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Aula invertida: ¿una metodología efectiva para los estudiantes de Derecho?
Un estudio de la Universidad de Las Américas demostró la efectividad de esta técnica, que combina la enseñanza presencial tradicional con estrategias de aprendizaje en línea, en clases de Derecho.
- 12 noviembre, 2025
El aula invertida es un enfoque pedagógico que, desde la década de 1990, ha estado en constante debate dentro del ámbito educativo en el Cono Sur.
Bajo este sistema, los estudiantes reciben materiales —como videos, conferencias o artículos— para revisar antes de asistir a la facultad. El objetivo es que ese trabajo previo sirva como base para profundizar en los contenidos durante la clase, promoviendo el pensamiento crítico mediante actividades prácticas, debates o dinámicas colaborativas.
Jhenny RivasEn su versión actual, el modelo se enmarca dentro del blended learning, lo que implica la combinación de enseñanza presencial tradicional con estrategias de aprendizaje en línea.
En la carrera de Derecho de la Universidad de Las Américas (UDLA), sede Viña del Mar, los académicos Jhenny Rivas y Alexander Espinoza desarrollaron una investigación en la que aplicaron esta metodología durante un semestre con estudiantes de primer año de las asignaturas Argumentación Jurídica y Políticas de Equidad y Género.
Para su implementación, los docentes elaboraron videos breves y didácticos que los alumnos debían revisar antes de cada clase, junto con lecturas sugeridas disponibles en la plataforma virtual. Además, se fomentó la participación a través de foros en línea y se aplicaron evaluaciones formativas digitales al finalizar cada sesión. En el aula, las actividades se centraron en el trabajo en equipo, debates y análisis de casos jurídicos.
Alexander Espinoza“El Derecho es una de esas carreras más tradicionales, muy teórica y bastante alejada de la realidad para los nuevos estudiantes, por lo que requiere enfoques distintos”, explica Alexander Espinoza. Esta metodología adaptaría la enseñanza legal a los tiempos actuales, considerando alumnos nativos digitales, acostumbrados a acceder a la información de forma inmediata, debido al uso de celulares y tablets.
El estudio incluyó instrumentos de medición del nivel de satisfacción académica, cuyos resultados evidenciaron una alta valoración del método. El 74% de los participantes calificó la experiencia del aula invertida entre excelente y buena, mientras que un 57% expresó su conformidad con la posibilidad de aplicarla en otras materias.
Un cambio de mentalidad
“El hecho de que sean nativos digitales facilita que los estudiantes vean los videos y lean los documentos donde se analiza la sentencia o el caso que se abordará en clase. En nuestra experiencia, este sistema ha funcionado bastante bien, aunque no podemos generalizar que su eficacia se replique en todas las asignaturas”, dice Jhenny Rivas.
La académica sostiene que esta metodología exige una planificación previa considerable por parte del profesorado, lo que representa una de sus principales limitaciones frente al modelo tradicional: “El material debe estar preparado con antelación para que los estudiantes puedan revisarlo; prácticamente hay que diseñar el semestre completo desde el inicio. Esto va más allá de subir un paper o una sentencia, lo que hace que la carga de trabajo sea significativamente mayor”.
Por su parte, Juan Jesús Garza, investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y autor del libro No estudies Derecho, advierte que este tipo de innovación, al requerir mayor esfuerzo, demanda también un cambio de mentalidad en los docentes: “Hemos convertido la enseñanza del Derecho en una práctica demasiado cómoda, incluso diría perezosa. Hay profesores que llegan, ponen ‘play’ a la misma clase de hace años y no se actualizan. Las instituciones deben comprender que impartir docencia implica una responsabilidad, no solo con el alumnado, sino también con la sociedad”.
Juan Jesús GarzaEl académico añade que la estructura actual del sistema educativo y su relación con el mercado jurídico dificultan que muchos profesionales cuenten con el tiempo o las condiciones necesarias para preparar sus clases: “Ser un gran juez de la Suprema Corte o el mejor abogado del país no garantiza ser un buen profesor. La docencia exige formación pedagógica, actualización constante y un compromiso real con la enseñanza. La innovación en metodologías debería venir principalmente de los profesores de planta o de tiempo completo. Si tanto ellos como los de medio tiempo no cumplen con esa responsabilidad, terminamos en el peor escenario posible”.
