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jueves, 18 de abril de 2024

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Lima 2019: para tener éxito, los abogados deben proponerse dejar de ser tan abogados

La deconstrucción del abogado y su labor fue el centro de ponencias, paneles, talleres y conversaciones, en auditorio lleno y con asistentes en salas anexas, en la Universidad del Pacífico.

- 6 agosto, 2019

abogados LimaIdealex.press

 

Sofía Martin, Fernanda Robles, Manuel Trujillo, Josabeth Graterol
Desde Lima, Perú

“El verdadero cambio está en la cabeza de los abogados”, dijo alguien —y había dicho más de alguien— durante todo ese día viernes 2 de agosto, en Lima, ante un auditorio menos lleno, pero casi. Eran las siete y media de la tarde, y los asistentes y los expositores y los organizadores y los periodistas y los sonidistas, todos parecían incombustibles.

No es que en “Los Abogados del Futuro” se estuviera dando a conocer cómo los quarks afectarían el ejercicio del Derecho, pero casi. Y tal como quienes se dedican a investigar sobre mercado legal, innovación legal, tecnología legal sabían, no se dijeron cosas que no se estuvieran diciendo hace 5, 8 o 10 años. El tema es justamente ese: que el “futuro” es indefinible e inasible, y que no le caerá encima a esos que sabían, sino a los que no. El ventarrón volará los tejados de las comunidades de techo, de las firmas boutique, de las Big Law y del Estado completo si la inmensa mayoría no toma conciencia de que “el mundo cambió, aunque los abogados no quieran darse cuenta”, como decía el afiche promo.

Porque aunque muchos se burlen, los abogados se cansan, se estresan, se deprimen, se medican. Y aunque muchos lo detesten, hoy no basta con saber, sino que hay que mostrar, y el anticuado dicho “La mujer del césar” renueva su vigencia al mismo tiempo que la pierde.

El aumento sostenido de abogados y el cambio en el eje del poder —deslizado desde el abogado de estudio jurídico hacia las gerencias legales— requieren, lloran, acciones de diferenciación, otorgándole una significación nueva al verbo comunicar.

Pero no basta. La era de la comunicación instantánea, las fake news, los opinólogos y la alienación obligan a algo más. Como si al avanzar retrocediéramos y a fines de 2019 viviéramos la revolución de las flores, quien no tiene un propósito y una profunda reflexión personal que empape su quehacer profesional, no conseguirá ese bien preciado y escaso, que se llama confianza, y que los clientes depositan y retiran sabiendo. Sabiendo muy bien lo que están haciendo.

Y no se trata sólo de los grandes clientes, las multinacionales, el retail, la banca y las familias de alto patrimonio. Porque las normativas de consumo, de libre competencia y de actividades económicas reguladas le han dado al ciudadano herramientas para situarse en simetría con los poderosos. Y los tratados internacionales que se convierten en Derecho interno también.

Los abogados somos prestadores de servicios, pero también jueces, fiscales, profesores, ministros y empresarios. La tecnología crece exponencialmente y algunas de sus propiedades se transmiten sin barreras. Pero otras no. Y se trata de una herramienta que no debería estar al servicio únicamente de quienes pueden pagarla: debería ser un arma de eficiencia, de facilitación del acceso a la justicia universal.

Anochecía en Lima y más o menos eso y mucho más era lo que se había conversado durante horas y horas.

¿Virus incurable?

Si bien el tema estuvo entrecruzado durante toda la jornada, fueron José María de la Jara, fundador de PsychoLAWgy —uno de los organizadores del encuentro— y Antonio Leal, director en América Latina de la consultora Adam Smith Esq., quienes enfocaron sus exposiciones en ese ser humano llamado abogado.

De la Jara hizo una presentación dinámica, testimonial y descarnadamente honesta, en la que se refirió a lo que llamó “los virus del Derecho”: “Tratando de convertirme en el mejor litigante terminé siendo por unos meses uno realmente malo”, dijo, después de contar sobre los ataques de ansiedad que le causaron medicamentos para mejorar la concentración y el rendimiento.

El abogado mostró un adelanto de las conclusiones de una investigación en la que participa y que evaluó principalmente qué pasa con los asociados en áreas de litigio y arbitraje en Latinoamérica. Algunas de las cifras previas a la publicación del estudio evidenciaron que un 28% de los encuestados señaló haber acudido a un médico por ansiedad, 41, 6% lloró en asuntos laborales, 14% consume marihuana, y que un 8,9% toma medicamentos para tratar la ansiedad.

¿Cuáles serían las manifestaciones propias de este virus? Infección en el lenguaje, que lo hace incomprensible: “Creemos que vamos a manifestar con mayor fuerza nuestro punto cuando no es el caso. Se utilizan construcciones lingüísticas que no comunican nada”, dijo.

La enfermedad, advirtió, avanza hacia el oído: “El abogado infectado interrumpe, termina las frases de su interlocutor y salta directamente a las conclusiones, porque cree que es más eficiente”.

La etapa siguiente afectaría lo cognitivo: “Comenzamos a ver el mundo en blanco y negro como si sólo hubiesen ganadores y perdedores. El abogado se concentra en el problema, asume siempre lo peor” y no permitiría espacios en beneficio de la duda.

En definitiva, prosiguió, el virus afectaría al sistema inmunológico, pues el abogado” actúa siempre a la defensiva, no acepta críticas y no se repone tan fácil a las desilusiones”.

