganar más tiempo”.

Yo no esbocé muchas palabras después de ese relato; simplemente me limité a señalarle que me parecía notable y a decirme a mí mismo “That’s a wise man right there”.

 
* Joaquín Muñoz Ayarza es abogado de la U. de Los Andes, estudió un LLM en la University of California, Berkeley y es profesor de derecho civil e inglés jurídico.

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