En la misma línea, Jhenny Rivas considera que el aula invertida puede aplicarse a cualquier asignatura del Derecho, siempre que se cumplan los requisitos de preparación previa del material y exista apoyo institucional. Además, reconoce que la receptividad estudiantil puede ser un desafío, ya que el método cambia por completo la dinámica tradicional y los roles dentro de la clase.
María Francisca Elgueta, investigadora en pedagogía del Derecho en la Universidad de Chile, enfatiza que los procesos en el aula son multidimensionales y pueden presentar diversas limitaciones: “Hay que considerar la cultura estudiantil y los desafíos que planteamos al aprendizaje. Es fundamental que los alumnos utilicen el tiempo fuera de clase para estudiar el material entregado. También se requiere garantizar acceso tecnológico, lo cual en algunas regiones del país no siempre es posible”.
Elgueta añade que el manejo tecnológico del profesorado resulta determinante al diseñar estrategias de aprendizaje colaborativo y al fomentar el trabajo en equipo: “Es necesario romper con las barreras de la clase magistral tradicional, donde el estudiante solo escucha. Si se fortalece una comunidad de docentes y autoridades convencida del potencial de estos métodos, puede generarse un cambio cultural muy positivo y altamente valorado”.
Un escenario híbrido
Alexander Espinoza explica que esta metodología permite simular el trabajo práctico de casos jurídicos dentro del aula, acercando así la experiencia académica a la realidad profesional que los estudiantes enfrentarán al egresar: “Al alumno que solo estudia teoría se le pide repetir, memorizar, y su mente se habitúa a ese tipo de procesos básicos. En cambio, en el ejercicio real del Derecho se requiere resolver problemas, analizar y comprender que todo en esta disciplina es debatible”.
María Francisca Elgueta“Es una metodología que invita al estudiante a cuestionar y a poner en duda cómo funciona un determinado sistema exige una participación activa y una disposición mental distinta. Es un proceso de cambio que requiere esfuerzo adicional y adaptación cognitiva, porque el cerebro debe ajustarse a una dinámica diferente a la tradicional”, comenta Espinoza, quien subraya que la incorporación de esta práctica al currículo debe realizarse de manera progresiva y voluntaria, permitiendo que los alumnos elijan las clases que más les interesen.
Jhenny Rivas aclara que el aula invertida no constituye una solución universal para los desafíos de innovación educativa: “Incluso en este formato existen momentos dentro de la clase en los que el docente debe retomar un rol más tradicional, ya sea para explicar conceptos, principios o estructuras que no hayan quedado claros, o bien para abordar dudas que surgen durante el debate o las preguntas del grupo”.
En tanto, María Francisca Elgueta destaca que, debido a la diversidad de áreas dentro del Derecho, las metodologías de enseñanza deben responder a distintos perfiles profesionales. Además del aula invertida, existen múltiples tipos de clases.
Están la magistral de inicio de año académico, donde un gran experto expone sobre temas relevantes; la clase expositiva tradicional, en la que el profesor dicta contenidos sin participación del alumnado y la evaluación replica ese modelo repetitivo; y la magistral formativa o trascendente, donde se promueve el diálogo, el intercambio de ideas y la participación activa.
Para la académica, uno de los principales aportes del aula invertida, además de promover el aprendizaje colaborativo, es que familiariza a los futuros abogados con el uso de tecnologías aplicadas al ámbito profesional: “Al tratarse de una modalidad de blended learning, permite integrar telecomunicaciones, inteligencia artificial y otras herramientas digitales ampliamente utilizadas en el mercado jurídico contemporáneo”.
Juan Jesús Garza sostiene que la cátedra tradicional aún tiene un espacio válido, pero advierte sobre la necesidad de equilibrar lo expositivo y lo participativo: “Durante años se creyó que era el único modelo posible, pero en el Derecho moderno debe comprenderse que no todos aprenden del mismo modo. Se requiere que los futuros abogados sepan argumentar, interpretar, leer con profundidad y asumir una noción de ética y responsabilidad social. No obstante, también hay materias donde es indispensable cultivar la atención, el criterio y la disciplina”.
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