“A través de los distintas temas de innovación que vamos a estar hablando durante este evento, creo que podemos encontrar a nuestra tribu. Cuando uno encuentra a un grupo que comparte la misma pasión, también puede compartir los problemas típicos y así encontrar distintas soluciones”, dijo.

El abogado obsoleto

Cómo sobresalir en el mercado legal del siglo 21, según las teorías de Richard Susskind, y el desafío que conlleva para las escuelas de Derecho, fueron las materias en las que ahondó Antonio Leal.

A los abogados inhouse se les exige cada vez hacer más por menos, lo que se suma a un apretado presupuesto, dijeron una y otra vez distintos expositores del encuentro. Para insertarse en esta nueva etapa que vive el mercado legal, la clave está en la capacidad de adaptación que tengan los profesionales, adquiriendo nuevas herramientas, habilidades y conocimientos, pues además de la profundidad en el conocimiento legal, además de hablar y escribir de modo sobresaliente, un abogado debería manejar bien temas como Design Thinking, análisis de datos, tecnologías, gestión de proyectos, procesos “y, por sobre todo, hablar en el lenguaje del cliente”.

Verónica Arbulú, gerente de asuntos legales de Statkraft, una empresa del sector de energías renovables y medio ambiente, coincidió en el punto y destacó la relevancia de cómo hacen las cosas los abogados, es decir, “cuánto tiempo te demoras y de qué manera llegas tu cliente interno”.

“Las presentaciones de 50 láminas y los informes de 80 páginas han quedado obsoletas, y el lenguaje y los términos en latín o muy jurídicos ya no van. Muchas veces, en distintas empresas, he escuchado ‘Legal no entra en eso’, pero ahora el gerente legal debe estar en el mismo nivel que el CFO y hablar el mismo lenguaje que los demás gerentes”, añadió.

De ahí la necesidad de que las mallas curriculares de las universidades incorporen cursos de síntesis y comunicación, fue una de sus recomendaciones, la que complementó Luis Vinatea, socio de Miranda & Amado, quien dijo que en la Facultad es donde debería desarrollarse el liderazgo, entendiéndolo como “guiar personas”: “Un abogado, para tener éxito, debe proponerse dejar un poco de ser abogado”, fue la frase que quizá resume la versatilidad que hoy se entiende como imprescindible en la industria legal para no caer en la obsolescencia. Y quien no pueda salirse de las estructuras en las que fue formado, entonces tiene que rodearse de personas que sí le aporten esa visión, fue su segunda reflexión.

Ante la pregunta de qué desafío tienen las áreas legales de las empresas, Patricia Plaza, project leader de Telefónica, con experiencia en control de riesgos y compliance, habló de adaptación a los clientes internos. Y respecto de los despachos, sostuvo que lo que se requiere es que los servicios sean diferentes, que la comunicación sea distinta: “Que conozcan nuestro negocio, estrategia y servicios legales”.

Frente a la misma interrogante, Arbulú sostuvo: “Los gerentes legales debemos ser mejores compradores”. “Cada vez nos exigen ajustar más nuestro presupuesto y tenemos que saber seleccionar bien; elegir estudios que compartan la cultura de la empresa. Es una gran responsabilidad”, agregó. Y continuando con la idea contó que cada vez que realiza un proceso de elección de abogado externo se pregunta “¿será realmente el adecuado?”. Porque, dijo, le ha pasado que sacan libros frente a sus clientes internos. No puede ser que no estén al día en lo tecnológico, insistió, relatando cómo, al enviar archivos encriptados, abogados externos le han pedido que se los manden en un pendrive.

Otra anécdota: le pidió una propuesta en video a un abogado y “casi se murió”.

Otras reflexiones

A continuación, te presentamos frases extractadas de algunos de los expositores que acudieron a compartir su experiencia a la Facultad de Derecho de la Universidad del Pacífico, tanto de Perú, como de Argentina, Colombia, Chile, Costa Rica y Guatemala.

Oscar Montezuma (Niubox): “Nos han enseñado la creatividad interpretativa, pero dentro de la ley, y podemos hacer mucho más que eso”.

Jessica Cubas (Niubox): “Los abogados tienen miedo al fracaso, a no saber cuál es el camino o cómo va a resultar, pero el fracaso debe estar en el ADN de un innovador; las mejores ideas hasta la fecha han surgido de un fracaso previo”.

Antonio Leal (Adam Smith Esq.): “Los abogados de empresas se han convertido en administradores de la cadena de proveedores”.

Ximena Vega (Claridad Coaching Estratégico): “Todas las construcciones de relacionamiento de marcas y procesos, profesiones y manejos humanos, se basan 95% en emociones inconscientes y 5% son racionales.

Miguel Morachimo (Hiperderecho y Legal Hackers): “No tenemos feedback, cuantificación ni números sobre cómo le ha ido a los nuevos modelos de prestación de servicios legales”.

Sebastián Soltau (Miranda & Amado): “¿Por qué deberíamos pensar en la resolución de disputas online? No hay que ser abogado para darse cuenta, es puramente intuitivo: es más rápido, barato y práctico. Justicia desde la comodidad del sillón de tu casa”.

Diana Gárate (EY): “Hoy se utiliza la animación 3D la realidad aumentada y también la realidad virtual como medios probatorios. La International Bar Association tiene una guía de cómo utilizar e incluir estas herramientas en procesos arbitrales”.

Karima Sauma (AmCham Costa Rica): “Es imprescindible la habilidad de generar confianzas. A veces el que saca más pecho, el que crea problemas, no es necesariamente aquel en que el juez confiará”.

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