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viernes, 19 de abril de 2024

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Alumnos de pueblos originarios: la desigualdad también tiene una cara en las escuelas de leyes estadounidenses

La arrolladora mayoría de los postulantes a derecho en EE.UU. son blancos. La solución para incentivar a las minorías pasa, entre otras cosas, por mejorar la educación de base, pero algunos planteles ya están tomando acciones como tutorías, presentaciones especiales a cargo de abogados, actividades de seguimiento y talleres.

- 6 septiembre, 2016

pueblos originariosPixabay

Jimena Villegas


En la era del empoderamiento ciudadano y los derechos de las minorías, temas ambos tan globales como el del calentamiento de la Tierra o la lucha por ensanchar la huella verde a todo nivel, Theodore “Ted” Griswold hizo lo que debía: preguntarse –y preguntar a los expertos– cómo las escuelas de leyes de su país, Estados Unidos, están haciendo para atraer y mantener en sus aulas a alumnos de pueblos originarios.

Grislow tenía, y sigue teniendo por cierto, motivos específicos para esta inquietud. Como editor del blog The Procopio Blogging Circle, es lo que llaman “un incumbente”. Creado por Procopio Native American Practice Group, el bloggingcircle.wordpress.com funciona como un foro on line donde se comparten noticias e ideas que cruzan datos legales con asuntos referentes a las comunidades nativas de ese país. En su propia estructura, además, la entidad acababa de sumar, como estudiantes en práctica, a dos jóvenes de origen nativo: Kele Bigknife y Heather Torres.

La respuesta sumaria a la pregunta de Grislow, entregada por la abogada graduada en Berkeley Kiyana Kiel, es bien evidente: las escuelas de Derecho norteamericanas tienen todavía un larguísimo trecho por andar en el tema. Kiel, directora de programas en la Universidad de San Diego, afirma que la poca diversidad “es un tema candente” en su país. Y añade que, desde su experiencia, la falta de postulantes pertenecientes a las minorías de todo tipo es el elemento más preocupante de todos y que, dentro de ese universo “desproporcionadamente pequeño”, la escasez alumnos de pueblos originarios es sangrante.

Datos de 2015 del Law School Admission Council indican que, de un universo de 54.500 solicitantes de admisión registrados, sólo 1.230 eran nativos americanos. De ese ya pequeño grupo, sólo 840 personas –o sea, un 2% del total de los solicitantes– fueron admitidas. A cambio, la arrolladora mayoría de quienes entraron a las escuelas de leyes ese año, según ese mismo recuento, eran de origen caucásico, o sea, blancos.

Las claves que Kiel entrega para empezar a explicar tal desigualdad de acceso a la universidad en su país casi parecieran hablar de Chile. Según ella, las causas están interconectadas y entre ellas se cuentan un acceso limitado a una educación competitiva, y por tanto una base pobre a la hora de pelear por cupos; mala calidad en la etapa de preparación para acceder a la universidad; ser parte de una primera generación universitaria; la lejanía geográfica de las escuelas de derecho, y una oferta de programas que no tienen elementos de interés para alumnos de pueblos originarios. “Con el fin de revertir este resultado, es imprescindible cerrar las brechas que afectan directamente a los estudiantes nativos americanos”, afirma Kiel.

College Horizons, una organización sin fines de lucro, ha empezado a ser parte de una solución, al centrar su quehacer en asesorar solo a estudiantes nativos en la admisión universitaria y de posgrado. Según esta entidad, sólo el 51% de los alumnos originarios termina la enseñanza media en Estados Unidos. De ellos, sólo el 5% postula a universidades y, de ellos, sólo el 10% se gradúa en cuatro años. College Horizons agrega que los escolares de nativos americanos son probablemente los más vulnerables de su país: corren los mayores riesgos de recibir educación de mala calidad.

La reconocida Universidad de California, Los Ángeles, conocida también por su acrónimo UCLA, también tiene un programa específico que busca reducir la brecha educativa de acceso para los estudiantes. Se trata de una iniciativa que no apunta exclusivamente a postulantes nativos, pero que sí los incluye. La “Law Fellows”, que así se llama, provee tutorías, presentaciones especiales a cargo de abogados, actividades de seguimiento y talleres. La propia Kiyana Kiel se acogió a la “Law Felows” y dice: “Puedo dar fe de la eficacia de sus programas y servicios”.

Más allá de estas iniciativas en particular, la pregunta es: ¿qué pueden hacer escuelas de derecho para aportar en general? Kiel recomienda que se realicen focalizar y hacer esfuerzos específicos para estudiantes nativos. Un método podría ser la creación de las alianzas estratégicas con escuelas que tengan altas tasas de alumnos originarios. Todo sirve, agrega: escuelas de verano, educación complementaria, orientación e incluso trabajo universitario específico con estudiantes de secundaria. “Estos programas –explica la directora– podrían ser iniciativas de voluntariado y de apoyo, y no necesariamente tienen que ser financiados u organizados exclusivamente por Escuelas de Derecho”. La clave, según ella, está en la identificación del desafío y luego en el desarrollo de programas de apoyo.

Lee el artículo original publicado en inglés aquí.

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