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jueves, 28 de marzo de 2024

mercado legal

Ser abogado es emocional y fisiológicamente agotador

Esa es la opinión de un sicólogo que conoce de cerca a la profesión: los abogados están entrenados para detectar el riesgo y estar constantemente en antagonismo, hábitos que pueden enfrentarse con estrategias individuales y desde el grupo de trabajo.

- 30 noviembre, 2016

ser abogadoSimon Wijers, Pixabay.
Sofía Martin

Los abogados ejercen una profesión estresante y en medios especializados internacionales —sobre todo de habla inglesa— se analiza el tema con frecuencia.

En el diario Las Últimas Noticias se publicó una nota breve que daba cuenta de los resultados de una encuesta sobre los trabajos más estresantes en Chile, realizada por la consultora Japiworks junto a la Cámara Nacional de Comercio.

Los primeros lugares fueron compartidos por conductores de maquinaria pesada, profesores, militares y abogados.

En el artículo se mencionaba la opinión de María Eugenia Bonfanti, sicóloga y gerente de la reclutadora LS Consultores. Ella atribuía los altos índices de stress a la alta competitividad, la carga laboral y el sentirse poco reconocido. Y agregó otras causas: tener que cumplir con fechas límite, asumir tareas de otras personas, carecer de control sobre el horario, trabajar en un ambiente frustrante y el riesgo de desempleo.

La encuesta se hizo en capitales regionales de todo Chile e involucró a 1.300 personas.

Ser abogado = riesgo, fractura, detalle

José Antonio Cousiño, sicólogo y director de las consultoras Japiwork y Mucho Más Mejor, trabaja de cerca con abogados y tiene un punto de vista que aportar: “El abogado trabaja muy solo, en un ambiente muy competitivo, con su atención siempre dirigida al riesgo y al detalle, lo que les induce emociones negativas y les dificulta una mirada positiva”.

El estado permanente de alerta no ayuda, dice, porque lleva al abogado a una disposición mental de estar enfocado siempre hacia la fractura.

“Evolucionamos como especie así: mirando el riesgo para sobrevivir. Nuestros ancestros biológicos son los que al momento de tensión tendieron a mirar el detalle y no se pusieron, además, a oler las flores. Porque al que se distrajo con las flores se lo comió el león”, explica. “Los abogados, los contadores, tienen algo de eso”, añade.

Se trata, entonces, de un entrenamiento profesional que reproduce nuestra sobrevivencia histórica: el trabajo consiste en pelear con gente, estar en una tensión que busca ganar, donde el otro es un antagónico. “Eso, emocional y fisiológicamente es muy agotador”, recalca.

¿Y entonces qué?

Cousiño dice lo que pocos sostienen en castellano: que el espacio de la colaboración, de acompañarse, los abogados lo tienen muy limitado. Que nadie contiene al abogado emocionalmente. Que el espacio del afecto y el vínculo también lo tienen muy limitado.

Así, si eres solitario, tienes pocos vínculos afectivos con tus pares —con quienes compites—, si tienes que estar alerta o de lo contrario, pierdes… entonces ¿cuándo descansas?

“Es un entrenamiento, es un hábito. Salirse de ese hábito es muy difícil”, prosigue este sicólogo, que tiene un Máster en Ciencias en Psicología Positiva Aplicada, en la University of East London, Inglaterrra.

Su recomendación es entrenar la mente con ciertas técnicas y ser capaz de darse espacios de descanso en el día. Pero también hay acciones a tomar a nivel colectivo, como “generar condiciones de apoyo sistémico y mirar el contexto para fortalecerlo, de modo que el ecosistema sea un entorno de colaboración”.

¿Algún ejemplo concreto? Analizar el modelo que se aplica a los cuidadores que trabajan con personas con discapacidades en la Teletón: “Ellos tienen una porción diaria de su jornada, el 10%, asegurado por contrato de trabajo, para recuperación. Es sistémicamente legitimado. Es un acuerdo transversal”.

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