"No puedo dejar de pensar en ellos cuando veo que ciertas oficinas de abogados se precian de no conocer límites,...
Arbitraje comercial internacional: ¿hacia dónde vamos en este fin de década?
«Confidencialidad y almacenamiento de datos, cumplimiento del RGPD de la UE, protección adecuada contra ciberataques, deberes de reserva (…)
Miguel Aravena / Juan Carlos Urquidi - 15 marzo, 2019
Miguel Aravena / Juan Carlos Urquidi
Nadie pone en duda que en los últimos años la tecnología ha entrado en el mundo de los negocios de una manera muy disruptiva. Un dato: de acuerdo a un artículo publicado en The Guardian, los 10 principales sectores industriales de EE.UU. en razón de su PIB, Amazon tiene un dedo en cada una de ellos, salvo en el mercado de los bienes raíces.
El mercado legal tampoco ha sido inmune a esta irrupción. Por lo pronto, si bien las máquinas aún no pueden sustituir la labor de los abogados, especialmente en la gestión de asuntos de alta complejidad, no puede desatenderse que la automatización, la inteligencia artificial y el big data han revolucionado la revisión, gestión y análisis de las contingencias legales. Como bien resumía un alto funcionario de gobierno, mientras la automatización sustituirá parte de la mano de obra operaria, la inteligencia artificial reemplazará importantes aspectos de las tareas administrativas, financieras y legales. Dentro de este último, el campo de la resolución de conflictos sufrirá paulatinas transformaciones tecnológicas, que ya hoy se hacen cada vez más tangibles.
Para graficarlo de alguna forma, en la esfera del derecho de consumo, actualmente eBay maneja más de 60 millones de disputas cada año, y la mayoría de ellas se resuelven sin intervención humana. Por otro lado, las ADR (solución alternativa de conflictos, por sus siglas en inglés) igualmente han evolucionado para ofrecer distintos servicios, como la mediación y el arbitraje online, incluso mediante el uso de tecnología blockchain.
Esta evolución va en línea con los resultados entregados por la encuesta que el 2018 hizo la Queen Mary University of London en conjunto con la firma de abogados White & Case, en cuyo informe final se señala que 61% de los encuestados piensa que el aumento de la eficiencia, a través de la tecnología, es el factor que tiene mayor probabilidad de tener un impacto significativo en la evolución futura del arbitraje internacional.
En el mismo sentido, en su informe anual de tendencias en el arbitraje internacional para el 2019, el despacho Freshfields Bruckhaus Deringer plantea los desafíos que la ciberseguridad impone a las distintas sedes arbitrales, en donde un alto nivel de información sensible se participa entre las partes, el juez y un cúmulo de funcionarios a cargo. Confidencialidad y almacenamiento de datos, cumplimiento del Reglamento de Protección de Datos de la UE, protección adecuada contra ciberataques, deberes de reserva tanto de funcionarios como de colaboradores externos, entre otros múltiples aspectos, se deberán tener en cuenta en los próximos años.
Así las cosas, para que el arbitraje se mantenga como una alternativa atractiva para resolver conflictos comerciales internacionales, los avances que ofrece la tecnología deben ser parte de los ejes centrales a la hora de consolidar procedimientos seguros y dinámicos. El efecto de la tecnología dentro del ámbito de la resolución de controversias proporciona ventajas comparativas importantes y permite reducir los costos de transacción. Mirando hacia el futuro, debemos empezar a internalizar, por una parte, la idea de que muchas tareas tradicionalmente ejecutadas por personas serán parte del proceso de automatización y, por la otra, que árbitros y abogados deberán ser capaces de desarrollar el juicio arbitral apoyándose en las tecnologías disponibles.
Ya hay avances concretos en esa dirección: por ejemplo, en Egipto, el sistema DRExM ha sido utilizado en los conflictos de la construcción, pues se afirma que “tiene la capacidad de recomendar la técnica de resolución de conflictos más adecuada, dependiendo de la naturaleza del conflicto, la evidencia y la relación entre las partes”; así también, el International Council for Commercial Arbitration trabaja junto al New York City Bar Association y al International Institute for Conflict Prevention and Resolution para plantear una serie de lineamientos con el propósito de establecer protocolos de ciberseguridad en los arbitrajes privados.
En Argentina, el Ministerio Público está utilizando un sistema de Inteligencia Artificial llamado “Prometea”. Este sistema, que ha reunido la atención de la ONU y del Banco Mundial, entre otras funcionalidades, aprende un ingente volumen de casos previos para sugerir una posible sentencia. Los jueces han aprobado las 33 sentencias emitidas hasta ahora y se la está involucrado en 84 casos aún pendientes de resolución.
En fin, considerando el arbitraje comercial como un mecanismo privado de resolución de disputas y que la esencia del mismo reside en que los sujetos en conflicto confían en una persona ajena para su resolución, cabe preguntarse hacia el final de esta década si el día de mañana la comunidad confiará en que todo o parte de este procedimiento sea llevado a cabo por máquinas o dispositivos tecnológicos sin la intermediación humana.
* Juan Carlos Urquidi Herrera (jurquidih@gmail.com) es abogado de la Universidad Católica de Chile y tiene un LLM de la Universidad de California, Berkeley. Actualmente realiza una pasantía en el estudio WilmerHale en Londres. Miguel Andrés Aravena Cofré (miguel.aravena@vg-li.com) también es abogado UC y tiene un LLM y un Máster en Mediación Profesional de la Universidad Pompeu Fabra, actualmente se desempeña como Asociado Internacional en Ventura Garcés López-Ibor en Madrid.