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Estrés académico: cómo reconocerlo y enfrentarlo
Para superarlo, el llamado es a no aislarse y a confiar en herramientas como la respiración, el ejercicio físico y la compañía de los pares. Pues aunque el estrés puede ser normal y provechoso —al activarnos y así responder a las demandas y exigencias del medio—, con el tiempo nuestro cuerpo y nuestra mente se van agotando y comienzan a disminuir en su rendimiento.
30 abril, 2018
-S.M.L.
El estrés académico es la reacción normal que tenemos frente a las diversas exigencias y demandas a las que un estudiante se enfrenta en la universidad, como pruebas, exámenes, trabajos o presentaciones.
Mónica Osorio Vargas, psicóloga de la Universidad de Chile, subió al sitio web del Centro de Aprendizaje Campus Sur un compilado que permite informarse sobre cómo reconocer, prevenir y afrontar el estrés académico.
El estrés estaría definido como una reacción que activa y moviliza para responder con eficacia y conseguir metas y objetivos, pero al tener demasiadas exigencias al mismo tiempo, puede agudizar la respuesta y disminuir el rendimiento.
Los «estresores académicos», o exigencias que pueden dar origen al estrés, según la académica, son de dos tipos: internos, cuando nosotros mismos somos muy autoexigentes, tenemos altas expectativas de logro, necesitamos mantener el control y nos esforzamos en ellos.
O también pueden ser externos, esto es, «las que nos va presentando nuestro entorno, dentro de las cuales destacan tener que entregar trabajos y rendir pruebas y exámenes en un tiempo acotado; realizar trabajos en grupo; exponer frente al curso; no entender contenidos abordados en la clase; o tiempo limitado para las obligaciones académicas, entre otros».
Cómo se manifiesta el estrés
Aunque inicialmente el estrés es normal y provechoso, ya que nos ayuda a activarnos para poder responder a las demandas y exigencias del medio, con el tiempo nuestro cuerpo y nuestra mente se van agotando y comienzan a disminuir en su rendimiento.
Para prevenir esta baja, debemos regular la cantidad de tiempo que nos mantenemos funcionando bajo altos niveles de exigencia, fase a la que se denomina resistencia, que se ve seguida de la fase de agotamiento.
Si, a pesar del agotamiento, no nos detenemos a descansar y hacer una pausa para recuperar energías, nuestro organismo podría entrar en una fase de cronificación de las manifestaciones de la fase de agotamiento del estrés, con manifestaciones que van desde lo físico hasta lo sicológico, y que también se pueden presentar en la conducta.
¿A qué se refiere el artículo? A que ya identificadas las situaciones que a un sujeto le generan estrés, es importante reconocer cómo reacciona frente a ellas, y qué efectos generan en su organismo y en sus emociones.
Manifestaciones físicas
Corresponden a los síntomas que se generan en nuestro cuerpo. De acuerdo a la publicación, algunos de ellos son:
– Somnolencia o mayor necesidad de dormir
– Cansancio y fatiga
– Dolores de cabeza o jaquecas
– Dolor de estómago y/o color irritable
– Bruxismo (tensión de mandíbulas)
– Dolor de espalda
– Taquicardia o palpitaciones fuertes
– Aumento o disminución del apetito
– Resfríos frecuentes (baja en el sistema inmune)
– Dificultades para dormir (insomnio o pesadillas)
Manifestaciones psicológicas y emocionales
Serían las reacciones emocionales y cognitivas que tenemos frente a situaciones de estrés, entre las que destacan:
– Inquietud e hiperactividad
– Tristeza y/o desgano
– Ansiedad constante
– Dificultades para concentrarse
– Dificultades para pensar o «quedarse en blanco»
– Problemas de memoria, olvidos frecuentes
– Irritabilidad frecuente
– Temor a no poder cumplir con las obligaciones
– Baja motivación para actividades académicas
– Angustia y/o ganas de llorar frecuente
Manifestaciones conductuales
Consistirían en los «cambios que experimentamos en nuestra conducta producto de la vivencia de situaciones de estrés, que son fácilmente observados por otros». Por ejemplo:
– Frecuente tendencia a discutir con los demás
– Necesidad de estar solo, aislarse
– Uso de fármacos para estar despierto
– Preferir otras actividades por sobre el estudio
– Uso de fármacos para dormir
– Dificultad para sentarse a estudiar
– Aumento del consumo de café y/o tabaco
– Dejar de asistir a clases
– Frecuente participación en fiestas poco saludables
– Tendencia a dejar de hacer, por desgano o apatía, lo que se acostumbra normalmente
Prevención y afrontamiento del estrés académico
Una vez que identificamos las situaciones que nos generan estrés y que sabemos cómo reaccionamos frente a ello —continúa la autora—, necesitamos distinguir qué estamos haciendo para prevenir que esto ocurra o mitigar los efectos.
