Luis Ernesto Marín fue legal counsel de Banco de Crédito BCP y Scotiabank, abogado en Neptunia S.A., Porto Legal, Lazo...
Lima 2019: para tener éxito, los abogados deben proponerse dejar de ser tan abogados
La deconstrucción del abogado y su labor fue el centro de ponencias, paneles, talleres y conversaciones, en auditorio lleno y con asistentes en salas anexas, en la Universidad del Pacífico.
6 agosto, 2019
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Sofía Martin, Fernanda Robles, Manuel Trujillo, Josabeth Graterol
Desde Lima, Perú
“El verdadero cambio está en la cabeza de los abogados”, dijo alguien —y había dicho más de alguien— durante todo ese día viernes 2 de agosto, en Lima, ante un auditorio menos lleno, pero casi. Eran las siete y media de la tarde, y los asistentes y los expositores y los organizadores y los periodistas y los sonidistas, todos parecían incombustibles.
No es que en “Los Abogados del Futuro” se estuviera dando a conocer cómo los quarks afectarían el ejercicio del Derecho, pero casi. Y tal como quienes se dedican a investigar sobre mercado legal, innovación legal, tecnología legal sabían, no se dijeron cosas que no se estuvieran diciendo hace 5, 8 o 10 años. El tema es justamente ese: que el “futuro” es indefinible e inasible, y que no le caerá encima a esos que sabían, sino a los que no. El ventarrón volará los tejados de las comunidades de techo, de las firmas boutique, de las Big Law y del Estado completo si la inmensa mayoría no toma conciencia de que “el mundo cambió, aunque los abogados no quieran darse cuenta”, como decía el afiche promo.
Porque aunque muchos se burlen, los abogados se cansan, se estresan, se deprimen, se medican. Y aunque muchos lo detesten, hoy no basta con saber, sino que hay que mostrar, y el anticuado dicho “La mujer del césar” renueva su vigencia al mismo tiempo que la pierde.
El aumento sostenido de abogados y el cambio en el eje del poder —deslizado desde el abogado de estudio jurídico hacia las gerencias legales— requieren, lloran, acciones de diferenciación, otorgándole una significación nueva al verbo comunicar.
Pero no basta. La era de la comunicación instantánea, las fake news, los opinólogos y la alienación obligan a algo más. Como si al avanzar retrocediéramos y a fines de 2019 viviéramos la revolución de las flores, quien no tiene un propósito y una profunda reflexión personal que empape su quehacer profesional, no conseguirá ese bien preciado y escaso, que se llama confianza, y que los clientes depositan y retiran sabiendo. Sabiendo muy bien lo que están haciendo.
Y no se trata sólo de los grandes clientes, las multinacionales, el retail, la banca y las familias de alto patrimonio. Porque las normativas de consumo, de libre competencia y de actividades económicas reguladas le han dado al ciudadano herramientas para situarse en simetría con los poderosos. Y los tratados internacionales que se convierten en Derecho interno también.
Los abogados somos prestadores de servicios, pero también jueces, fiscales, profesores, ministros y empresarios. La tecnología crece exponencialmente y algunas de sus propiedades se transmiten sin barreras. Pero otras no. Y se trata de una herramienta que no debería estar al servicio únicamente de quienes pueden pagarla: debería ser un arma de eficiencia, de facilitación del acceso a la justicia universal.
Anochecía en Lima y más o menos eso y mucho más era lo que se había conversado durante horas y horas.
¿Virus incurable?
Si bien el tema estuvo entrecruzado durante toda la jornada, fueron José María de la Jara, fundador de PsychoLAWgy —uno de los organizadores del encuentro— y Diana Gárate (EY): “Hoy se utiliza la animación 3D la realidad aumentada y también la realidad virtual como medios probatorios. La International Bar Association tiene una guía de cómo utilizar e incluir estas herramientas en procesos arbitrales”.
Karima Sauma (AmCham Costa Rica): “Es imprescindible la habilidad de generar confianzas. A veces el que saca más pecho, el que crea problemas, no es necesariamente aquel en que el juez confiará».