"No puedo dejar de pensar en ellos cuando veo que ciertas oficinas de abogados se precian de no conocer límites,...
Aplausos para los abogados
«Han decidido restarle valor al argumento de que siempre ha sido así en esta carrera y que cuando yo era joven trabajaba 18 horas diarias y no le lloriqueaba a nadie, y la vida es dura, y dejen de vivir en…»
DRA. LEX - 21 abril, 2020
DRA. LEX
A mi edad y acelerada vida, en la que casi todas las semanas renegaba con mi yo interior por continuar con la rutina de “vivir para trabajar”, aunque me encanta mi profesión —lo reconozco—, jamás imaginé que sería el propio mundo quien me haría hacer ese anhelado “alto” que, me advertían siempre, sería ocasionado por un colapso en mi salud. Física o de la otra.
Cómo no aprovechar estos días de aislamiento social para cuestionarse todo. Yo, en la soledad de mi ser confinado, me pregunto: ¿habrá alguien a quien se le ocurra aplaudir a los abogados a las 8 pm?
Porque de que trabajan, trabajan. Trabajamos. No lo neguemos. Y durante esta cuarentena hemos venido trabajando bien duro.
En qué, se preguntarán mis lectores. Y yo les respondo como si trabajara en un estudio jurídico: además de lo usual, asesorando a autoridades y a empresarios, interpretando normas, poniéndonos creativos para explicarlas lo más didácticamente posible, haciendo informes y boletines. Y mucho webinar.
Se trata de una labor social, a la que nos dedicamos en cuerpo y alma. Los abogados nos caracterizamos por nuestra empatía y por un motor sociológico que nos hace estar siempre en sintonía con los más desposeídos y con aquellos que “lo están pasando mal”, como dicen algunos políticos por ahí. Somos seres humanos extremadamente humanos.
Así, por Lima (y me han dicho que por Santiago también) ya corre una brisa que huele a nuevos tiempos. El rumor es que los estudios jurídicos, en esta nueva era de mirar el futuro y ver toda nuestra vida pasar en un instante, se alinearán con sus colaboradores, a los que les reconocerán ciertos derechos.
Esta información de mercado dice que los socios, enfrentando la vida con la ecuanimidad, equidad y solidaridad que los tiempos que corren exigen, están renaciendo y borrando sus pecados, como si hubieran pasado por el sacramento del bautismo y la confesión a la vez.
Producto de esta conversión, todo indica que se han puesto de acuerdo para hacer de su labor formativa, una labor formativa. No sé si me explico: de acuerdo a lo que me han contado amistades que no puedo nombrar, está en redacción un protocolo interno que tiene como principales ingredientes la coordinación interáreas, dentro de los despachos, y, de rebote, la coordinación con las instituciones estatales para digitalizar servicios.
¿Y qué tiene que ver esto con aquello? Pues claro, que la contratación de estudiantes de Derecho para que realicen labores rutinarias y de tramitación ahora sí va a ser para entregarles una buena experiencia de práctica laboral.
Dentro de ello, cuentan, lo más importante será que la jornada laboral de los practicantes se ajustará, en todo momento, a la cantidad de horas semanales que la norma contempla para dichos casos.
Es más, contritos, los socios —los de la plata y los profesionales— han hecho una fuerte autocrítica y, sin excepciones basadas en la costumbre como fuente del Derecho, han decidido restarle valor al argumento de que siempre ha sido así en esta carrera y que ello no va a cambiar y que cuando yo era joven trabajaba 18 horas diarias y no le lloriqueaba a nadie, y la vida es dura, y dejen de vivir en un mundo de fantasía.
Se avecinan tiempos mejores para los practicantes y asociados jóvenes. Aplausos para los abogados.
Un argumento habría sido el principal: las normas están hechas para ser respetadas y como abogados debemos velar por ello.
El segundo argumento de peso fue que, si sólo pensamos en satisfacer las necesidades inmediatas, estamos generando serios problemas en la comunidad jurídica, como no coadyuvar en la adecuada formación de los futuros profesionales.
Muy preocupados por un mundo mejor, el cónclave virtual de socios habría condenado el gritoneo etílico balconero de un colega en contra de los policías que sacrificadamente sirven a la comunidad en Lima y lanzó un compromiso para este 2020: “Trabajaremos intensamente y con perseverancia para que las nuevas generaciones de abogados no tengan un ego maltratador, que los llevará a la autodestrucción. Con el nuestro ya es suficiente”.