Algunas de las estrategias que ayudan a afrontar las manifestaciones en la fase de agotamiento, así como a prevenir la cronificación del estrés son:
– Planificar actividades, priorizando entre ellas
– Decidir entre diversas técnicas de estudio
– Alimentarse saludablemente en horarios estables
– Practicar deporte o actividades recreativas
– Dedicar parte de la jornada a pasatiempos y hobbies
– Mantener ciclos de sueño estables
– Buscar ayuda y compartir con otros
– Practicar relajación y respiración profunda
– Mantener el sentido del humor
– Esforzarse en mantener la calma y tranquilidad
Relajación muscular progresiva de Jacobson
Esta técnica fue desarrollada por el psiquiatra estadounidense Edmund Jacobson en la década de 1930. Su mecanismo de acción permite obtener el control voluntario de la tensión y la distensión muscular, permitiendo identificar la relación entre el estado muscular y el estado mental de tensión. Se le denomina “progresiva” ya que los avances se van consiguiendo de forma gradual.
La forma de trabajo es ir tensando y relajando los diversos grupos musculares.
– Piernas: extender los pies, elevar las piernas, presionarlas hacia abajo; estirar hasta punta del pie, tensionar los dedos y presionar los glúteos hacia abajo
– Tronco: hundir y tensionar la zona abdominal; arquear la espalda manteniendo una respiración profunda; estirar y tensionar bíceps y tríceps y presionar los puños de las manos
– Hombros: levantar hacia las orejas y llevarlos atrás
– Cuello: llevar la cabeza hacia atrás; presionarla contra el pecho; inclinar la cabeza hacia los lados
– Ojos: cerrarlos presionando; levantar las cejas tensionando frente y fruncir el ceño
– Músculos del habla: levantar la comisura (sonrisa); arrugar los labios (beso); abrir al máximo y luego presionar las mandíbulas; estirar la lengua fuera de la boca, presionar contra el paladar y presionar en la zona inferior; y la nariz arrugarla hacia arriba.
Estresores no académicos
Además de lo académico, estudiantes de Derecho y abogados no deben ignorar que existe una serie de situaciones de vida que nos causan gran estrés y que también repercuten en nuestro estado emocional y físico. A continuación se presenta una adaptación de la escala de Holmes y Rahe, con el listado de situaciones estresantes más comunes:
– Separación de pareja
– Lesión o enfermedad personal
– Matrimonio
– Despido del trabajo o cesantía
– Reconciliación de pareja
– Cambio de salud de un miembro de la familia
– Adicción y/o alcoholismo, propio o de cercano
– Embarazo
– Incorporación de un nuevo miembro a la familia
– Muerte de un amigo
– Problemas legales
– Comienzo o fin de una etapa académica
– Cambio en las condiciones de vida
– Cambio de residencia
– Cambio de actividades sociales
– Cambio de hábito de dormir
– Cambio de hábitos alimentarios
– Vacaciones