"Se trata de mantenernos cuestionándonoslo todo y a la vez tener criterio. Y, por sobre todo, no permitir que nos...
Amor y lenguaje
«Más allá de los clichés y más allá de los esfuerzos que hemos conocido de la Corte Suprema chilena, de Francia y de tantas iniciativas privadas que no terminan de cuajar, internalicemos el propósito».
12 septiembre, 2025
-A algunos de nosotros nos habrá tocado enamorarnos en otro idioma. Todo es más difícil. Se pierden los matices o se confunden; los sinónimos no siempre sirven y existen los «falsos amigos». Pero si se trata de alguien de un país de habla castellana, corremos el riesgo de caer en el error de creer que compartimos la lengua materna y nos sentiremos a salvo.
Mas no es así: estaremos frente a otra cultura, con palabras que toman otros significados, con tonos que para uno son neutros y para el otro suponen una agresión. Para qué hablar de modismos o neologismos. Es tan difícil la comunicación, que no es improbable que el enamoramiento no llegue al amor, pues la incomprensión mata certezas, despoja dignidades y provoca rechazo.
Apliquemos esta experiencia a nuestro tan querido Derecho y su lenguaje no menos especial. ¿Cómo pretendemos que un justiciable —sofisticado o no— confíe en la ley si, más allá de su lógica, le es imposible leerla y entenderla? Cómo, si cuando se enfrenta a una resolución judicial, necesita un traductor que se la explique.
Como se dijo en el Congreso Latinoamericano de Gerencias Legales que tuvo lugar en Lima la semana pasada, abogados, magistrados y legisladores incluidos, debemos estar dispuestos a cambiar. A flexibilizarnos, a hablar en un lenguaje claro y comprensible, a querer aprender a comunicarnos con los otros (esos que no son los nuestros). Porque si continuamos no poniendo al ser humano en el centro del todo, es la justicia la que no es servida y el Derecho se transforma, no en su coadyuvante, sino en un obstáculo, en una dificultad.
Más allá de los clichés y más allá de los esfuerzos que hemos conocido de la Corte Suprema chilena, de Francia y de tantas iniciativas privadas que no terminan de cuajar, internalicemos el propósito.
Como decía mi padre —aunque contradictorio—, férreo defensor del Derecho positivo y de la justicia formal: «Vaya a la teleología del asunto».
Sofía Martin Leyton
Directora
Idealex.press